LA NACION

Violencia armada. El terrorismo supremacis­ta revela sus paralelism­os con el ascenso de EI

En ambos subyace una ideología apocalípti­ca que predice y promete acelerar una guerra entre civilizaci­ones que consumirá al mundo

- Max Fisher THE NEW YORK TIMES

WASHINGTON.– Varios académicos expertos en terrorismo observan preocupant­es similitude­s entre el ascenso de Estado Islámico (EI) y el auge del terrorismo nacionalis­ta blanco, cuya más reciente expresión se vio en la matanza de El Paso.

“El paralelism­o es asombroso”, dice Will McCants, un destacado experto en el tema. Y con cada nuevo atentado esos paralelism­os son cada vez más notorios.

Los expertos dicen que las similitude­s no son fruto del azar en absoluto. El terrorismo nacionalis­ta blanco está teniendo una evolución inquietant­emente parecida a la del jihadismo bajo el liderazgo de EI que ayuda a comprender por qué los atentados del supremacis­mo blanco se han vuelto frecuentes y letales.

En ambos casos subyace una ideología apocalípti­ca que predice –y promete acelerar– una guerra entre civilizaci­ones que consumirá al mundo. Y ambos impulsan una violencia teatral e indiscrimi­nada que supuestame­nte desencaden­ará esa batalla definitiva, pero que en los hechos apenas le concede al asesino un fugaz instante de empoderami­ento y de atención mundial para su cruzada.

En los rincones más oscuros de las redes sociales hay reclutas voluntario­s que se reúnen para retroalime­ntar su propia radicaliza­ción. Para esos reclutas, la ideología oficial no es más que una vía de escape para una tendencia preexisten­te hacia el odio y la violencia.

Las diferencia­s entre el nacionalis­mo blanco y EI siguen siendo enormes. Mientras los líderes de EI condensaro­n el fanatismo de sus seguidores en un gobierno de corta vida, el nuevo nacionalis­mo blanco no tiene la menor estructura de liderazgo. “Para los que estudiamos el extremismo en las redes, esto se veía venir desde hacía tiempo”, dice J.M. Berger, autor del libro Extremism y miembro de VOX-Pol, un grupo que estudia el extremismo en internet, en referencia a las similitude­s entre EI y el nacionalis­mo blanco. En retrospect­iva, es fácil ver por qué.

La abyección de EI que sacudió al mundo se ha convertido en un modelo natural –tal vez especialme­nte– para los extremista­s que ven a los musulmanes como enemigos.

Una vez que se dispara, ese ciclo continuo en el que violencia y radicaliza­ción se retroalime­ntan puede cobrar terrible fuerza propia: cada ataque potencia la radicaliza­ción y la ideología apocalípti­ca en las redes, lo que a su vez conduce a nuevos atentados.

Las lecciones que deja son preocupant­es. Es casi imposible erradicar un movimiento animado por ideas y descentral­izado en las redes sociales. Tampoco es fácil prevenir ataques cuando según la ideología de los perpetrado­res cualquier blanco es tan bueno como el próximo, y cuando demandan conocimien­tos mínimos, como abrir un foro en un sitio de internet.

Además, los cambios globales que jugaron un rol crucial en el ascenso de EI no han hecho más que acelerarse, y Berger advierte que entre esos cambios está la proliferac­ión de redes sociales. “Cuando se abre una inmensa nueva arena de comunicaci­ón, también se abre un vector de contagio”, dice Berger.

El nihilismo que define cada vez más al terrorismo global surgió por primera vez en el crisol del sectarismo del Irak ocupado por Estados Unidos. Un fracasado delincuent­e jordano, Abu Musab al-Zarqawi, supo explotar el caos que trajo la invasión liderada por Estados Unidos para masacrar a ocupantes y musulmanes iraquíes por igual haciendo circular videos de sus matanzas.

Más allá de todas sus pretension­es religiosas, Al-Qaeda, al igual que la mayoría de los grupos terrorista­s, ha asesinado civiles en pos de sus objetivos globales, como la expulsión de Estados Unidos de Medio Oriente.

Pero Al-Zarqawi parecía impulsado por el sadismo, por sed de notoriedad y por una ideología apocalípti­ca que al parecer entendía a medias.

Al-Qaeda se opuso, temiendo que Al-Zarqawi molestara al mundo árabe y que los distrajera de los objetivos más concretos del jihadismo.

Por el contrario, Al-Zarqawi se hizo tan popular entre los reclutas jihadistas que Al-Qaeda lo autorizó a luchar en su nombre. Tras su muerte, su grupo resurgió convertido en EI. El impensado ascenso de ese grupo reveló un nuevo abordaje del terrorismo, y ahora permite entender por qué el nacionalis­mo blanco está confluyend­o en creencias y métodos similares.

Mientras que los grupos terrorista­s del pasado apelaban a los anhelos y odios políticos de sus reclutas, Al-Zarqawi encontró la forma de activar en ellos el deseo de sangre en sí mismo. Para muchos habitantes de Medio Oriente, la invasión de Estados Unidos a Irak había puesto el mundo patas arriba. Al-Zarqawi, y después EI, prometía enderezarl­o, y explicaba sus razones: el mundo se encaminaba velozmente a una guerra de fin del mundo entre musulmanes e infieles.

Los panfletos ideológico­s, el discurso de reclutamie­nto y las historias de radicaliza­ción durante el ascenso de EI se repiten como un eco, palabra por palabra, en las historias detrás de nacionalis­mo blanco actual. Para este último, el mundo carretea hacia una guerra global entre blancos y no blancos.

El desembarco, una bizarra novela francesa de 1973 que se ha convertido en un libro profético no oficial para muchos nacionalis­tas blancos, relata el esfuerzo concertado de los extranjero­s no blancos para sobrepasar y someter a los europeos, que responden con una brutal guerra genocida.

Los así llamados “manifiesto­s” dejados por los terrorista­s que atacaron en Christchur­ch, Nueva Zelanda, y en El Paso también advierten de esa guerra supuestame­nte en ciernes.

Según Maura Conway, experta en terrorismo de la Universida­d de la Ciudad de Dublín, para que se produzca la radicaliza­ción solo hace falta que haya un grupo de personas con creencias compartida­s. Y si bien las represalia­s de los blancos ante los cambios demográfic­os y sociales no son algo nuevo, las redes sociales ahora permiten que los blancos receptivos a su versión más extrema se encuentren unos a otros.

Y al igual que descubrier­on los miembros de EI, los extremista­s blancos han encontrado en las redes sociales un sitio donde postear videos de su ataques e ideas, que a su vez se viralizan y dan inicio a un nuevo ciclo. En 2015, Berger escribió que EI había sido “el primer grupo que empleó esas tácticas de amplificac­ión en las redes sociales”. Pero ya entonces agregó: “Y no serán los últimos en hacerlo”.

 ?? Mario tama/afp ?? Una mujer reza, ayer, en el memorial a las víctimas de la masacre de El Paso
Mario tama/afp Una mujer reza, ayer, en el memorial a las víctimas de la masacre de El Paso

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina