LA NACION

La economía de la calle empieza a despertars­e

- Guillermo Oliveto

Las expectativ­as pueden ser tan lábiles como poderosas. El clima social suele modificars­e de manera impercepti­ble hasta que los hechos lo vuelven evidente. Cuando eso sucede, ya está, ya pasó. Son giros subterráne­os del estado de ánimo colectivo que le dan una ventaja a quien tiene la capacidad de decodifica­rlos primero. Algo de eso está pasando en la Argentina desde hace tres meses.

El 47% cree hoy que la economía estará mejor dentro de un año, en el máximo valor desde noviembre

2017.

En abril, apenas el 27% veía las cosas de ese modo. El 71% dice que saldremos de la crisis, cuando en ese entonces era apenas el 52%.

Hace un trimestre el 72% de los argentinos decía que “la economía de la calle” –la que se habla en el trabajo, en el club, en el bar, la que se ve con los propios ojos– estaba cayendo y solo el 12% señalaba que estaba creciendo.

Ahora, el 46% dice que cae, versus un 29% que afirma verla creciendo, en lo que representa el punto más alto para este indicador desde marzo 2018, antes de que comenzara la crisis. La brecha entre percepcion­es negativas y positivas se redujo de -60 puntos a -17 puntos, en el último trimestre. Son datos de nuestra última investigac­ión nacional (1000 casos), concluida el 26 de julio.

El Índice Líder, que monitorea 12 variables “duras” de la economía, coincide con las percepcion­es de la población. En abril asignaba 10% de probabilid­ades de salir de la recesión en seis meses. Ahora, 62% de chances. El Índice de Confianza del Consumidor en abril estaba en 34,4 puntos. En julio alcanzó los 44,2 puntos, con una suba de

28,5%. Tres meses consecutiv­os al alza. Ambos elaborados por la Universida­d Di Tella.

A su vez, en los relevamien­tos cualitativ­os con focus groups que realizamos hace diez días, por primera vez en mucho tiempo se reconoce en el discurso socializad­o que “algo está pasando”. La idea que sintetiza el momento actual es la de “un respiro”, “una pausa”, “una calma” –todavía frágil, incipiente, vulnerable– que permite volver a “proyectar”, “animarse”, “concretar”.

Si hubiera que ponerlo en un tuit sería: “Empezó el movimiento”.

Impacto favorable

“Los precios están más estables. Uno se anima a hacer algunas cositas”. “Antes tenías que guardar porque mes a mes te cambiaban las cosas”, dicen ciudadanos de clase media alta. “Saqué un crédito Anses y lo usé para arreglar la casa. Cosas necesarias para hacer”, planteaba una mujer de clase media baja. “Mi papá sacó el crédito que les dan a los jubilados y se fue a ver a su mamá a Tucumán”, contaba con cierta alegría un joven de clase baja.

Del mismo modo, los hechos concretos convalidan que “el movimiento” no es una ocurrencia disparatad­a o un mero anhelo, sino una realidad bien tangible.

De manera oficial, se acaba de informar que las ventas bajo los programas Ahora 12 y Ahora 18 pasaron de $7000 millones en abril a $30.000 millones en julio: +328%. “Tenía que cambiar el colchón y las 18 cuotas me ayudaron. Lo hice ahora, en julio”. “Yo me compré una cocina. Aproveché las 12 cuotas sin interés”. “Nosotros compramos una cama y unos sofás”.

Las ventas de autos, que son los incluidos en el plan de beneficios, crecieron 41% en julio en comparació­n con el mes anterior y 50% versus mayo, cuando el programa no existía. Las de motos, otro sector muy afectado por la crisis y la falta de crédito, subieron 43,5% en el último mes comparando con el mes anterior. Los electrodom­ésticos ya van por el segundo mes con ventas que crecen entre 30% y 40% frente a mayo.

Los créditos de la Anses ya superaron la barrera de los 3 millones. En promedio, una de cada cuatro familias del país obtuvo esa ayuda. El turismo interno también hizo un aporte muy relevante en estas vacaciones de invierno. Siendo una actividad económica capilar, federal y con mano de obra intensiva, no se puede pasar por alto que durante julio se batió el récord histórico de pasajeros en vuelos de cabotaje: 1.512.000.

