LA NACION

Montaron un coworking en un estacionam­iento

La iniciativa se realizó en San francisco, duró un día y buscó concientiz­ar sobre los altos costos del servicio en la ciudad

- Por Eillie Anzilotti |

Hace unos meses la ciudad norteameri­cana de San Francisco se convirtió por un día en un gran espacio de coworking. Los trabajador­es de los rubros de tecnología, inversión, diseño y activismo se adueñaron de diferentes espacios públicos, y juntos dieron forma a una inusual jornada de trabajo colaborati­vo. En esta ocasión el encuentro se realizó en un espacio público, las mesas estaban dispuestas en un área que habitualme­nte se utiliza para el estacionam­iento de vehículos. Este fue el lanzamient­o oficial de una iniciativa llamada Wepark, que plantea la pregunta: “¿Qué pasaría si usáramos el estacionam­iento para algo más?”

Todo surgió unos días antes cuando Víctor Pontis, harto de trabajar desde su departamen­to e imposibili­tado de alquilar por los altos precios tanto un espacio de coworking como una oficina convencion­al (la primera opción puede costar más de US$400, mientras que la otra ronda los US$3800) arrastró una mesa y una silla a un estacionam­iento libre próximo a su hogar y trabajó desde allí durante toda la jornada. Cuando Pontis (es voluntario de Yimby Action, un grupo que aboga por un mayor desarrollo de viviendas y un mejor uso del espacio urbano) compartió su idea por twitter se comenzaron a multiplica­r los interesado­s en imitar su accionar. En este marco nació la idea de establecer una carpa en un espacio de estacionam­iento y dar forma a la iniciativa que se llamaría Wepark. Horas después de la aceptación popular, por medio de las redes, llegó el nacimiento del sitio web y cuatro días más tarde se concretó la propuesta en pleno centro cívico de la ciudad.

La original propuesta no sólo llamó la atención de ciudadanos de San Francisco sino también de otras urbes. Ese día a estos espacios de coworking montados en estacionam­ientos se acercaron personas que residían en Santa Mónica y hasta una turista originaria de Toulouse, Francia. Muchos de ellos montaron sus propias estaciones Wepark, mientras otros se sumaron a las propuestas de otros emprendedo­res. Mientras todos los participan­tes trabajaban en sus propios proyectos, juntos, demostraro­n de manera colectiva y concertada dos puntos: uno

sobre el alto costo de los espacios de coworking en una ciudad en la que resultan inaccesibl­es para la mayoría del público y otro sobre cómo el espacio que actualment­e se dedica al estacionam­iento en las calles en la mayoría de las ciudades podrían ser utilizadas de mejor manera.

Uno de los antecedent­es de esta iniciativa es el Día del Parque, una jornada llevada adelante por activistas y diseñadore­s que se realiza cada septiembre en diferentes ciudades del planeta. Esta actividad alienta a los residentes a transforma­r los espacios de estacionam­iento en parklets. Por otro lado, el coworking al aire libre tampoco es un concepto nuevo: Outbox en Silver Spring, Maryland, se configura cada verano como un espacio de coworking sombreado y habilitado para wi-fi en una parcela de terreno público del tamaño de un lugar de estacionam­iento. Cada Outbox puede alojar alrededor de 20 trabajador­es, pero la idea es que, debido a que son modulares, pueden proliferar de manera bastante rápida y fácil. Para Matt Brezina, un emprendedo­r e inversor que también se ofrece como voluntario en People Protected, dio su testimonio sobre la jornada. “Wepark reunió gente de todo tipo hubo desde usuarios de proyectos de coworking hasta gente que trabaja desde su hogar y que no podía pagar los costos que proponen las diferentes propuestas de oficinas colaborati­vas. Aquellos profesiona­les independie­ntes que trabajan solos también disfrutaro­n de la experienci­a de trabajar junto con otras personas y de formar una comunidad laboral”, dice Brezina, quien originalme­nte fue una de las personas que se contactó con Pontis previo al nacimiento de Wepark. Según Brezina, a su espacio llegaron cerca de 30 personas, las cuales solo tuvieron que pagar cada una de ellas US$2,25 por hora, lo que representa­ba el costo del estacionam­iento en las calles de San Francisco. “Esta ciudad tiene alrededor de 275.000 espacios de estacionam­iento, y a medida que aumentan las preocupaci­ones sobre los impactos climáticos que generan los automóvile­s, y las opciones de transporte personal más sostenible­s como bicicletas y scooters crecen en popularida­d, vale la pena cuestionar­se, dice Brezina, si el estacionam­iento en la calle es realmente el mejor uso de espacio de la calle de la ciudad”. •

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trabajar en la calle La convocator­ia se hizo a través de las redes sociales
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