LA NACION

El misterio sobre el último recital de Gardel inspiró un musical tanguero

El mito dice que el Zorzal se presentó en septiembre de 1933 en el Teatro 25 de Mayo, de Villa Urquiza; con esa premisa Monina Bonelli escribió un musical, del que participan Carnaghi y la Orquesta del Tango de la Ciudad

- Mauro Apicella

Porque Carlos Gardel “cada día canta mejor”, su historia y la leyenda que la rodea alimentan la vigencia de un personaje que es inmortal a los oídos humanos. Tanto que muchos hechos de su vida tienen una verdad y varias versiones. Un día, alguien lo escuchó cantar en Buenos Aires y, al mismo tiempo, hubo otro que aseguró verlo preso en el penal de Ushuaia. Y hubo quienes creyeron la versión de su nacimiento en Uruguay y otros que buscaron su partida de nacimiento en Toulouse, Francia, porque en el registro civil de esa ciudad figura como Charles Romuald Gardes, nacido el 11 de diciembre de 1890. Incluso las causas de su muerte, el 24 de junio de 1935, cuando subió a un avión en Medellín que chocó contra otro que estaba en la pista al intentar el despegue son (todavía) materia de estudio y debate. Lo cierto es que el hombre que le puso voz al tango “Volver” partió de Buenos Aires en barco, el 7 de noviembre de 1933, y nunca más volvió. Se fue a Europa, luego a filmar películas en los Estados Unidos y más tarde emprendió una gira latinoamer­icana, hacia el sur. La muerte lo encontró en Colombia, un año y medio después de la partida. Como todo lo que rodea su vida es parte de la leyenda, tampoco se sabe cuál fue su última actuación en la Argentina.

Se presume que fue en septiembre de 1933 en el Teatro 25 de Mayo, del barrio de Villa Urquiza. (Si no fue la última, segurament­e fue una de las más importante­s).

“En ese momento acá no había nada. Quien compró terrenos en esta zona los loteó. Se hicieron hornos para hacer ladrillos y construir, por eso había mucho humo y le decían la Siberia. La calle Monroe era de tierra; se viajaba a Belgrano en carro; en Pampa y Triunvirat­o se hacía una laguna; y que en medio de eso estuviera este teatro, hecho entre 1925 y 1929, es maravillos­o”, dice Roberto Carnaghi, que protagoniz­a Aquí cantó Gardel, la obra que de manera onírica conecta un homenaje que se le realiza al poeta Bocarcánge­lo con el privilegio que el escritor tuvo de chico, al haber podido ver a Gardel en vivo, en esa sala.

El afiche que convocaba a la presencia de Gardel en el teatro, luego convertida en mítica, decía: “Concurra el sábado 9 (noche) y el domingo 10 (vermouth y noche) al Cine Teatro 25 de Mayo. Carlos Gardel acompañado de sus guitarrist­as Pettorossi, Barbieri, Riverol y Vivas. Carlitos Gardel se despedirá del público de Villa Urquiza antes de su partida para Hollywood y Europa”.

La idea del musical fue de Monina Bonelli, para celebrar los 90 años del Teatro 25 de Mayo. Como directora artística del complejo, convocó al dramaturgo Mariano Saba y al director teatral Nelson Valente para producir una comedia musical. La particular­idad de este trabajo es que se trata de una coproducci­ón con la Dirección General de Música, por eso participa la típica insignia del tango argentino, que es la Orquesta del Tango de la Ciudad, y que tendrá su estreno en la apertura de la edición 2019 de Tango Buenos Aires - Festival y Mundial, el viernes próximo, organizado por el gobierno porteño.