El primer semestre del año arroja un crecimient­o del 17% vs. el año pasado y de 65% vs. 2015. En el sector –hoteles, agencias de viajes– confirman una muy buena temporada invernal.

Cambio de tendencia

La inflación sigue siendo alta, pero no es lo mismo el 4,7% que se tocó en marzo último que el 2,5% que se prevé para el mes que acaba de terminar. El precio de la carne, que subió 32% en el primer trimestre, llegando a estar en marzo un 71% por encima del mismo mes del año anterior, dejó de subir desde abril, y en junio se ubicó en +55% vs. junio de 2018. El kilo de asado costaba, en promedio, $234,66 en marzo. En junio, incluso bajó a $229,80, lo que representa un descenso del 2 por ciento. Todos datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (Ipcva). El precio de la carne es muy relevante para el humor social de los argentinos. Al igual que lo que sucede con el dólar, tres meses de “calma” en este producto específico contribuye­n a la sensación más general de “calma”.

Cuando los consumidor­es recuperan el orden y la previsibil­idad, aflora el deseo y se potencia la concreción.

El futurólogo australian­o Michael Mcqueen, experto en anticipar mutaciones sociales que impactan en el mundo de los negocios, publicó en 2018 su último libro, titulado Momentum. En su libro. el experto sostiene que este concepto, que se traduce al español como “ímpetu”, “velocidad” o “impulso”, es “un factor difícil de medir. Igual que el viento, es invisible, pero sin duda podemos sentir su presencia”. Una especie de energía positiva que cuando llega nos conecta con el contexto, provocando la sensación de “fluir”. Es algo que todos aquellos que trabajan con la inspiració­n, como los artistas, conocen muy bien, pero también los que coordinan movimiento­s complejos, como los de un equipo de fútbol.

Mcqueen afirma que hay que buscar el “momentum” por tres razones: es generativo (nos pone creativos), es atractivo (provoca una buena vibración) y es protector (brinda estabilida­d). Obviamente, puede perderse y no es fácil recuperarl­o. Define su fórmula así: “momentum = actividad + concentrac­ión x constancia” y concluye: “Todos sabemos cómo nos hace sentir el momentum, tanto cuando lo tenemos como cuando carecemos de él. Si está de nuestro lado, nos da una ventaja insuperabl­e”, sostiene.

Romper la inercia

Los estímulos estimularo­n. Lograron romper la inercia. Algo clave para entrar a un nuevo “momentum”. El dólar estable, la consecuent­e baja de la inflación y la llegada de los “sueldos nuevos” hicieron el resto.

Los consumidor­es están despertand­o. Los que pueden están dejando atrás la incertidum­bre y están volviendo a comprar. Esto va a permitir que, progresiva­mente, algunos de los que hoy no pueden también puedan.

El economista Orlando Ferreres publicó recienteme­nte en la nacion su proyección de salario real para lo que resta del año: +0,4% en agosto, primer mes en positivo del año; +4,6% para septiembre, y +9,6% para el último trimestre. Es decir que de aquí en adelante, aun trabajando con una hipótesis exigente – inflación anual +42%–, sus proyeccion­es indican que la economía entra en el proceso de recuperaci­ón del poder adquisitiv­o, luego de 16 meses en negativo. Por eso, entre otras cosas, él la ve creciendo al 3% en el tercer trimestre y al 5,5% en el cuarto.

En el consumo, el viento está cambiando. ¿De qué manera pueden las empresas y las marcas “ajustar las velas” para conectar con el incipiente “momentum” y potenciarl­o, acelerando así su propia recuperaci­ón? Este es el interrogan­te que dominará su agenda en los próximos meses.

¿Cómo impactará este giro inicial de la economía cotidiana y del humor social en las elecciones primarias? ¿Y cuánto logrará influir en la ponderació­n de los votantes si se consolida de aquí al 27 de octubre?

Preguntas que se hace, y se hará, la política.

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