LA NACION

El cuidado oficio de poner a punto las tablas

cerro catedral. Cómo es el paso a paso para recuperar esquíes con mucho kilometraj­e en el taller de los hermanos Rosenkjaer

- Laureana Fuentes

Así como se prepara el auto para salir a la ruta en la previa a las vacaciones, las tablas de esquí y snowboard también requieren pasar por un taller para que se deslicen mejor en la nieve. Las rayas en la base, los cantos desafilado­s y la necesidad de ajustar bien fijaciones y botas tienen arreglo en el Cerro Catedral. Allí, trabajan Tobías y Marcos Rosenkjaer, dos jóvenes que pertenecen a una de las familias más conocidas de la montaña por su tradiciona­l quiosco de comidas rápidas en la Base, donde siempre se escucha alguna melodía del Tirol en honor a sus raíces.

El taller TAGE, situado frente al estacionam­iento de Playa Sur y a escasos metros del acceso a los medios de elevación, funciona desde hace casi tres décadas. Pero para la familia Rosenkjaer esta es la cuarta temporada. Hoy tiene más de 10 máquinas diferentes para dejar a punto las tablas para que esquiadore­s y snowboardi­stas suban a la montaña a disfrutar las pistas en las mejores condicione­s.

Si el equipo está fuera de estado, puede provocar un mal momento y hasta generar ciertos riesgos. Desde novatos hasta los más expertos, visitan el taller en algún momento de la temporada.

“En agosto, que es cuando viene el público más esquiador a Catedral, es cuando también nosotros tenemos más trabajo, llegamos a hacer hasta 30 reparacion­es por día”, explica Tobías, un barilochen­se que además de ser nivel 3 de instructor de esquí, viajó a la Academia St Christoph, en Austria, para capacitars­e y trabajar en uno de los destinos reconocido­s como cuna del esquí alpino. “El que nos enseñó casi todo del taller fue el tano que antes tenía acá mismo Il Laboratori­o. Después nosotros lo fuimos adaptando a nuestro estilo de trabajo que nos enseñó mi padre, más alemán que italiano”, dice bromeando con una sonrisa. Y alrededor, si bien entra y sale gente de manera constante, todo parece estar muy limpio y en su lugar, bajo un orden específico.

Tobías explica que cada máquina tiene su rol y tener tanta infraestru­ctura les permite dar una rápida respuesta a los clientes. En total, pueden trabajar ocho personas a la vez, cada una en su tarea. El trabajo completo cuesta $2000; canto y encerado solamente $1000, y para quienes sólo necesitan o canto o encerado el valor es de $500. “Hay gente que llega al hotel y nos trae las tablas; otras que suben a la montaña y cuando bajan las dejan para ponerlas a punto. Nosotros lo que garantizam­os es que a la mañana siguiente el trabajo estará listo”, asegura Tobías, que prefiere no hablar de tiempos específico­s porque “cada trabajo es diferente”.

Si los esquíes o tabla de snowboard requieren una reparación completa, todo comienza en la denominada cofiadora previa limpieza para extraer resinas, suciedad o aceites que pueden haber quedado en la base. “El cofix es una base plástica que se calienta, se coloca sobre las tablas y tapa las grietas que puedan existir, las cuales quitan velocidad y exponen el material al ingreso de agua”, precisa Tobías. Con la máquina se arregla el 90% del largo de la tabla, pero las puntas requieren de una labor más artesanal. Finalmente, se van lijando las capas y se llega a la piedra que le da estructura a la base del esquí, como una especie de entramado. Cantos y ángulos

Para afilar los cantos hay una máquina específica con una piedra cerámica. “En general esto es igual para todos, pero hay gente que pide ángulos específico­s”, detalla Tobías y resalta que el trabajo final es de limpieza nuevamente y encerado. Hay ceras específica­s para tipo de nieve y temperatur­as. “Nosotros usamos una que es para nieve húmeda, que es la que se caracteriz­a en Catedral, para estos meses más fríos que va de -5 a -15 de temperatur­a, y en primavera otra que va de -5 a 0 grados”, agrega.

Consultado sobre el trabajo artesanal completo que hacen muchos aficionado­s a las tablas, Tobías explica que la diferencia está en el equilibrio y la igualdad de terminacio­nes que permiten las máquinas. “Cuando lo haces a mano corrés el riesgo que, por ejemplo, los cantos queden diferentes en algunos lugares, hay que saber hacerlo muy bien, con la máquina evitas esos riesgos”, finaliza.

En el taller, también funciona un rental de ropa y equipos, así como una escuela con instructor­es. Los Rosenkjaer, dueños del edificio donde está emplazado el local, ampliaron su rubro y dieron así continuida­d al laboratori­o de Alessandro, el italiano que junto a su mujer hizo contra temporada en la Argentina por más de 20 años.

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TAGE El trabajo completo cuesta 2000 pesos

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