“Lo interesant­e con Gardel es esa dimensión simbólica y mágica. Si uno se pega a la historicid­ad del personaje se pierde densidad teatral. Entonces hay algo de la leyenda que termina siendo más interesant­e –dice el autor de la pieza, Mariano Saba–. La idea de cantar por última vez aquí parecía muy generosa. La anécdota que se nos ocurrió desplegar, secundada por la Orquesta del Tango de la Ciudad, fue un homenaje a un poeta ilustre del tango que cuenta que, cuando era chico, el encuentro con su vocación fue cuando en esa sala vio cantar a Gardel. La anécdota lo evoca, pero no lo pone a actuar en la realidad; de alguna manera era más interesant­e que constituir un relato histórico de su vida. Lo más poético era el hecho de que al protagonis­ta, a los 8 años, lo rozó y le regaló lo más importante que podía hacer en su vida: escribir poesía. Además, todo esto se legitima con la presencia de la orquesta, con el hecho de utilizar su repertorio y crear uno nuevo que musicalizó Néstor Marconi”.

Néstor Valente cuenta el proceso y la estética. “A partir de un casting multifacét­ico se configuró un lenguaje. Además, con Roberto [Carnaghi] hablamos bastante sobre el hecho de que fuera un tango que está sucediendo y no es un recuerdo. También que hubiera humor y vitalidad. En esa línea estamos trabajando. Y, también, construir un ‘musical tanguero’, porque de eso se trata”.

Carnaghi no había nacido para 1933, cuando se escuchó la última canción de “El mudo” en Buenos Aires, ni para 1935, año de su muerte, pero por supuesto que le hubiera gustado ver en vivo al Zorzal Criollo. De algún modo, su personaje ahora se lo permite. “No es una obra realista. Tiene magia, confusión, música, canto y una historia que se cree o no se cree. Yo estaba conectado con el tango ya desde muy chico, antes de que supiera lo que era el amor. Mi primer encuentro con Gardel fue por las películas. Y lo que me emocionaba no era escucharlo hablar, sino cantar”, cuenta.

Para S aba, lo estimulant­e de la idea de Monina fue la sinergia de invitar a la Orquesta del Tango y pensar en una anécdota que está enclavada en el mismo lugar donde estás viendo la obra. “Despierta otras pasiones, diferentes del espectácul­o evocativo del tango”, resume.

La riña tanguera

Néstor Marconi y Juan Carlos Cuacci son los directores de la Orquesta del Tango de la Ciudad. Llevan doce años de trabajo con esta agrupación, que el año que viene cumplirá cuatro décadas y es una típica de concierto; no suele estar a las órdenes de un espectácul­o como es la comedia musical. Marconi musicalizó las canciones que Mariano Saba escribió especialme­nte para Aquí cantó Gardel y Cuacci hizo arreglos y adaptacion­es de tangos para esta obra. “No quiero ofender a los que no están, pero quiero decir que la orquesta está integrada por los mejores músicos del tango –dice Cuacci–. Las partituras se prepararon especialme­nte para esta obra. Se adaptaron y se crearon. La historia se cuenta hoy a pesar de que evoca un pasado. Se cantan ‘Volver’, ‘El día que me quieras’, ‘Sus ojos se cerraron’, por ejemplo. Las tres canciones nuevas tienen música de Néstor, que respetó cada palabra de Saba. Hizo un trabajo muy minucioso. Salieron temas muy buenos. Además tenemos el pica-pica de un actor y una actriz, una riña como se llama hoy en el hip hop, cantando pedacitos de tango. Una batalla de gallos tanguera –se ríe–. Algo que yo ya hacía con Susana Rinaldi y Raúl Lavié –25 años atrás– en el espectácul­o Gotán: 89 tangos enganchado­s, en ese caso eran sin letra. Acá los que se escuchan son todos tangos que cantó Gardel. Y también hay una obertura que hizo Néstor con lo que yo considero que son los temas que Gardel no volvió a cantar. Porque él era un cantor nacional, con un repertorio de estilos y otras músicas criollas, pero a partir de ‘Mi noche triste’, una gran bisagra en su vida, se volcó al tango y mucho de lo anterior nunca lo volvió a cantar”.

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Diego spivacow / afv Roberto Carnaghi en una creación que recupera la dimensión simbólica de Gardel

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