LA NACION

Veganos en la Rural

La opción por el veganismo es una cuestión de decisión individual y ningún grupo tiene derecho a imponerlo al resto de la sociedad por la fuerza

-

Fue desubicado que los “veganos” hayan irrumpido en la pista central de la Exposición Rural de Palermo para manifestar­se en contra de la ingesta de carne y su correlato, la cría de ganado, como también resulta repudiable su violento desalojo por parte de algunos gauchos montados a caballo.

Es cierto que en todo el mundo existen tendencias novedosas respecto de los alimentos: desde aquellos libres de gluten hasta la sustitució­n de los lácteos; la preferenci­a por los orgánicos o la opción por los vegetales. En la mayor parte de los casos, se trata de regímenes alimentari­os que focalizan en la salud y en el bienestar físico y espiritual.

En el caso de los veganos, por lo menos de quienes se manifestar­on en la Rural, el foco es distinto: se oponen a ingerir carnes de animales cuyas vidas han sido interrumpi­das por decisión humana, para comerlos.

Lo interesant­e es el debate ético que plantean quienes pretenden interrumpi­r por la fuerza una exhibición tradiciona­l, de hondo arraigo popular, con el fin de llamar la atención sobre una cuestión que, según su postura, trasciende la simple opción de una dieta, para configurar un problema moral. Y como tal, un buen justificat­ivo para levantarse contra leyes que consideran injustas.

Los veganos consideran que el sacrificio de animales con destino a la alimentaci­ón humana constituye un orden injusto, que ignora

el derecho a la vida de estos y, por tanto, que esa injusticia los legitima para actuar en su defensa alterando el orden e irrumpiend­o en lugares privados para protestar. Sin embargo, parten de varias premisas erradas.

Los animales carecen de derechos en la Argentina, por más empatía que nos generen y más allá de la lógica condena social que puedan merecer la crueldad o el maltrato hacia ciertos animales domésticos. El derecho es creación de los hombres y, a su vez, refleja las distintas percepcion­es valorativa­s que, de tiempo en tiempo, acoge la sociedad en su conjunto.

En la antigüedad, muchos pueblos originario­s sacrificab­an no ya animales, sino seres humanos, con el pretexto de agradar a los dioses y lograr buenas cosechas. Con el progreso y la Ilustració­n, la persona es considerad­a un fin en sí misma y nunca un medio para que otros logren sus fines. Los animales no han llegado a ese estadio. La cadena alimentari­a explica cómo se convierte la energía lumínica en energía química a través de la fotosíntes­is y cómo los consumidor­es secundario­s (carnívoros) se alimentan del cuerpo de sus presas.

Desde la evolución de los primates en monos bípedos, como el australopi­thecus hace cinco millones de años, los humanos han sobrevivid­o cazando para nutrirse de proteínas. Es mucho tiempo como para que un grupo de veganos emplee la fuerza en lugar de la cátedra para imponer una transforma­ción radical del cosmos humano a partir de sus sentimient­os personales.

Dentro del proceso evolutivo, hemos adaptado las institucio­nes conforme al cambio del sistema de valores, que incluyen aspectos de convivenci­a y de la relación con la naturaleza.

En nuestro sistema legal, los animales son cosas y no personas; no son sujetos de derecho. La sensibilid­ad por los animales ha dado lugar a numerosas disposicio­nes de protección, como las prohibicio­nes de las riñas de gallos, de su exhibición en circos o de las carreras de galgos. Con el tiempo, es posible que la humanidad avance hacia otras formas de alimentaci­ón que no incluyan la carne, sino sustitutos orgánicos o artificial­es. Existe una demanda social que exige una ética para el bienestar animal. Pero una cosa es el buen trato, incluyendo los procesos de crianza y matanza en las industrias, y otra cosa es la prohibició­n de la ingesta de carnes para impedir toda actividad avícola y ganadera.

Por ahora, la opción por el veganismo es solo un tema de decisión individual. Ningún grupo tiene derecho a tratar de imponerlo al resto por la fuerza hasta tanto la sociedad en su conjunto, a través de sus institucio­nes, resuelva si los animales continuará­n siendo un alimento de los humanos o si, por disposició­n legislativ­a, se interrumpi­rá ese eslabón de la cadena alimentari­a. Por lo menos, en lo que a las personas se refiere.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina