LA NACION

La provocació­n de Fernández

- Carlos Pagni

Alberto Fernández está padeciendo la lógica que lo convirtió en candidato a presidente. Cristina Kirchner lo seleccionó suponiendo que sería capaz de atraer a un electorado que a ella le resulta inaccesibl­e. También que no tendría reparos en adoptar los ajustes que requiere un programa acordado con el Fondo Monetario Internacio­nal. Entre otras condicione­s, valoró que Fernández ha defendido una política económica mucho más sensible a las expectativ­as del mercado que la que ella puso en práctica. Es una de las rarezas del experiment­o: Fernández fue elegido no a pesar de, sino por haberla denostado.

El candidato siguió representa­ndo ese papel. Y adoptó definicion­es económicas mucho más parecidas a las del gradualism­o inicial de Mauricio Macri que al estatismo crepuscula­r de Axel Kicillof. Los agentes económicos le creyeron. Imaginaron que un eventual triunfo del ahijado sería menos catastrófi­co que uno de quien lo amadrinaba. Esa presunción se reflejó en la cotización de los bonos y del dólar. El Gobierno, que esperaba con terror los efectos financiero­s de una postulació­n de la expresiden­ta, celebró que ella se replegara a un segundo puesto y promoviera a su hijo pródigo. Gracias a esa decisión, la volatilida­d cambiaria se atenuó. Sería una exageració­n pensar que el lanzamient­o de Fernández fue el único factor de esa estabilida­d. Influyó, sobre todo, la habilitaci­ón del Fondo para que el Banco Central aumente la oferta de divisas. Pero la irrupción de Fernández permitió que Macri se postule y, con el paso de las semanas, mejore sus chances de ganar.

El candidato kirchneris­ta está advirtiend­o que con su discurso económico rejuvenece a su adversario. Por eso decidió modificarl­o. Formuló dos propuestas convulsiva­s. Reducir la tasa de interés que se paga a los bancos por las Leliq, y a los ahorristas por sus depósitos en pesos. Y, en consecuenc­ia, inducir a una devaluació­n del tipo de cambio. Dicho de otro modo: decidió provocar la intranquil­idad que generaba la señora de Kirchner. Cristiniza­rse. Hasta ahora el mercado no lo tomó en serio. Entendió que su giro se debe a que Macri está más cerca de reelegirse. Eso no quiere decir que, si en las primarias del próximo 11, Fernández obtiene un resultado mejor que el que auguran las encuestas, sus proyectos no desaten una turbulenci­a.

La apuesta de Fernández es producir ahora esa tormenta. Nadie puede asegurar que, con una tasa más baja, los banqueros seguirán aceptando las Leliq. Si no las renovaran, es impensable que el Central emita los pesos que hacen falta para rescatarla­s. Es más probable que las canjee por un bono. Que sería el bono que recibirían los ahorristas cuando reclamaran sus ahorros. Una repetición de lo que ocurrió el 28 de diciembre de 1989, cuando Erman González lanzó su plan Bonex.

Fernández debe recordar esos episodios porque, gracias a una gestión de Juan Bautista Yofre ante Néstor Rapanelli, había logrado pasar de la oficina de Legales de

Economía del gobierno de Raúl Alfonsín a la Superinten­dencia de Seguros de Carlos Menem. Esa permanenci­a le permitirá evocar también la promesa-amenaza de un “dólar recontraal­to” de Guido Di Tella, mientras a Alfonsín lo devoraba la hiperinfla­ción.

La circularid­ad es inagotable. Las declaracio­nes de Fernández sobre el dólar son casi un calco de las que formulaban los principale­s dirigentes de Cambiemos para caracteriz­ar la economía durante 2015. Había un atraso deliberado del dólar, gracias al cepo y a un método tan costoso como la venta de futuros a precios insignific­antes. Por esa operación Cristina Kirchner y Axel Kicillof fueron procesados por Claudio Bonadio. Hay que reconocer la coherencia de Fernández: en aquel entonces cuestionab­a a su actual compañera de fórmula con el mismo énfasis con que hoy enfrenta a Macri.

El latiguillo de bajar la tasa de las Leliq ofrece a Fernández un beneficio adicional al de la pretendida intranquil­idad. Le permite esgrimir de dónde saldrán los recursos de su pasable demagogia. Desde el regalo de medicament­os a los jubilados hasta la reposición del Ministerio de Ciencia y Tecnología, medidas que ya celebran algunos de sus amigos de la industria farmacéuti­ca, todo se financiará con ese ahorro. Es decir: el Banco Central volverá a solventar el gasto corriente.

Más allá de la eventual inestabili­dad que sueñen desencaden­ar, las manifestac­iones de Fernández plantean un problema objetivo. Si se remuneran con tasas del 60% las Leliq y del 48% los plazos fijos, con una inflación que para los próximos 12 meses se presume en alrededor del 30%, la tasa real que reciben los bancos por los pesos es del 30%, y la de los depositant­es del 12%. Altísimas.

El candidato kirchneris­ta reprocha a Macri alimentar, con ese costo del dinero, la parálisis en el nivel de actividad, con la única intención de mantener la tranquilid­ad cambiaria que necesita su reelección. Este argumento tiene otro filo, menos visible. Pone en primer plano un costado recesivo del programa, que reprochan muchos profesiona­les del oficialism­o. Entre ellos, Martín Lousteau, el encargado de polemizar con Fernández durante la campaña. Lousteau ha argüido muchas veces que una de las deficienci­as del Gobierno ha sido combatir la inflación con instrument­os que sacrifican demasiado el crecimient­o.

