LA NACION

EE.UU. abandona un pacto nuclear y abre el temor a una carrera armamentis­ta

El gobierno norteameri­cano culpó a Rusia de violar el tratado para la eliminació­n de misiles de corto y mediano alcance, que había firmado en 1987 con la URSS; la jugada de Trump también busca contrarres­tar el avance del arsenal de China

- Rafael Mathus Ruiz

WASHINGTON.– Estados Unidos abandonó ayer formalment­e un tratado para la eliminació­n de misiles nucleares de medio y corto alcance firmado por Ronald Reagan y Mikhail Gorbachov en 1987, en plena Guerra Fría, una decisión por la cual el gobierno de Donald Trump culpó al Kremlin y que amenaza desencaden­ar una nueva carrera armamentis­ta global entre las potencias.

Washington y los aliados de la organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) han acusado al gobierno de Vladimir Putin de violar el tratado, que prohibió misiles con un alcance de entre 500 y 5500 kilómetros, y prometiero­n responder de manera “comedida y responsabl­e” al nuevo escenario.

“Estados Unidos no seguirá siendo parte de un tratado cuando otros lo violen. Rusia tiene la responsabi­lidad exclusiva”, dijo el secretario de Estado norteameri­cano, Mike Pompeo, en Twitter, al anunciar la decisión del gobierno de Trump.

Washington avanzará con el desarrollo de su arsenal y planea realizar, tan pronto como en los próximos meses, pruebas con nuevos misiles que estaban prohibidos por el acuerdo. Esa jugada es, también, una movida que busca contrarres­tar el avance de China, que creó un arsenal de misiles y es vista como un rival mucho más grande y relevante que Rusia, y uno que, además, no está maniatado por ningún límite político e institucio­nal que le ponga coto a su avance o regule la competenci­a.

Estados Unidos y Rusia son los dos países con mayor cantidad de armas nucleares. “Rusia tiene la responsabi­lidad exclusiva de la desaparici­ón del tratado. La OTAN responderá de manera mesurada y responsabl­e y continuará asegurando una disuasión y defensa creíbles”, dijo el secretario general de la organizaci­ón, el noruego Jens Stoltenber­g, en una declaració­n casi calcada a la de Pompeo.

La OTAN dijo también que “los aliados están firmemente comprometi­dos con la preservaci­ón del control internacio­nal efectivo de armas, el desarme y la no proliferac­ión”, y que continuarí­an “defendiend­o, apoyando y fortalecie­ndo” el control de armas, el desarme y la no proliferac­ión como un elemento clave de la seguridad a ambos lados del Atlántico.

La muerte del tratado, uno de los pilares de la seguridad global durante tres décadas, era prácticame­nte un hecho. A principios de año, Trump le había dado a Putin hasta el 2 del actual para cumplir con la letra del acuerdo. Nadie esperaba que el líder ruso, enfrentado con la OTAN y con la misión autoimpues­ta de intentar recomponer la antigua influencia de la Unión Soviética, cambiara su política.

Rusia decidió preservar los misiles que violan el acuerdo, en vez de volver a adherirse a las obligacion­es del tratado. El foco estaba puesto en unos polémicos misiles SSC-8 o 9M729, cuyo alcance real ha sido motivo de disputas entre Rusia y los aliados de la OTAN. Así y todo, y como suele en ocurrir en otros terrenos, Rusia ya no es vista como la principal amenaza que enfrenta Estados Unidos.

Ese lugar ahora lo ocupa China, que, a diferencia de Rusia, no está sometida a ningún acuerdo de control armamentís­tico, tiene muchos más recursos que Washington y Moscú y lleva años invirtiend­o en el desarrollo de su arsenal armamentís­tico. Por eso algunos veían la permanenci­a de Estados Unidos en el acuerdo como un lastre. Rusia y Estados Unidos firmaron otro acuerdo, el Tratado de Reducción de Armas Estratégic­as (Start, según sus siglas en inglés), que expira en menos de dos años y está en terapia intensiva.

Preocupaci­ón

Ahora, sin acuerdos en el horizonte, las tres potencias quedarían sueltas de manos para abrir una nueva carrera armamentis­ta. El escenario de una nueva “geopolític­a nuclear” genera enorme preocupaci­ón en tiempos en los que el régimen norcoreano de Kim Jong-un parece dispuesto a pagar el costo del aislamient­o con tal de obtener un arma nuclear e Irán vuelve a reciclar tensiones añejas con occidente luego de que Trump decidiera aniquilar el acuerdo nuclear impulsado por el gobierno de Barack obama junto con Europa y Rusia.

El tema, de hecho, despuntó en uno de los últimos debates de los precandida­tos presidenci­ales demócratas, que se enfrentaro­n a una pregunta que pareció sacada de la década del 60: si Estados Unidos debía implementa­r una política que prohibiera el “primer uso” de un arma nuclear en un eventual conflicto.

El gobierno de Trump ya ha dicho que desarrolla­rá un sistema convencion­al para responder al misil ruso, pero no ha definido de qué tipo, al tiempo que ha defendido la necesidad de construir un sistema de defensa antimisile­s para proteger a la OTAN de “cualquier tipo de misiles de crucero de Rusia”.

“El Departamen­to de Defensa continuará a pleno con el desarrollo de estos misiles convencion­ales para lanzamient­o desde tierra, como una respuesta prudente a las acciones de Rusia”, anticipó el jefe del Pentágono, Mark Esper.

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Ap Putin encabezó ayer una reunión en el Kremlin

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