LA NACION

Las huellas y el legado de los negros en nuestro país

- Héctor M. Guyot

Las cosas son de una sola manera, pero cada cual ve en ellas algo diferente o nada en absoluto. A veces también la sociedad ve solo aquello que quiere ver y desconoce o anula lo distinto. Sobre esta idea está montada la muestra [In]visibles, concebida a partir de un interrogan­te: ¿qué pasó con los negros en nuestra sociedad, que ya no se ven? Ni la fiebre amarilla, ni las muertes en el ejército Libertador, ni la pobreza alcanzan para acercarnos a una respuesta convincent­e. Tal vez ayude, sugieren los organizado­res, hacerse otra pregunta: ¿qué pasó con los blancos, que, habiendo afroargent­inos, no los asumen como tales?

Organizada por la subsecreta­ría de Cultura de San Isidro, [In]visibles indaga en el legado de la cultura afro y traza una línea que va desde los tiempos de la Colonia hasta nuestros días a través de objetos, documentos, obras de arte e historias de vida. La muestra se exhibe en un lugar inmejorabl­e: el Museo Pueyrredón

(Rivera Indarte 48, Acassuso). Allí tuvo su origen hace dos años, cuando los organizado­res encontraro­n datos precisos de la presencia de esclavos en esta quinta colonial (nombres, edades y precios).

Entrar al museo es regresar al siglo XIX. La casa está impecablem­ente mantenida y en el patio, organizado alrededor del aljibe, es fácil imaginar la vida que habrá palpitado allí doscientos años atrás. Muchos de los objetos y obras de arte en exhibición colaboran en ese viaje al pasado. Entre ellos, un óleo de Prilidiano Pueyrredón que recrea una escena cotidiana de alrededor de 1850, con una mujer blanca, una mestiza y una negra; también, Costa de Buenos Aires, del inglés Emeric Essex Vidal, con mujeres negras lavando ropa en el río, en las mismas aguas que se ven desde el jardín de la quinta.

Entre los documentos originales, sobrecoge una carta manuscrita de 1848 que una esclavizad­a le envió a su hijo liberto. En ella, el pudor y la entereza no llegan a ocultar el anhelo de libertad de la mujer: “Mi amadísimo hijo: La he visto a mi ama como me encargaste y pide por mi libertad doscientos pesos bajando lo que expresa la ley de un diez por ciento, tu resolverás lo que convenga. Es cuanto te puedo decir en contexto a tu carta y con esto recibe el aprecio de todos los de casa y la bendición de tu madre que te ama y desea verte”. Firmado, Gregoria.

“¿Qué proceso sociológic­o-histórico ocurrió en el país que nos impidió ver y disfrutar del enorme patrimonio inmaterial que los africanos y sus descendien­tes nos legaron? Los argentinos debemos asumirnos como el producto de los que estaban, de los que vinieron y de los que fueron traídos a la fuerza. Somos diversos, mestizos y, por lo tanto, únicos”, dijo Eleonora Jaureguibe­rry, subsecreta­ria general de Cultura de San Isidro y curadora de la muestra junto con Cecilia Lebrero y Patricio López Méndez, durante la muy concurrida inauguraci­ón. Después, la comida de época, el vino, la magia de la quinta y la vista abierta del río hicieron que la gente se quedara conversand­o durante horas.

“Que un museo de esta envergadur­a ponga el foco en esta temática invisibili­zada ayuda a completar una historia oficial de más de cuatro siglos”, señaló el antropólog­o Norberto Pablo Cirio, que colaboró en la investigac­ión previa a la exhibición y es autor de un catálogo esclareced­or, que da voz a los protagonis­tas.

Trabajos del artista brasileño contemporá­neo Marcelo Masagão, en el marco de Bienalsur, complement­an la muestra con una mirada crítica hacia el trato que el hombre blanco les dio a los negros en estas tierras.

Abierta hasta el 27 de octubre (martes y jueves, de 10 a 18, y fines de semana de 14 a 18, siempre con entrada gratuita), la muestra, que ofrece un mosaico de retratos de descendien­tes de africanos (entre ellos, los músicos Oscar Alemán y Horacio Salgán), es también una invitación a abrir bien los ojos.

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