Trampolín de oro El básquetbol arriesgó en los Panamericanos y el éxito le dio rodaje para el Mundial
La decisión de Sergio Hernández consistió en llevar a Perú a los mejores y asumir la candidatura para potenciar el espíritu ganador, aun teniendo China 2019 a la vuelta de la esquina; la coronación refuerza el carácter del equipo
LIMA.– Anduvieron a los saltos. Pero no porque atravesaran grandes zozobras durante el torneo, sino por el festejo de ese grupo de gigantes que hacía temblar el parquet con todo su peso. El oro del básquetbol en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 devino en una celebración con emociones, pero en su justa medida. Luis Scola levantó a sus hijos Matías y Lucas y los abrazó hasta la altura de sus ojos, al tiempo que Nicolás Lapprovitola cortaba una red de los aros para que se la llevara Facundo Campazzo, el showman de las jugadas geniales y los pases increíbles.
Fue un desahogo para todos, pero la idea de ganar estos Juegos resultó una apuesta de riesgo para esta selección. La decisión de Sergio Hernández consistió en traer a Lima a sus mejores hombres y asumir la candidatura al título, aun teniendo el Mundial de China a la vuelta de la esquina, a partir del 31 de este mes. La estrategia que se eligió apuntaba a levantar el ánimo del equipo y forjar un espíritu ganador, aunque eso significara un desgaste que algunos jugadores podían considerar innecesario. Esta ciudad y este certamen podían ser el germen de una incipiente mística; una manera de recuperar rasgos de la Generación Dorada, aunque esa camada sea seguramente insuperable en el tiempo.
Hoy, para este plantel, el oro panamericano equivale a la medalla olímpica que buscaban Ginóbili y compañía hasta Londres 2012. Si la Argentina no se colgaba la presea dorada en estos Panamericanos, todo se hubiera vuelto muy cuesta arriba, porque los mismos jugadores iban a dudar de la decisión de haber participado en esta cita. Luis Scola, el único consagrado de este equipo, no tenía ninguna necesidad de venir, pero se comprometió con la causa y, de paso, llenó un hueco en su carrera porque le faltaba formar parte de unos Juegos Panamericanos.
La jugada salió bien, en definitiva. Y la coronación refuerza el carácter del equipo. Llegaron como favoritos e internamente sabían que si no atesoraban el oro hubiese sido un fracaso. Terminaron sacando la empresa adelante, más allá de los descuidos con República Dominicana y la caída ante los juveniles de México. En las semifinales ajusticiaron a los basquetbolistas universitarios de Estados Unidos y no se complicaron demasiado en la final ante un remendado Puerto Rico. Una actuación correcta, sobria y a todas luces exitosa.
Y ahí está Sergio Hernández, el cerebro detrás de este proyecto panamericano, con la estación intermedia en el Mundial de China y el deseado desembarco en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. El DT nunca había ganado un título en la selección: perdió las finales del Premundial 2005 –contra Brasil–, la del Preolímpico 2015 –frente a Venezuela– y la definición de la Americup 2017 en el choque ante EE.UU. Ni siquiera se había llevado el Sudamericano, un torneo menor, porque en 2008 se enfocó en el equipo olímpico y le dejó un plantel alternativo a Guillermo Narvarte. Sin embargo, nunca nadie le cuestionó nada porque su trabajo fue muy bueno; se sabía que la selección estaba en buenas manos.
Aquella medalla de plata en el Preolímpico 2015 resultó mucho más valiosa que esta consagración panamericana, y más aún la de bronce en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Pero en la mente de Hernández estaba esa astilla: nunca se había ungido como un DT ganador en un torneo oficial con la selección. Oveja necesitaba sentirse campeón, y en esa búsqueda empieza a entenderse una parte de esta decisión riesgosa de someter al plantel a un desgaste inusual antes de un Mundial. Pero también es cierto que los jugadores necesitaban sentirse campeones.
“¿Si fue una apuesta riesgosa? Siempre me caractericé por asumir riesgos. En el juego y en mi vida. Me parecía que era el momento, porque la Argentina tenía hasta ahora un solo oro panamericano en toda la historia, aquel de Mar del Plata 95. Nos creemos que dominamos el básquet mundial, pero ya era hora de que valoráramos también los torneos continentales también, ¿no? Y lo logramos”, apunta Hernández.
Gracias a su jerarquía y su confiabilidad, la Generación Dorada acostumbró a apuntarles a los grandes torneos (Mundiales y Juegos Olímpicos) y a mandar suplentes a los torneos menores. Hoy, la base no entrega tanto potencial humano como hasta hace algunos años. Es cuestión de acostumbrarse a la nueva realidad del básquet argentino: deben considerarse los objetivos no tan grandes, pero igualmente muy valiosos dentro de este escenario. Seguramente, si aquel brillante equipo de Ginóbili, Nocioni, Oberto, Delfino y compañía se hubiera presentado a los Preolímpicos de 2003, 2007, 2011 y 2015, habría ganado, pero la mirada estaba puesta en empresas más grandes.
Los ánimos están renovados, sin dudas, al margen de lo complicado que será clasificarse para Tokio 2020. “Ahora estamos mucho mejor para ir a China de lo que estábamos antes. La selección necesitaba tener esa presión de ganar. A veces, ese miedo de no cumplir la expectativa te hace esquivar la candidatura, pero la asumimos y nos volvió poderosos”, indica Hernández, que sigue reflexionando con la mirada en Oriente: “Queríamos venir a Lima por el torneo en sí, pero indirectamente nos daba un rodaje muy grande, porque también era una camada que tenía que jugar alguna vez con la presión de ganar algo. Ahora vamos al Mundial sin la presión de obtenerlo”.
Manu Ginóbili disfrutó del oro a la distancia: “Campeón panamericano después de muuuuchos años. ¡A disfrutarlo! (Y yo a dormir ya. ¡Cansado de solo mirar!)”, escribió. También hubo saludos de otro histórico como Andrés Nocioni: “Gran trabajo del equipo. Muy buen torneo, disfrútenlo. Pero sin olvidarse de lo que se viene. Aguanten los Pibes!!!”. Y mientras tanto, Scola, que a los 39 años vivió este certamen con el entusiasmo de un novato: “No sé si necesitábamos esto para saber dónde estamos parados, creo que todo el mundo lo sabe. Si bien estos Juegos Panamericanos se dieron en la previa del Mundial y podría haberse usado como preparación, es un torneo en sí mismo y veníamos a ganarlo”.