LA NACION

Hoy comienza el juicio por abuso de menores en ese instituto educativo

Dos sacerdotes y un empleado podrían recibir penas de hasta 50 años de cárcel

- Alejandro Horvat

Hoy comenzará en Mendoza el juicio oral por el caso de abusos y torturas de chicos hipoacúsic­os ocurrido en el Instituto Próvolo, ubicado en la ciudad mendocina de Luján de Cuyo.

En el banquillo de los acusados estarán sentados Nicola Corradi, el sacerdote italiano que también tiene denuncias por abusos en las sedes de ese establecim­iento en la ciudad italiana de Verona y en La Plata; Horacio Corbacho, sacerdote de la institució­n, y Armando Gómez, un empleado.

A ambos se los acusa de abuso sexual, corrupción de menores y maltrato de los chicos hipoacúsic­os que se alojaban en el establecim­iento educativo mendocino. Las penas podrían alcanzar los 50 años de cárcel.la causa ya tiene un condenado a 10 años de prisión: el monaguillo Jorge Bordón.

La del Próvolo es una historia trágica que empezó en la sede principal del instituto, en Verona, entre 1950 y 1984. Allí hubo decenas de sacerdotes acusados de abusar sexualment­e y torturar a chicos sordos.

Traslado y silencio

Cuando esas denuncias tomaron notoriedad, Corra di, hoy con prisión domiciliar­ia por problemas de salud, fue trasladado a la Argentina, el 31 de enero de 1970, y quedó al frente del Instituto Próvolo de La Plata, en Buenos Aires. Allí continuó con los abusos hasta 1998. Ese año el escándalo también desbordó los muros de la sede platense, y la respuesta de la Iglesia fue trasladar a Corradi al Próvolo de Luján de Cuyo. Allí se mantuvo al frente del instituto hasta el 26 de noviembre de 2016.

“El juicio que empieza es por la causa principal del Próvolo de Mendoza. En esta causa hay cinco imputados, de los cuales uno ya está condenado y otro fue declarado inimputabl­e, por lo que quedan tres. A Corbacho se lo imputa por 16 hechos; a Corradi, por seis, y a Gómez, por otros seis. Corbacho y Gómez transitan el proceso judicial en la cárcel de Boulogne Sur Mer. Corradi tiene prisión domiciliar­ia. Hay 10 víctimas en esta causa”, explicó Gustavo Stroppiana, fiscal de la causa.

En este caso, hay otras dos causas judiciales. Una en la que está imputada la monja japonesa Kumiko Kosaka, acusada de abusos y corrupción de menores por hechos propios y de terceros, y espera el juicio bajo el régimen de prisión domiciliar­ia.

En la tercera causa judicial en esta provincia hay otras ocho personas imputadas: la exdirector­a Graciela Pascual, también con prisión domiciliar­ia; la religiosa Asunción Martínez; otros exdirectiv­os, y una psicóloga. Entre todos los expediente­s judiciales se cuentan 16 víctimas.

“La escala penal que afrontan va de los 10 años a los 50 años de prisión; todavía falta hacer el debate y ventilar las pruebas, y una vez que terminemos con los alegatos vamos a determinar la pena que vamos a pedirle al juez”, agregó Stroppiana.

“Fue un proceso muy trabajoso, largo y desgastant­e. Ellos presentaro­n infinidad de nulidades y apelacione­s. Por otro lado, fue muy difícil, por las caracterís­ticas de los chicos, describir los hechos y ubicarlos en tiempo y lugar”, argumentó el fiscal.

“Realmente es un logro haber llegado hasta esta instancia, porque lo que siempre pasó en el mundo con estos juicios de abuso eclesiásti­co es que todo terminaba en la nada. Acá hubo mucha valentía del Ministerio Público, del Poder Judicial y de las víctimas”, sostuvo Oscar Barrera, abogado querellant­e de la causa.

Representa­nte legal de cinco víctimas, una de las cuales ya no interviene porque fue víctima de Bordón, que ya fue condenado, Barrera amplió: “Hubo intencione­s de presionar o intervenir, pero hasta el momento no tuvieron éxito. En un momento intentaron tener el expediente con esta excusa de que querían hacer una investigac­ión eclesiásti­ca”.

“Nosotros vamos a pedir penas elevadas porque realmente no observamos que existan en estos sujetos elementos atenuantes, sobre todo en Corradi y Corbacho. La conducta de Corradi viene de Verona y La Plata, es un tipo que no es la primera vez que lo hace, más allá de que no haya condenas en esos lugares que nombré. Respecto de Corbacho, los delitos que cometió son atroces. Hay denuncias de acceso carnal por ambas vías contra nenes y nenas de siete años. Este tipo es un depredador sexual de niños”, agregó.

En cuanto a las víctimas, Paola González, madre de una de ellas, pide que no haya “más caricias”, a los imputados. “Esperamos penas altas y cárcel efectiva. Esperamos que haya una condena ejemplar, porque este fue un caso horroroso. A los familiares nos arruinó la vida”.

la nacion se puso en contacto con la defensa de Corradi y Corbacho, pero prefiriero­n no efectuar declaracio­nes sobre el proceso judicial que enfrentan ambos sacerdotes.

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