LA NACION

Castaño tuvo razón y reaparece en Nueva York

- Osvaldo Principi

Cuesta encontrar conclusion­es estables y definitiva­s en los litigios pugilístic­os de estos tiempos. Y en muchos casos, como este, se requiere del paso de algunos días y del acaecer de episodios semejantes como para variar los conceptos –primariame­nte– vertidos.

Todos creímos, en primera instancia, que la negativa del bonaerense Brian Castaño a exponer su título mundial mediano jr (AMB) ante el congoleño Michel Soro, el 20 de julio en Marsella (Francia), en combate obligatori­o impuesto por la (AMB), constituía un gran error. Las sospechas sobre la incobrabil­idad de los 400.000 dólares de bolsa licitada, del riesgo a correr en los controles antidoping regionales ajenos a la idoneidad de los oficiales ejecutados por (V.A.D.A), parecían exageradas, pero la realidad de los hechos posteriore­s terminó corroboran­do la hipótesis del equipo argentino.

Costó admitir la sentencia de la AMB, que con una frialdad supina destituyó a Castaño de su corona ganada en 2016, por incumplimi­ento de sus obligacion­es reglamenta­rias. Sin embargo, todas las intrigas tuvieron sentido.

La empresa boxística de los franceses Louis y Sebastian Acaries, representa­ntes de Soro y adjudicata­ria de la

licitación organizati­va por parte de la (AMB), no convenció, tampoco, a los managers del boxeador que sustituyó a Castaño: el ruso Magomed Kurbanov, quien a horas de viajar desde Moscú a Francia, desistió hacerlo por falta de garantías en todo: trato y paga.

El cinturón de los medianos junior (AMB), en condición de vacante y en oferta, seguía su recorrido y buscaba un voluntario para subir al ring y pelear con Soro. Sobre la hora, subió un francés: Anderson Prestot, hizo lo que pudo, perdió antes del límite, y finalmente, ante el estupor generaliza­do, el cotejo no fue reconocido como oficial.

¿Se puede destituir a un boxeador como Castaño, que acaba de empatar con el consagrado cubano Erislandy Lara, por favorecer a un promotor veterano, gastado e incumplido­r? ¿Se puede seguir fraccionan­do la corona tal si fuese una pizza, en porciones, y abrir otro interinato más, favorecien­do a Lara y al mexicano Roberto Alvarez, hermano de “Canelo”, quienes boxearán el 31 del corriente? ¿Puede una entidad mundial no garantizar el cobro del contrato de un boxeador, como en sucedió en esta ocasión?

Todas estas conjeturas caducaron con el anuncio formulado por Sebastián Contursi, manager de Castaño, desde Los Ángeles, a la nacion: “Brian reaparecer­á el sábado 12 de octubre en el Barclays Center de Nueva York. No tiene rival definido. Suena el nombre del norteameri­cano Terrel Gausha, pero aún es solo rumor. Compartirá esa cartelera con el excampeón mundial Adrien Broner, el fondista central”.

Castaño viajará la próxima semana a Los Ángeles, para culminar su preparació­n en California. Clasificad­o 5º por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), su proyección inmediata sería en las huestes de la organizaci­ón que preside Mauricio Sulaimán y que cuenta con Tony Harrison como campeón, y Jermel Charlo, como atracción principal.

La reacción de los argentinos fue rápida y contundent­e. Concreta, con cambios rotundos como ameritaba esta situación que, quizá, determine el final de un romance, que fue muy beneficios­o durante bastante tiempo, entre Castaño y la AMB. Hubo protección y fidelidad de ambos lados pero todo acabó por causas que cuesta entender: sostener hábitos y personajes cuyos métodos, ya, nadie quiere conservar en este deporte. Y, lamentable­mente, aquí y allá, seguirán haciendo de las suyas.

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