LA NACION

Boris Johnson aún no asumió y ya enfrenta resistenci­as en las filas conservado­ras

Tres ministros renunciaro­n y los diputados tories intentan impedir que sea ungido primer ministro mañana; su posición del Brexit duro genera rechazo en el partido

- Luisa Corradini CoRRESPoNS­AL EN FRANCiA

PARÍS.– Boris Johnson, el hombre que teóricamen­te consagrará la ruptura definitiva de Gran Bretaña con la Unión Europea (UE), debe ser elegido hoy como nuevo líder del Partido Conservado­r. Pero su anunciada llegada a las puertas del poder dividió más que nunca a sus correligio­narios: mientras cada vez más ministros renuncian al gobierno, numerosos diputados tories intentan impedir que sea ungido mañana primer ministro británico.

Con él las cosas nunca son normales y, en vísperas de ser elegido, no podían cambiar: ayer, Boris Johnson sobrevivió a un complot que lo habría destituido incluso antes de convertirs­e en primer ministro.

El cerebro de la jugada fue sir Alan Duncan, número dos del Ministerio de Relaciones Exteriores, que decidió presentar su renuncia antes de que hoy se anunciaran los resultados de la votación de los 160.000 miembros del Partido Conservado­r, que deberían llevar a Johnson al 10 de Downing Street.

Histórico conservado­r “anti-Boris”, Duncan dimitió a fin de organizar un debate de emergencia en la Cámara de los Comunes sobre la capacidad de Johnson para formar gobierno. En claro: se trataba de votar una moción de desconfian­za.

Pero el proyecto tropezó con dos obstáculos: la negativa del presidente de la Cámara, John Berkow, de organizar ese debate y la decisión de numerosos tories que rechazan el no deal defendido por el futuro primer ministro, pero parecen estar decididos a dar a Johnson una oportunida­d, “limitada en el tiempo”, para que cambie su posición de concretar el Brexit el 31 de octubre “cueste lo que cueste, con o sin acuerdo”.

En todo caso, Duncan no es el único que decidió dar un portazo al actual gobierno dirigido hasta mañana por Theresa May. Su jefe, el ministro de Relaciones Exteriores, Philip Hammond, también anunció su intención de dimitir si Johnson resulta elegido. Y lo mismo hará el ministro de Justicia, David Gauke. Esos nombres se sumarán a la renuncia la semana pasada de la ministra de Cultura, Margot James.

Esa debe ser, sin embargo, la última de las preocupaci­ones del futuro primer ministro. En verdad, candidatos a ocupar esos codiciados puestos no faltan entre el reducido grupo de cortesanos que lo rodean hace meses.

Algunos de sus aliados definen ese proceso como “una operación de transición de estilo presidenci­al” y otros como “la experienci­a más caótica” que les tocó vivir.

“El futuro del 10 de Downing Street será como Game of Thrones, pero sin Jon Snow a los comandos”, confiesa un diputado tory. Uno de los primeros actos de Johnson será nombrar a quienes desempeñar­án los cargos más importante­s de su gabinete.

Es seguro, sin embargo, que Johnson tiene intencione­s de marcar una neta diferencia con la era May.

Algunos conservado­res anuncian incluso una remake de la célebre “noche de los cuchillos largos” de Harold Macmillan, cuando el entonces primer ministro destituyó simultánea­mente a siete ministros en 1962. otros piensan lo contrario: “Sospecho que Boris reemplazar­á solo a aquellos miembros del actual gabinete que anunciaron su intención de partir”, dice un diputado tory.

Todos están seguros, sin embargo, de que el nuevo primer ministro –a quien medios progresist­as y conservado­res califican de “el peor alcalde que tuvo Londres” y “el peor ministro de Relaciones Exteriores que tuvo Gran Bretaña”–, también podría ser el más efímero. Porque, en un plazo récord, Johnson podría verse obligado a convocar a elecciones generales antes de diciembre si no consigue obtener concesione­s de la UE para lograr una salida con acuerdo.

Por el momento, si todo sale como Johnson anhela desde su adolescenc­ia, mañana irá a Buckingham Palace a que su parienta lejana, la reina isabel ii, le encargue que forme gobierno, y de inmediato se pondrá a trabajar, aprovechan­do el receso parlamenta­rio, que comienza el viernes y se prolongará hasta la primera semana de septiembre.

El futuro primer ministro hará su primera intervenci­ón ante la conferenci­a anual del Partido Conservado­r el 2 de octubre, 29 días antes de la fecha fijada para que Gran Bretaña deje la UE. Pero llegar hasta ahí no será un camino de rosas. En ese lapso, un posible bloqueo en el Parlamento podría obligarlo a llamar a elecciones generales. o incluso peor: podría perder un voto de confianza.

Conservado­res pro-UE ya advirtiero­n que sus 12 diputados están dispuestos a apoyar esa moción para detener un no deal. Por su parte, la oposición laborista anunció su decisión de organizar esa votación en cualquier momento. incluso el jueves, primer día de Boris Johnson como primer ministro.

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Henry nicholls/reuters Johnson recibió ayer el apoyo de sus partidario­s al dejar sus oficinas de Londres

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