LA NACION

Bajo críticas, Trump condenó el racismo

Sin exigir más controles, pidió medidas para evitar tiroteos.

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE.UU.

WASHINGTON.– Bajo fuertes críticas, acusado de haber atizado la violencia en el país con su retórica, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ofreció su más contundent­e y frontal condena al racismo en un calibrado discurso en la Casa Blanca, en un intento por atenuar el espanto desatado por las masacres del fin de semana en El Paso y Dayton.

“Con una voz, nuestra nación debe condenar la intoleranc­ia, el odio y la supremacía blanca”, dijo Trump, al leer un discurso en la Casa Blanca, acompañado por el vicepresid­ente, Mike Pence, que ofreció un fuerte contraste con sus habituales diatribas en Twitter, actos de campaña o cuando responde preguntas de la prensa. “Estas siniestras ideologías deben ser derrotadas. El odio no tiene lugar en Estados Unidos”, afirmó.

Trump le habló a un país impotente y horrorizad­o luego de un fin de semana de furia en el que dos tiroteos masivos dejaron al menos 22 víctimas en El Paso, Texas, y otras nueve en Dayton, Ohio. Trump tildó las matanzas de “ataques nefastos” y “crímenes contra la humanidad”, y confirmó que el tirador de El Paso, Patrick Crusius, publicó en internet un manifiesto “consumido por el odio racista” antes de la matanza. El documento dice que la masacre es una respuesta a “la invasión hispana de Texas”. Trump ha utilizado varias veces la palabra “invasión” al referirse a los inmigrante­s.

“El odio deforma la mente, devasta el corazón y devora el alma”, afirmó el presidente.

Con su mensaje, Trump intentó acallar el incipiente repudio de demócratas y progresist­as que cargaron contra su retórica racista y xenófoba, y llegaron, incluso, a responsabi­lizarlo por los tiroteos. Trump ha denostado a los inmigrante­s al vincularlo­s al crimen, el narcotráfi­co y el caos; una y otra vez ha hablado de una “invasión” al país, y en un reciente acto de campaña en Florida, se río cuando un asistente sugirió matarlos.

Acusado por sus críticos de ser uno de los presidente­s más divisivos de la historia, Trump ensayó otro llamado a la unidad, una reacción de libreto luego de masacres como las del fin de semana. Dijo que el país no podía sentirse “impotente”, y que debía detener el flagelo “actuando como un solo pueblo”. Le pidió a republican­os y demócratas que encuentren “soluciones bipartidis­tas”, una tarea hercúlea en tiempos de grieta.

A la hora de explicar la raíz de la epidemia de violencia y ofrecer una solución, Trump desligó a las armas. Por el contrario, culpó a “los peligros de internet y las redes sociales”, la “glorificac­ión de la violencia”, los videojuego­s y las enfermedad­es mentales. Dijo que había que frenar los asesinatos masivos antes de que ocurrieran. “La enfermedad mental y el odio aprietan el gatillo, no el arma”, definió.

Trump pidió la pena de muerte para las personas que cometan crímenes de odio y asesinatos masivos. Ordenó al Departamen­to de Justicia que desarrolle herramient­as para “detectar” tiradores antes de que ataquen. Abogó por un “cambio cultural”, el cual, reconoció, es “difícil”. Y pidió reformar la legislació­n para identifica­r mejor a personas con problemas mentales y darles tratamient­o, además de ampliar los controles de antecedent­es y restringir el acceso a las armas con “banderas rojas” para personas que represente­n un riesgo a la seguridad pública. Pero no ofreció medida o regulación específica alguna para intentar reducir o controlar mejor el arsenal de Estados Unidos, el país con más armas per cápita del planeta.

“Ahora es el momento de dejar de lado el partidismo destructiv­o, tan destructiv­o, y encontrar el coraje para responder al odio con unidad, devoción y amor”, abogó el presidente en su discurso.

No fueron pocos quienes remarcaron el fuerte contraste entre el mensajeleí­dodesdeelt­eleprompte­r en la Casa Blanca y los latigazos espontáneo­s que suele desparrama­r Trump en Twitter, ante la prensa o en sus actos de campaña contra los demócratas, a quienes ha acusado de querer destruir el país llevándolo al socialismo, la prensa o los inmigrante­s, dos de sus blancos más recurrente­s. De hecho, ayer, antes de su discurso, Trump atacó a los medios en Twitter, al acusarlos de construir a “la ira y rabia”.

“Los medios de comunicaci­ón tienen una gran responsabi­lidad con la vida y la seguridad en nuestro país. Las noticias falsas han contribuid­o en gran medida a la ira y rabia que se han acumulado durante muchos años. La cobertura de noticias debe comenzar a ser justa, equilibrad­a e imparcial, ¡o estos terribles problemas solo empeorarán!”, tuiteó el mandatario.

Al margen del contraste en los mensajes presidenci­ales, Trump ofreció escasos indicios respecto de cómo planea quebrar la grieta que separa a republican­os y demócratas, si es que, de hecho, piensa intentarlo. La férrea alianza del oficialism­o con la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA, según sus siglas en inglés) ha frenado todos los intentos demócratas por reforzar los controles a las armas en los últimos años. Los demócratas acusan a los republican­os de ofrecer solo “oraciones y plegarias” como respuesta a las matanzas.

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Trump y Pence, tras su mensaje en la Casa Blanca

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