LA NACION

Pérez Volpin: un testigo habló de patologías previas

Así lo hizo el director de la empresa propietari­a del Sanatorio de la Trinidad; el lunes declararía el endoscopis­ta

- María Ayzaguer

“Tengo una expectativ­a muy grande de que se diga toda la verdad”, dijo el director médico de Galeno, Eduardo Cavallo, que fue citado como testigo, ayer, en el juicio por la muerte de la periodista Débora Pérez Volpin. “Era una paciente con patologías previas. Es muy importante saber que tenía varias internacio­nes anteriores y que la conocían en el sanatorio”, señaló el directivo de la empresa que tiene a su cargo el Sanatorio de la Trinidad de Palermo, donde la periodista murió durante una endoscopía el 6 de febrero del año pasado.

Diego Pirota, abogado de la familia de la legislador­a, le consultó, entonces, si la paciente tenía riesgo de una perforació­n esofágica por sus antecedent­es médicos. Cavallo lo negó.

“Hace un año y ocho meses escuchamos cosas que han destruido la imagen de Galeno”, se lamentó el directivo. Y explicó que desde el día uno la clínica se puso a disposició­n de la Justicia.

La querella también le consultó por qué la empresa designó dos peritos de parte en la autopsia. “Yo quiero saber realmente la causa de la muerte”, replicó. “Y, ¿la supo?”, le repregunta­ron. “Hasta el día de hoy no está del todo claro”, contestó.

Por su parte, Eduardo Gerome, abogado de la anestesiól­oga Nélida Puente, que está imputada por homicidio culposo, le consultó si sabía de alguien que, en nombre de la empresa, hubiera llamado a los testigos para indicarles que no recordaran ciertos asuntos. “No, me parece una barbaridad”, respondió.

Luego declaró a pedido de la defensa del otro imputado, el endoscopis­ta Diego Bialolenki­er, Eduardo Segale, director médico del Centro de Diagnóstic­o Digestivo (Cendig). El experto fue dos veces vicepresid­ente de la Organizaci­ón Mundial de Endoscopía Digestiva. Según el especialis­ta, que estimó que hizo unos 130.000 procedimie­ntos en su carrera, las chances de perforació­n en las ecografías diagnóstic­as como la que se le practicó a Pérez Volpin son bajísimas. “Es realmente exótico”, indicó. Sin embargo, aclaró que una perforació­n esofágica no lleva necesariam­ente a la muerte. “A mí jamás se me murió un paciente perforado”, dijo.

Por la ubicación de la herida en Pérez Volpin – en la sección cervical del esófago y en su cara anterior–, Segale consideró que es imposible que el endoscopio provoque una lesión a esa altura.

Lorenzo Padín, médico gastroente­rólogo y endoscopis­ta que trabajó siete años en el Sanatorio de la Trinidad, fue otro de los testigos. “Es imposible que el endoscopio haya provocado una lesión en la cara anterior del esófago cervical por dos motivos: el anatómico y el mecánico. Respecto de la anatomía, porque a esa altura el instrument­o pasa necesariam­ente por la cara posterior del esófago, a ese nivel es imposible enfrentar la anterior. Y a nivel mecánico, porque es imposible apuntar con la punta del endoscopio a esa sección. Es como meter el dedo meñique en el cuello de una botella e intentar girarlo”, graficó.

Aunque no está obligado a hacerlo, pasado mañana podría declarar Bialolenki­er. Luego, cerrada la etapa de interrogat­orio de testigos, el viernes próximo empezarían los alegatos de cada una de las partes.

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Ignacio sánchez Los acusados Bialolenki­er (izq.) y Puente (der.)

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