Logró alcanzar el Himalaya en una bicicleta adaptada y Campanella rodará su vida
Juan Maggi, que de niño sufrió poliomielitis, contactó al director por WhatsApp para proponerle que se cuente su hazaña
Juan Maggi EMPRESARIo AgRoPEcuARIo “Sufrir un infarto me hizo dar cuenta de que tenía un cuerpo, de que me tenía que hacer cargo de él. Y en 2003 estaba participando de mi primera maratón, en Nueva York” “Hoy mi vida pasa por cambiar los conceptos que me hicieron sufrir desde chico: las etiquetas, el vivir señalado como ‘el pobrecito’. Me fui comiendo todo eso y enfermándome hasta que me dio un infarto. cuando pude asumir mi condición empecé a transmitir otra cosa” “Ser discapacitado sin recursos es exponencialmente distinto, en especial en un país donde no se los atiende como corresponde. Por eso, con la fundación colaboramos para cambiar vidas”
CÓRDOBA.– La historia del empresario agropecuario cordobés Juan Maggi, que cuando tenía un año tuvo poliomielitis y perdió la movilidad de sus piernas y hace cuatro subió al Himalaya con una bicicleta adaptada, interesó al multipremiado director de cine Juan José Campanella, que ya empezó a producir un documental sobre su vida.
El encuentro entre ambos fue una suma de “causalidades”. Maggi buscaba un productor al que le interesara el tema y le envió un mensaje por WhatsApp. Campanella tenía unos 700 sin leer y, sin embargo, se fijó en ese número desconocido. Cuenta que le impactó una frase en que decía “lo difícil se hace y lo imposible se intenta”. ¿El resultado? Hoy trabajan juntos.
Maggi tiene 56 años. Hasta los 6, se movilizó con la ayuda de muletas. Luego se valió de bastones canadienses. A los 40 incorporó la silla de ruedas. Y a los 50 accedió a prótesis biónicas que compró en los Estados Unidos.
El infarto que sufrió el 7 de julio de 2000, dice, le salvó la vida. “Me di cuenta de que tenía un cuerpo, de que me tenía que hacer cargo de él. Y en 2003 estaba participando de mi primera maratón, en Nueva York”.
El deporte lo transformó: con una bicicleta que moviliza con sus brazos, en 2015 alcanzó los 5600 metros del Himalaya, la altura más elevada que se puede lograr de esa manera. Antes había ascendido a Corona del Inca, en La Rioja, y a los volcanes de Costa Rica y las Altas Cumbres cordobesas, donde probó la modalidad.
“Siempre voy empujando un poco más –cuenta–. La parte deportiva ya está, la hemos reflejado y hoy mi vida pasa por cambiar los conceptos que me hicieron sufrir desde chico: las etiquetas, el vivir señalado como ‘el pobrecito’. Me fui comiendo todo eso y enfermándome hasta el infarto. Cuando pude asumir mi condición empecé a transmitir otra cosa”, describe.
Hace tres años creó la Fundación Jean Maggi para ayudar a chicos con discapacidad a través del deporte. Allí entrega bicicletas adaptadas a los niños.
En este momento, Campanella está trabajando en España. Desde su productora 100 Bares, Martino Zaidelis indica a la nacion que la historia, apenas la conocieron, les interesó y gustó “mucho”. El objetivo es contar en el documental, que estará terminado antes de fin de año, la historia de “superación, de compromiso con el deporte y consigo mismo de Maggi” y “transformar la idea” que las personas tienen de la discapacidad. Insiste en que están habituados a trabajar en iniciativas que buscan, precisamente, “cambiar la mirada” sobre diversos temas.
“La historia nos sedujo rápidamente a involucrarnos. Me quedó esa idea del docente que en la hora de Educación Física se la daba libre. Las cosas cambiaron, pero muchas están iguales y entendemos que este documental puede ser una herramienta más para seguir empujando”, señala. Mientras sigue el rodaje, buscan canales o plataformas interesados en el documental.
Reinvención
ParaMaggi,elsueñoesqueelfilm les llegue a todos. A la sociedad en general, especifica. Recuerda que, cuando era adolescente, como no podía bailar en las fiestas oficiaba de DJ. “Un sábado a la mañana iba por el centro de Córdoba a comprar música y pasaron dos señoras. Una me puso la mano en la cabeza y dijo ‘pobrecito’. Yo aceptaba esos parámetros, me sentía inferior”.
Está convencido de que el deporte le implicó una “reinvención de sí mismo”, que le permitió incluirse en la sociedad. Admite que, con recursos económicos, sobrellevar una discapacidad es más fácil. “Insisto siempre en que hay dos escalones, uno el de la lesión medular que impide el control de esfínteres y, otro, el de no tener plata. Ser discapacitado sin recursos es exponencialmente distinto, en especial en un país donde no se los atiende como corresponde. Por eso con la fundación vamos por ese lado, colaborar para cambiar vidas”.