LA NACION

Jóvenes y familias enteras celebraron a daniel Barenboim en Tecnópolis

Con la Divan Orchestra, actuó gratis ante 8500 personas, en un clima familiar; su hijo Michael fue solista

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Cuando Daniel Barenboim decidió llamar Beethoven for all (Beethoven para todos) a la maravillos­a integral de las sinfonías beethoveni­anas que grabó con la West-Eastern Divan Orchestra (WEDO) sabía lo que hacía. No se trataba de una cuestión de mercado ni de demagogia. Lo dijo el propio Barenboim: “Se habla de la crisis de la música clásica, de que no hay público joven, de que no se venden discos. Es como si pretendiér­amos que alguien disfrutara del Quijote sin conocer el alfabeto. Pero ante Beethoven todos somos iguales”.

Esa presunción quedó confirmada ayer a la tarde, en el concierto gratuito que, organizado por el Sistema de Medios de la Nación, el maestro argentino ofreció en el microestad­io de Tecnópolis para 8500 personas. El programa estuvo enterament­e integrado por obras precisamen­te de Beethoven.

El atardecer destemplad­o no disuadió al público. Sucedió más bien lo contrario. El final de las vacaciones de invierno atrajo sobre todo a muchas familias: hubo padres con sus hijos y abuelos con sus nietos.

Lo curioso es que también arriba del escenario había familia. Ahí estaban Daniel Barenboim al frente de la Divan Orchestra y su hijo Michael, el violinista que, además de concertino, fue el solista en el Concierto para violín de Beethoven.

En un concierto que no tuvo intervalos, Barenboim no dirigió inicialmen­te ninguna palabra al público. En primer lugar, se escuchó la Obertura Egmont. Llegó después entonces el Concierto para violín. El cierre fue la Sinfonía Nº 7 en la mayor, opus 92, con su célebre Allegretto. Barenboim dijo entonces: “Vengan más seguido a ver conciertos, vayan al Auditorio Nacional [del CCK], que yo voy a venir lo más pronto posible”.

En la idea de Barenboim, la fórmula Beethoven para todos alude a un compositor cuya música tiene el poderío de interpelar, sin más, a todos, y en ese sentido se integra en la ambición general de la Divan Orchestra: propiciar el diálogo.

Más allá de esto, las sinfonías de Beethoven constituye­ron un repertorio decisivo para el crecimient­o musical de esa agrupación (de hecho, precisamen­te la Séptima fue la primera pieza que preparó la orquesta). Cuando se fundó, en 1999, el 60% de los jóvenes árabes e israelíes que la integraban nunca habían tocado en una orquesta. Una década más tarde, se había convertido ya en una orquesta de primer nivel.

La primera experienci­a pública de la WEDO con las nueve sinfonías de Beethoven se inició en agosto de 2010, en Buenos Aires, en el Teatro Colón. Este concierto en Tecnópolis, y los demás que están ofreciendo esta semana y la que viene en la ciudad, agregó ahora un nuevo capítulo a esa relación con el público.

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Fotos: alejandro guyot Por las vacaciones, muchos chicos se acercaron al microestad­io
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El maestro dirigió la Séptima sinfonía y el Concierto para violín

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