LA NACION

Valor de equipo

Los deportes de conjunto de la Argentina son un suceso en los Panamerica­nos; razones de una exitosa cosecha

- Gastón Saiz

LIMA, Perú.– La Argentina ya tiene en su mazo la carta del 5 de oro en los Juegos Panamerica­nos. Cinco deportes de equipo subieron a lo más alto del podio con el transcurso de los días. Primero, el rugby seven masculino, que se sacó la espina y superó a Canadá en la final, después de dos tropiezos consecutiv­os en desenlaces panamerica­nos. Luego el sóftbol, con el corazón de paranaense­s, pampeanos y bahienses. Después, en un domingo dorado, simultánea­mente triunfaron el básquetbol y el vóleibol. Y un día después, festejó el equipo de handball masculino, que además ya sacó su pasaje rumbo a Tokio 2020.

Pero este fenómeno colectivo no se detiene en eso: ayer las Leonas derrotaron por 3-1 a Chile y ya se ubicaron en la definición. Igual que las chicas del fútbol con su 3-0 a Paraguay, mientras que los selecciona­dos de hockey sobre césped de varones y el de fútbol masculino se mantienen al acecho. En tanto, el de waterpolo y las Panteras del vóleibol empiezan a alimentar una esperanza, con la perspectiv­a de once conjuntos campeones en Lima como hipótesis de máxima.

Más allá de la fortaleza o la debilidad de los rivales –un punto insoslayab­le a la hora del análisis–, conviene volver a los orígenes y entender por qué la Argentina se hace fuerte de manera colectiva en esta clase de certámenes. Una causa es la intangible: el espíritu de equipo y el sentido de pertenenci­a se unen a una identidad de entrega y corazón, como revelan los nombres de varios selecciona­dos: Pumas, Leonas, Gladiadore­s...

Luego, está el factor estructura­l. A diferencia de las competenci­as individual­es, los deportes de equipo en el país son desarrolla­dos de manera estructura­l, con mucha población de deportista­s federados que participan en competenci­as de clubes. Estos invierten dinero en recursos y en el desarrollo de los jóvenes deportista­s, que forman parte de torneos en los niveles nacional y provincial, con gran cantidad de partidos y con-frontacion­es por año.

Además, hay interés social por la práctica de estos deportes. Hay muchos chicos atraídos por el rugby, el handball, el básquetbol, el vóleibol y el hockey, disciplina­s que además forman parte del sistema educativo y son enseñadas en la currícula de los profesorad­os de educación física. Todos estos factores, junto a las instalacio­nes a disposició­n, generan una gran base material de deportista­s sobre la que se trabaja. Lógicament­e, el fenómeno no es nuevo: lleva muchas décadas de una construcci­ón progresiva y explica el crecimient­o de los clubes, en los que estos deportes adoptan un rol protagónic­o. Luego se inician procesos de trabajo virtuosos, en los que comienzan los trabajos de las diferentes seleccione­s, primero en juveniles y después en mayores. Este encadenami­ento de sucesos, más ese gen competitiv­o tan especial del deporte argentino, viene otorgando una ventaja en Lima 2019.

En este entramado, vale dividir estos deportes entre los de práctica profesiona­l y los de práctica amateur. En los rentados –sobre todo el básquetbol–, los jugadores militan en gran medida en clubes de alto nivel, tanto en la Argentina como en el exterior. Este roce les da formación y una ventaja enorme sobre otros países. Las selec-ciones son convocadas por cortos períodos, pocos días antes de un compromiso internacio­nal, y los directores técnicos nacionales ofician como selecciona­dores de los mejores talentos. Entonces, a más disponibil­idad para reclutar, más asimetría respecto a los que disponen menos.

Después, situacione­s puntuales. A la selección de Sergio Hernández se le facilitó el camino al título al encontrars­e con, por ejemplo, un Estados Unidos conformado por entusiasta­s universita­rios, mientras que en la final se enfrentó con un Puerto Rico que tenía tres bajas por compromiso­s en la liga boricua. El vóleibol argentino, por su parte, eligió venir con un conjunto B y varios sub 23, ya que los titulares afrontan un preolímpic­o en China. Así y todo el equipo se hizo fuerte ante selecciona­dos igualmente alternativ­os de otros países.

Lo opuesto son los deportes de práctica amateur: no tienen esa tensión permanente con los clubes, porque al no ser rentados los deportista­s, es más atractivo para ellos formar parte de las seleccione­s y representa­r a sus clubes. Así, se generan procesos más largos con los deportista­s a mano para trabajar todo el año. En este caso, ya no hay un mero selecciona­dor, sino un formador, como ocurre en el sóftbol y el hockey desde las categorías juveniles. El rugby tiene sus particular­idades, ya que gradualmen­te fue bañándose de profesiona­lismo y estos Pumas que se colgaron el oro forman parte del campo rentado. Y el handball es una mezcla: están los que siguen jugando en clubes tradiciona­les y, por otro lado, un Diego Simonet que se luce en la poderosa liga francesa.

El Comité Olímpico tenía en sus previsione­s este quíntuple éxito. “Esperábamo­s medallas de todos estos equipos y de los que vienen también. Obviamente, el color depende de una serie de factores, y no opinamos sobre los rivales”, apunta Carlos Siffredi, del Enard. El interés del COA es engordar el medallero, pero no interviene en la conformaci­ón de los equipos. “No se sugiere ni se pide: los cuerpos técnicos eligen a los jugadores con total libertad”, apunta el gerente técnico deportivo.

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Flavio florido / lima 2019
 ?? E. cúnEo / lima 2019 ?? El selecciona­do masculino de sóftbol es el ejemplo más acabado: campeón mundial en Praga en junio, ratificó en lima, donde aportó la medalla dorada al COa
E. cúnEo / lima 2019 El selecciona­do masculino de sóftbol es el ejemplo más acabado: campeón mundial en Praga en junio, ratificó en lima, donde aportó la medalla dorada al COa

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