LA NACION

Logró alcanzar el Himalaya en una bicicleta adaptada y Campanella rodará su vida

Juan Maggi, que de niño sufrió poliomieli­tis, contactó al director por WhatsApp para proponerle que se cuente su hazaña

- Gabriela Origlia

Juan Maggi EMPRESARIo AgRoPEcuAR­Io “Sufrir un infarto me hizo dar cuenta de que tenía un cuerpo, de que me tenía que hacer cargo de él. Y en 2003 estaba participan­do de mi primera maratón, en Nueva York” “Hoy mi vida pasa por cambiar los conceptos que me hicieron sufrir desde chico: las etiquetas, el vivir señalado como ‘el pobrecito’. Me fui comiendo todo eso y enfermándo­me hasta que me dio un infarto. cuando pude asumir mi condición empecé a transmitir otra cosa” “Ser discapacit­ado sin recursos es exponencia­lmente distinto, en especial en un país donde no se los atiende como correspond­e. Por eso, con la fundación colaboramo­s para cambiar vidas”

CÓRDOBA.– La historia del empresario agropecuar­io cordobés Juan Maggi, que cuando tenía un año tuvo poliomieli­tis y perdió la movilidad de sus piernas y hace cuatro subió al Himalaya con una bicicleta adaptada, interesó al multipremi­ado director de cine Juan José Campanella, que ya empezó a producir un documental sobre su vida.

El encuentro entre ambos fue una suma de “causalidad­es”. Maggi buscaba un productor al que le interesara el tema y le envió un mensaje por WhatsApp. Campanella tenía unos 700 sin leer y, sin embargo, se fijó en ese número desconocid­o. Cuenta que le impactó una frase en que decía “lo difícil se hace y lo imposible se intenta”. ¿El resultado? Hoy trabajan juntos.

Maggi tiene 56 años. Hasta los 6, se movilizó con la ayuda de muletas. Luego se valió de bastones canadiense­s. A los 40 incorporó la silla de ruedas. Y a los 50 accedió a prótesis biónicas que compró en los Estados Unidos.

El infarto que sufrió el 7 de julio de 2000, dice, le salvó la vida. “Me di cuenta de que tenía un cuerpo, de que me tenía que hacer cargo de él. Y en 2003 estaba participan­do de mi primera maratón, en Nueva York”.

El deporte lo transformó: con una bicicleta que moviliza con sus brazos, en 2015 alcanzó los 5600 metros del Himalaya, la altura más elevada que se puede lograr de esa manera. Antes había ascendido a Corona del Inca, en La Rioja, y a los volcanes de Costa Rica y las Altas Cumbres cordobesas, donde probó la modalidad.

“Siempre voy empujando un poco más –cuenta–. La parte deportiva ya está, la hemos reflejado y hoy mi vida pasa por cambiar los conceptos que me hicieron sufrir desde chico: las etiquetas, el vivir señalado como ‘el pobrecito’. Me fui comiendo todo eso y enfermándo­me hasta el infarto. Cuando pude asumir mi condición empecé a transmitir otra cosa”, describe.

Hace tres años creó la Fundación Jean Maggi para ayudar a chicos con discapacid­ad a través del deporte. Allí entrega bicicletas adaptadas a los niños.

En este momento, Campanella está trabajando en España. Desde su productora 100 Bares, Martino Zaidelis indica a la nacion que la historia, apenas la conocieron, les interesó y gustó “mucho”. El objetivo es contar en el documental, que estará terminado antes de fin de año, la historia de “superación, de compromiso con el deporte y consigo mismo de Maggi” y “transforma­r la idea” que las personas tienen de la discapacid­ad. Insiste en que están habituados a trabajar en iniciativa­s que buscan, precisamen­te, “cambiar la mirada” sobre diversos temas.

“La historia nos sedujo rápidament­e a involucrar­nos. Me quedó esa idea del docente que en la hora de Educación Física se la daba libre. Las cosas cambiaron, pero muchas están iguales y entendemos que este documental puede ser una herramient­a más para seguir empujando”, señala. Mientras sigue el rodaje, buscan canales o plataforma­s interesado­s en el documental.

Reinvenció­n

ParaMaggi,elsueñoesq­ueelfilm les llegue a todos. A la sociedad en general, especifica. Recuerda que, cuando era adolescent­e, como no podía bailar en las fiestas oficiaba de DJ. “Un sábado a la mañana iba por el centro de Córdoba a comprar música y pasaron dos señoras. Una me puso la mano en la cabeza y dijo ‘pobrecito’. Yo aceptaba esos parámetros, me sentía inferior”.

Está convencido de que el deporte le implicó una “reinvenció­n de sí mismo”, que le permitió incluirse en la sociedad. Admite que, con recursos económicos, sobrelleva­r una discapacid­ad es más fácil. “Insisto siempre en que hay dos escalones, uno el de la lesión medular que impide el control de esfínteres y, otro, el de no tener plata. Ser discapacit­ado sin recursos es exponencia­lmente distinto, en especial en un país donde no se los atiende como correspond­e. Por eso con la fundación vamos por ese lado, colaborar para cambiar vidas”.

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GZA FundAción jeAn MAGGi Campanella y Maggi; su esposa, Victoria Milano, y parte del equipo de rodaje

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