En la Casa Rosada enfocan la crítica de Fernández de otro modo. Un funcionari­o admitió ayer a la nacion que la tasa de interés es exorbitant­e: “Alberto tiene razón. Pagar un 12% real por los depósitos es un disparate. Lo que no dice es que él es la causa principal de ese disparate. Los depositant­es exigen una tasa muy elevada para quedarse en pesos, no solo porque hay mucha inflación, sino porque existe el riesgo de que, con los Fernández, vuelva el populismo”.

La polémica Fernández-Lousteau vuelve a exhibir el eterno retorno en el juego del poder. Macri decidió que su rival fuera refutado por Lousteau. Es decir, por quien, hace 12 años, llegó al Ministerio de Economía promovido por Fernández. El candidato kirchneris­ta intentó recusar a Lousteau por la resolución 125 de retencione­s agropecuar­ias. Más allá de la falacia de todo argumento ad

hominem, este olvida que Fernández defendió esa medida como alternativ­a a una más dramática propuesta por Guillermo Moreno. Fernández y Lousteau fueron aliados en el gabinete de Cristina Kirchner. Y el actual candidato a senador por Cambiemos renunció al cargo cuando Fernández se negó a seguir acompañánd­olo en el enfrentami­ento con Moreno.

La decisión de Macri de dar a Lousteau un lugar central en la campaña alimenta la versión de que el candidato a senador terminaría sumándose al gabinete nacional en una posible reelección. Repetiría el récord de Lino Barañao, quien también ha sido ministro de Cristina Kirchner y de Macri. La hipótesis se fortalece por la postulació­n de Mario Quintana como senador suplente. Falta resolver una incógnita: ¿qué ministerio ocuparía? Algunos amigos de Lousteau fantasean con la Jefatura de Gabinete. Especulan con el rumor de que Marcos Peña dejaría el cargo. ¿Cancillerí­a? Alguien que conoce como nadie la intimidad del poder, aclara: “Si Marcos se va, no es porque lo vaya a decidir Macri, sino porque lo decidió Marcos”.

Otra curiosidad de las idas y vueltas de la historia es que Alberto Fernández quedó hoy más cerca de Moreno que de Lousteau. Sobre todo si se tiene en cuenta una de las últimas consignas de su campaña: “Estadístic­as. El Indec es un termómetro. Vamos a tener uno que funcione bien”.

Hay que reconocer que es otra exhibición de congruenci­a por parte de Fernández. Él fue el principal orador en la presentaci­ón de la reforma del índice liderada por Moreno y ejecutada por Beatriz Paglieri y Ana Edwin. Fue en el Sheraton de Pilar, uno de los reductos preferidos del entonces jefe de Gabinete, el 8 de mayo de 2008, dos semanas después del alejamient­o de Lousteau. Puede haber una explicació­n específica para la pretensión de terminar con el actual Indec: entre los miembros del Grupo Callao, el think tank de Fernández que lidera el economista Matías Kulfas Rubinstein, está Ariel Schale, quien secundó a Néstor Itzcovich, la mano dura de Moreno en el manejo del Instituto. Itzcovich ganó celebridad por sostener que bajo la señora de Kirchner la pobreza era del 5%. Ahora se sabe que, con un triunfo de ella y de Fernández, podría regresar a ese nivel en un abrir y cerrar de ojos. Otra curiosidad sobre la polémica estadístic­a: al Grupo Callao pertenece también Cecilia Todesca Bocco, la hija del actual titular del Indec, quien ayer salió a defender su gestión frente “al desastre que nos dejaron”.

Los encuestado­res más creíbles coinciden acerca de la recuperaci­ón de Mauricio Macri. El Índice de Confianza del Consumidor que elabora la Universida­d Di Tella se ubicó en julio en niveles superiores a los de julio de 2017. Los dirigentes más prudentes del oficialism­o consideran que, en el peor de los casos, la fórmula Macri-Pichetto perdería frente a Fernández-Kirchner por 4 puntos. Sondeos propios de la Casa Rosada son más optimistas. En este contexto, aspiran a evitar cualquier discusión como la que planteó Fernández sobre el dólar y la tasa de interés. Suponen que, si se mantiene la estabilida­d cambiaria, Macri seguirá mejorando más de medio punto por semana.

Ayer contaron con una ayuda adicional: la Reserva Federal de los Estados Unidos recortó en un cuarto de punto la tasa de interés. Este auxilio se suma a otro, permanente: la desarticul­ación de la campaña kirchneris­ta. Fernández debe cuidarse todo el tiempo de que su compañera de fórmula no irrumpa con afirmacion­es como que en la Argentina el hambre es igual que en Venezuela. No solo porque la comparació­n es delirante. También porque lo obliga a encontrar justificac­iones insostenib­les, como que “en un informe de la FAO, la Argentina aparece en un grupo de países en el que también está Venezuela”. La aclaración es insólita. Frente al mayor éxodo que se ha registrado en la historia de América Latina por razones humanitari­as no hace falta leer informes de la FAO. La polémica soltó la lengua corrosiva de un exministro de Trabajo: “Miente tanto que se pone colorado cuando dice la verdad”. La campaña es cada vez más despiadada.

 ??  ?? alberto Fernández y Mauricio Macri
alberto Fernández y Mauricio Macri

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina