Pantallas fuera del cuarto de los chicos, una de las claves para regular su uso
También los especialistas apuestan por que los padres hablen con sus hijos sobre los contenidos que ven online
Cuando Santiago, el hijo de 11 años de Vanesa Escalante, empezó a quejarse por su dolor de espalda, ella no se imaginó cuál sería el verdadero origen del malestar. Lo llevó al médico, que le diagnosticó una readecuación postural, pero la raíz del problema era aún un misterio, que se develó con el tiempo: la cantidad de horas que pasaba con la tablet y el celular. Así, Escalante tuvo que poner límites al uso de los dispositivos. “Podés usar dos horas por día la Play y una hora el celular”, ordenó la madre y sumó una condición: “Solo tiene permitido usar WhatsApp, pero no redes sociales”.
El vínculo entre los chicos y las pantallas ha despertado debates entre padres y madres que se preguntan cuál es la mejor manera de equilibrar el uso de la tecnología sin caer en el aislamiento virtual. Una de las propuestas es la regla del 3, 6, 9 y 12, que elaboró el psiquiatra francés Serge Tisseron.
La iniciativa se basa en incorporar distintos dispositivos a medida que los chicos alcancen las edades mencionadas en la fórmula. Así, hasta los tres años se recomienda que no se expongan a ningún tipo de pantalla. Desde los tres se puede sumar la televisión, siempre que acompañen los padres o las madres. A los seis, se puede agregar una tablet o un dispositivo con juegos previamente descargados, pero sin acceso a internet. Desde los nueve, se permite visitar la web bajo la consigna de conversar sobre los contenidos. El último paso, el de los 12 años, es la incorporación del celular.
Para la especialista en cultura juvenil y consultora de la Unesco en temas de chicos, escuela y tecnología, Roxana Morduchowicz, cumplir con la primera recomendación –hasta los tres sin pantallas– y con la última –el celular desde los 12– es lo más importante. “Los padres sienten que es muy difícil cumplir con la gradualización, pero si no pueden respetar todas las categorías, deben saber la importancia de que hasta los tres no haya pantallas para promover las actividades motrices y fortalecer el vínculo con la realidad. Mientras que la última remite a la idea de que el celular ingresa en la vida de los chicos porque en ese momento ganan autonomía y tiene sentido para que los padres estén seguros sobre la ubicación de sus hijos”.
Como Escalante, Jorge Dagostino, padre de Camila, de nueve años, también empezó a regular el uso de las pantallas, bajo un control basado en su propia intuición. “Los días de semana no tiene mucho tiempo. La dejo un rato cuando llego y después le voy cortando cuando se acerca la hora de dormir, entre que cena y prepara las cosas para el otro día. En la semana no mira más que una hora y para el momento de dormir se corta sí o sí”, explicó.
El control se vuelve más flexible durante los fines de semana. “Le pongo horarios a la mañana y los vamos cumpliendo durante el día. El celular no lo usa tanto, pero igual lo controlo. Veo qué aplicaciones usa, cuánto tiempo está, si descarga cosas. Después reviso su WhatsApp a ver con quién habla y qué dicen”, agrega.
Recomendaciones
Más allá de la propuesta de Tisseron, Morduchowicz recomienda: “En edad escolar primaria no equipar la habitación con pantallas. Que estén en espacios de circulación compartida como un comedor o la cocina, así los adultos pueden ver lo que sucede en esas pantallas”. Además, según su visión, la tecnología en el cuarto desemboca en más horas de uso y más tiempo en soledad. En tanto, cuando están en la escuela secundaria, sostiene que lo mejor es que el celular no esté en la habitación durante la noche porque eso puede provocar problemas en el sueño.
Cecilia Monti es la madre de Sofía, de 15 años, y de Lucía, de 6. “A la más grande le doy celular por seguridad. Empezó a manejarse sola y así puedo saber adónde está. La de 6 no tiene celular y tiene regulado el uso de la televisión: solo puede ver la que está en el escritorio y durante la tarde. En casa cuando baja el sol no se ven dibujitos”, dice. Las medidas de control empezaron al ver que los pedidos para usar la tablet o el celular iban en crecimiento. “Cuando se portan mal, le prohibimos usar la tablet por un tiempo. Hace poco nos enteramos de un recurso del que todos ponen a cargar el celular a la noche en el mismo lugar y nadie lo agarra hasta el día siguiente. Lo vamos a empezar a usar”.
Marcela Czarny, directora de la asociación chichos.net, entiende que hoy los niños forman parte de un “ecosistema digital” y que el foco debe estar puesto en la manera en que se usan las pantallas. “Pensar en calidad más que en cantidad. Me parece que lo más importante es que se preocupen por el contenido y lo que hacen los chicos con esas pantallas, más que la pantalla en sí. Lo importante es no tragar recetas, sino construirlas familiarmente”, indica.
Entre la lista de recomendaciones, en chichos.net proponen enfocarse en los beneficios de la tecnología, conversar sobre su uso, armar un contrato en conjunto sobre los tiempos, establecer espacios sin pantallas y momentos desconectados, y que los padres funcionen como modelos para sus hijos en cuanto al uso de la tecnología.
Según figura en el sitio, no existe una cantidad ideal o recomendable de horas frente a las pantallas. “Más que limitar cuantitativamente, deberíamos prestar atención al tipo de actividad que realizan chicas y chicos, promoviendo aquellas más creativas y activas, y estimulando la variedad de lo que consumen: desde leer y escuchar música, jugar hasta utilizar dispositivos para crear arte digital, componer música, editar videos y programar”, consigna la asociación.