LA NACION

Rodríguez Larreta. “No entiendo a Lammens cuando dice que no es kirchneris­ta”

En busca de su reelección, el jefe de gobierno reconoce un aumento de la pobreza en la ciudad y temas pendientes en materia de educación; explica cómo es su relación con Lousteau

- Texto Jaime Rosemberg | Foto Ignacio Sánchez

“Muchas de las cosas que Martín Lousteau planteó en la campaña de 2015 se hicieron después en el gobierno [...]. En algunas cosas unificarem­os visiones, en otras seguiremos pensando diferente” “Los tradiciona­les encasillam­ientos ideológico­s son muy relativos. Me considero, por historia, por sangre, por familia, un desarrolli­sta, pero con una visión enfocada en la práctica”

Sentado en un luminoso bar frente al Jardín Botánico, Horacio Rodríguez Larreta se entusiasma al defender el sistema de pavimentad­o de calles y repasar las bondades del nuevo sistema de bicicletas en la ciudad. “Todo eso va a entrar en la nota, ¿no?”, bromea cuando intenta la nacion llevar la charla hacia la política. Relajado y ya dispuesto a responder, el jefe de gobierno porteño asegura que necesita otro período más en ese cargo para “resolver temas pendientes”, como la educación, y que las desventaja­s de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal en las encuestas nacionales y provincial­es tienen que ver con que “acá llevamos doce años y ellos tuvieron solamente cuatro”.

Serio, reconoce el crecimient­o de la pobreza en la ciudad, “porque nosotros decimos la verdad y no la escondemos”, y asegura “no entender” que Matías Lammens, su principal rival en la contienda porteña, diga que no es kirchneris­ta “cuando es el candidato de ese espacio” para las elecciones de agosto y octubre. “Si el ciclo de Pro en la ciudad está terminado o no lo va a decidir la gente, no los que opinan”, dice, en respuesta a la oposición.

Precavido, evita criticar a quienes se han sumado a su espacio, y se muestra contento por los “aportes y sugerencia­s” de Martín Lousteau, hoy candidato a senador por el oficialism­o. Se define “desarrolli­sta por sangre e historia” y asume como deuda pendiente profundiza­r la “revolución educativa” en su distrito.

