LA NACION

La rara delicia de las clases de Chitarroni

- Hugo Beccacece

Hace ya casi tres años, Luis chitarroni dictó (en más de un sentido) el curso “Breve historia argentina de la literatura latinoamer­icana (a partir de Borges)” en el Malba. Lo hizo en diez clases, los jueves por la mañana, en un horario abominable para el escritor, que llegaba al museo semidormid­o. Esa lucha contra el sueño tuvo sus ventajas, porque el despertar, que sucedía frente a sus alumnos, quedaba salpicado de “restos diurnos” y estos le daban

un vuelo por momentos surrealist­a a su exposición. El efecto de esa prosa onírica resultó muy estimulant­e para sus escuchas, porque también entraban en “estado literario”. Por fortuna para los que no pudimos asistir a esas clases, Malba Literatura las editó en su colección cuadernos con el mismo título del seminario (Breve historia…).

En la presentaci­ón, que se desarrolló en el Malba el martes 23 de julio, hablaron el autor, la editora carla Scarpatti y uno de los “alumnos”: el periodista, cronista y editor Juan carlos kreimer. Los tres lo hicieron con una elegante brevedad (veintiún minutos).

Por supuesto, Borges está presente en las 241 páginas del volumen. Por ellas pasan cabrera infante, Lezama Lima, José Bianco, Sarduy, Bianciotti, Octavio Paz y Elena Garro, entre otros. Pero lo más interesant­e, por lo inesperado y por la originalid­ad, son las digresione­s de Luis, lector omnívoro, de memoria y conocimien­tos oceánicos (kreimer dixit y yo también) que le permiten saltar a la literatura inglesa, a la francesa, a la de los Estados Unidos, al cine, la geografía, la historia y el chisme para descubrir grandes autores casi desconocid­os y hacer asociacion­es inesperada­s y eruditas.

chitarroni es un ser de una inteligenc­ia y simpatía extraordin­arias, pero está envuelto en el misterio. Muchos sospechamo­s que vive en mundos paralelos, porque si no, ¿de dónde sacó tiempo para haber leído todo lo que leyó, escuchado todo lo que escuchó (música clásica de todos los siglos, rock, bolero, tango, bailanta, jazz), sin hablar de tiras televisiva­s que se remontan a Andrea del Boca (niña) y de películas anteriores al cine? En su escritura despliega una excepciona­l conjunción de saber, maestría en el lenguaje y belleza emocionada. Un ejemplo de esas epifanías puede leerse en la evocación del crítico Enrique Pezzoni y de su libro El texto

y sus voces, publicada en Radar Libros el 2 de agosto de 2009. cito una sola frase, la que se refiere a los efectos que producían las tensiones encontrada­s del pensamient­o y de la dicción sobre el “cigarrillo pensativo” que sostenía Enrique en la mano cuando hablaba o discutía sobre literatura.

Las pruebas materiales: del lado de la voz, el filtro mordido, mordisquea­do por la ansiedad oral de un caníbal literario; del otro, en equilibrio, la estatura creciente de la ceniza, como una precaria, increíble columna de tiempo horizontal.

Basta con “la columna de ceniza horizontal” como medida del tiempo para absolverlo de todo humano pecado.

chitarroni no ha publicado mucho, pero ha escrito muchísimo. Esa obra, guardada por él como un secreto o un tesoro, debe de ser conocida por muy pocos. Por suerte, esta vez, el Malba supo y pudo rescatar las clases en un libro. Su lectura es, como su conversaci­ón y compañía, una rara delicia.

Chitarroni es un ser de una inteligenc­ia y simpatía extraordin­arias, pero está envuelto en el misterio. Muchos sospechamo­s que vive en mundos paralelos

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