Deforestación y soberanía
Según la propia agencia estatal brasileña que monitorea la deforestación, en la selva amazónica de aquel país aquella ha aumentado con rapidez en los meses que lleva gobernando Jair Bolsonaro. Un monitoreo satelital indica que se perdieron más de 3000 kilómetros cuadrados de área boscosa desde que asumió el nuevo presidente, en enero último, un peligroso aumento del 39% respecto del mismo período del año pasado.
En un reciente encuentro con la prensa extranjera, Bolsonaro aseguró que existe una “psicosis ambiental” y que si lo que se afirma fuera cierto, la Amazonia ya se habría extinguido. Su gobierno ha recibido críticas de los ambientalistas, incluso de países como Noruega y Alemania, que han planteado la posibilidad de cancelar el Fondo Amazonas, creado en 2008 para recaudar donaciones destinadas a combatir la deforestación en torno del río Amazonas. Durante su reunión con los periodistas, el presidente de Brasil minimizó las críticas internacionales. Resonó una frase
de Bolsonaro que adelanta uno de los desafíos ambientales del presente siglo: “Amazonas es de Brasil, no de ustedes”, afirmó, asegurando que existe un complot global para obstaculizar el desarrollo de su país y que los líderes europeos buscan la conservación de la Amazonia porque son ellos quienes quieren desarrollarla en el futuro.
Tan rotunda afirmación conduce a cuestionarnos sobre el modo en que se propone proteger los recursos que resultan beneficiosos para toda la humanidad. El Amazonas actúa como un regulador del clima y funciona como un verdadero pulmón global, herramienta esencial para la lucha contra el cambio climático. Constituye, además, una de las ecorregiones con mayor biodiversidad del planeta. ¿Cuál ha de ser el remedio frente a un país que reduce visible y peligrosamente los esfuerzos para combatir la tala, la minería y la explotación ganadera ilegales? ¿Acaso los mandatarios de todos los países no deberían actuar de manera responsable en materia de conservación de sus bosques y recursos, al menos cuando el impacto de su destrucción puede impactar mas allá de las propias fronteras?
El cambio climático quizás sea el ejemplo mas concreto de acciones individuales que han impactado fuertemente más allá de los límites territoriales y que han puesto en peligro la calidad de vida de toda la humanidad. Las múltiples interrelaciones presentes en la naturaleza plantean un desafío de comprensión para establecer nuevos paradigmas de convivencia.
La interrelación entre los ecosistemas excede obviamente los límites políticos de cada país. Sin duda, la conservación de la calidad de vida en la Tierra dependerá de que cada país actúe de manera responsable en materia de preservación de sus recursos. Al menos cuando su descuido o destrucción pueda impactar más allá de las propias fronteras. Los respectivos mandatarios deberían ser los principales guardianes y cuidadores de los recursos naturales de cada país. La vida del planeta depende, mal que nos pese, de sus decisiones.