–Macri y Vidal están perdiendo hoy según las encuestas, mientras aquí hay un escenario de triunfo. ¿Por qué? –Primero, estoy convencido de que la gente no va a volver atrás en la Argentina, Mauricio va a ganar y María Eugenia también. La gran diferencia es que en la ciudad llevamos doce años de trabajo y ellos llevan cuatro. En la ciudad, al principio, también nos costó mucho, en esta zona llovían cuatro gotas y el agua llegaba a las casas de la gente, teníamos 80 escuelas que no daban clases en invierno por falta de gas, uno se olvida. Pero hoy la gente valora las obras que se hicieron y mejoran la calidad de vida de los vecinos. Sentar las bases al principio, los cimientos de un edificio no se ven y son lo más importante. Por ejemplo: terminamos el viaducto San Martín porque abajo hay una obra que no se ve, que es la del arroyo Maldonado, que la hizo Mauricio. –No lo benefició unificar la elección nacional de Macri con la porteña… –Creo que la gente no hace tanta diferencia, para la mayoría somos un solo equipo, y la mayoría de las obras que inauguramo­s las hicimos con el Gobierno y con él como presidente. –La oposición remarca el crecimient­o de la pobreza en la ciudad. ¿Cuál es su postura? –Si hay algo que tenemos, y es un valor, es que hablamos con la verdad. Las estadístic­as que muestran la realidad... Pero, más que opinar, lo importante en mi caso es hacer. Tenemos un sistema de atención social que hemos ampliado, damos más apoyo a los comedores, con lo cual estamos haciendo un montón de cosas para ayudar en esta situación. –Es cierto entonces… –Tenemos el valor de hablar con la verdad. –En los últimos tiempos su “equipo” se ha ampliado. Muchos de quienes eran opositores a Pro, como Carrió, Ocaña o Lousteau, hoy están adentro. ¿Estaban equivocado­s? –No, no, no es que acá uno está equivocado y el otro tiene la razón. Muchas de las cosas que Martín Lousteau planteó en la campaña de 2015 se hicieron después en el gobierno. Trabajar juntos con gente que piensa diferente solo nos enriquece, y mucho. En algunas cosas unificarem­os visiones, en otras seguiremos pensando diferente, y eso es sano. Son perspectiv­as, son coyunturas, hay gente que piensa de una manera y con los años piensa de otra. –Lousteau hace eje en la educación y la salud, que ahora se toman como ejes de campaña… –En los dos temas hubo reuniones muy largas con él y su equipo, en detalle, repasando lo que se está haciendo. Muchas de sus sugerencia­s fueron tomadas, otras las vamos a analizar con más tiempo. –En un eventual segundo mandato, ¿podría sumar dirigentes del espacio radical que lo apoya? –Mi filosofía en general es que en cada lugar debo poner a quien considero que es mejor para ese cargo, independie­ntemente de quién lo sugiera. Ojalá todos quienes trabajan con nosotros nos acerquen gente de primera, vamos a sumar a todos, pero no va a ser producto de una negociació­n política. Hay que poner a los mejores. –En la coalición porteña están la Ucedé y el socialismo. ¿Usted cómo se define? –Los tradiciona­les encasillam­ientos ideológico­s son muy relativos. Me considero –por historia, por sangre, por familia– un desarrolli­sta, pero con una visión muy enfocada en la práctica y el hacer. Lo que le cambia la vida a la gente son los hechos, cuando construís una escuela, das un servicio o ponés un policía en la esquina. Eso no tiene ideología, más allá de que al fijar prioridade­s sí ponemos ideas en la práctica. –Su rival Lammens dice que no es kirchneris­ta. ¿Cómo interpreta eso? –No lo entiendo. Es el candidato del kirchneris­mo. Tengo buena relación y diálogo con él, es el presidente de un club muy importante en la ciudad, no voy a cambiar mi opinión de él porque sea candidato. –¿Está en el lugar equivocado? –Es una decisión de él, en una democracia hay que respetar al que piensa diferente, aunque no comulgo con los valores y la visión del kirchneris­mo. La gente dio vuelta la página en la Argentina y no vuelve para atrás. –La oposición dice que el ciclo Pro está agotado porque lleva 12 años… –Eso lo va a decidir la gente, no los que opinan. Hay elecciones este año, con lo cual lo vamos a ver muy pronto. –¿Va a debatir con la oposición? –Está fijado por ley, siempre debatí, con Gabriela (Michetti), también con (Mariano) Recalde y Lousteau.

Un padre interrumpe la charla: sus hijos pequeños quieren sacarse una foto con él. “¿De qué cuadro sos?”, pregunta Larreta, y reacciona con estudiado fastidio cuando uno de ellos le dice que es hincha de Independie­nte, el rival de “su” Racing. Otros comensales se acercan: el actor Jorge Martínez lo saluda con afecto y le dice que se acaba de mudar al barrio, mientras un señor canoso lo sorprende y le dice: “Yo no te voy a votar, soy Cámpora senior. Pero valoro que andes por la calle, el otro [por Macri] no puede”, dice el veterano comensal, ante la sonrisa de Rodríguez Larreta, que vuelve a meterse en el reportaje. –¿Qué quedó sin hacer? ¿Cuáles son las deudas pendientes? –No es que quedó sin hacer, pero para mí lo más importante para profundiza­r es la transforma­ción educativa. Ha sido un éxito el modelo de “secundaria del futuro”, que está en 44 escuelas y lo tenemos que llevar a todas. Estamos construyen­do 54 edificios de escuelas nuevas en este mandato, de muy buena calidad. También planeamos continuar con las obras, sacar todas las barreras de la ciudad, la próxima es la del ferrocarri­l Sarmiento. –El soterramie­nto tuvo mucha polémica y sospechas de corrupción… –Sí, con los ingenieros estamos estudiando si el mejor camino para sacar las barreras es el soterramie­nto o los viaductos como los que estamos haciendo. –Cada vez que una crisis golpeó al Gobierno en estos años se mencionó su nombre para ocupar algún cargo. ¿Le quedó la espina por no haberse sumado? –No, me entusiasma mucho el trabajo en la ciudad, y a nivel nacional hay un muy buen gobierno, liderado por Mauricio y coordinado por Marcos Peña. Con ellos trabajo todos los días en equipo. –¿Y dónde se ve en 2023? –Ese año [piensa] me encontrará, si la gente me vota, como jefe de gobierno de la ciudad hasta diciembre. –¿Y después? –No… falta mucho para después. Falta mucho.

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