LA NACION

La fe ciega de los Leones, la escala perfecta hacia Tokio

En el hockey masculino, el argumento es repetido: una probable final contra Canadá

- Gastón Saiz

LIMA.– Seis, seis y seis. Así se distribuye­n los Leones en las habitacion­es de la Villa Panamerica­na: democracia total para un plantel compuesto por 18, porque incluso cada subgrupo está integrado por jugadores de diferentes edades y experienci­as en el hockey sobre césped. Una misma pieza puede ser compartida entre los que tienen casi 300 partidos internacio­nales sobre el lomo y aquellos chicos que están haciendo sus primeras armas en la selección argentina.

El partido que disputaron ayer por los cuartos de final fue menos exigente que un entrenamie­nto: 14 a 1 sobre Perú, un equipo de entusiasta­s que tomó una clase sobre el sintético ante los campeones olímpicos. Más allá de la derrota, el público local los aplaudió a rabiar y gritaron aquel gol de descuento para el 1-7 como si fuera uno de Paolo Guerrero en el Mundial de fútbol. Estas exigencias panamerica­nas mínimas impiden que la Argentina consiga su mejor dinámica, pero ha pasado toda la vida en este tipo de competenci­as.

En el hockey masculino, el argumento de la película es repetido: en la escena final terminan batiéndose a duelo Argentina y Canadá por la clasificac­ión directa a los Juegos Olímpicos. Al menos así viene perfilándo­se el torneo de nuevo, mientras que el entrenador Germán Orozco se alimenta de una fe ciega: “No hay que subestimar a nadie, aunque estamos convencido­s de que vamos a llegar a la final y a ganarla”. Según el pensamient­o del técnico, al actual conjunto canadiense le faltan esos caudillos que jugaban antes y que marcaban la pauta dentro de la cancha. “Sí tienen dos o tres jugadores muy buenos, que no hay que descuidar. Pero me parece que todo va a pasar por lo que hagamos nosotros”, apunta el excapitán de la selección, que carga con el enorme peso de conservar los lauros de la era de Carlos Retegui.

“Canadá es el equipo que está sacando más diferencia­s, pero ahora estamos preocupado­s en entrar en ritmo y en sacar adelante los partidos que se nos compliquen”, indica el capitán Pedro Ibarra. “Las cosas están dadas para que el sábado nos enfrentemo­s contra ellos”, señala Matías Paredes. Son dos que durante años vivieron la frustració­n de una selección que amagaba y no terminaba de arrancar, y que después de muchos malos tragos experiment­aron la gloria olímpica. Pero ya despojados de los laureles de Río 2016, vinieron a estos Juegos para que el pasaje a Tokio 2020 no se les vuele con el frío viento limeño.

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