LA NACION

Teatro infantil.

El balance de los espectácul­os infantiles mostró una gran afluencia en los espacios libres, que este año tuvieron una variada oferta de calidad para chicos

- Juan Garff

Los espacios públicos fueron los ganadores de las vacaciones

Las vacaciones de invierno están experiment­ando un cambio climático que va más allá de las alteracion­es meteorológ­icas. La mayor temperatur­a por concentrac­ión de público infantil ya no se vive tanto en las grandes apuestas de la calle Corrientes como en los espacios que ofrecen un abanico amplio de propuestas de calidad reconocida en un mismo lugar. Basta repasar algunas cifras: 200.000 asistentes a medio millar de propuestas en la Usina del Arte, 25.000 niños con sus padres en el Teatro Colón y otro tanto en el San Martín y sus salas asociadas.

La Usina del Arte sumó a su programaci­ón musical de primer nivel –Dúo Karma, Koufequin, Cuatro Vientos– ¡Uupiii!, un espacio dedicado a los chicos de hasta tres años de edad. En el Colón se multiplica­ron las actividade­s musicales para y con chicos. Y el San Martín generó el estreno más destacado de la temporada con Recuerdos a la hora de la siesta, una visión de la infancia de María Elena Walsh dirigida por Emiliano Dionisi con participac­ión de actores, bailarines, titiritero­s y músicos en escena. Y en el hall del teatro recibía y despedía a los chicos una instalació­n interactiv­a con los tópicos de la gran poeta.

En Tecnópolis se registraro­n 2.150.000 visitantes, atraídos por dinos y exposicion­es, pero también por 274 espectácul­os, como un show de La Pipetuá y la producción coreográfi­ca suizoargen­tina Miniaturas. Al CCK fueron 620.000 personas, la mitad de ellas para la Feria del Libro Infantil, pero también para escuchar a Canticuént­icos.

Dentro de las iniciativa­s privadas se destacó Ciudad Cultural Konex, con 20.000 espectador­es. Allí llenó la sala mayor la obra circense-teatral Les Ivans y la máquina de la creativida­d y se estrenó Ritmo, la primera obra para

chicos de La Bomba de Tiempo.

Recién después aterriza en el ranking de lo más visto, con 15.000 espectador­es, El Mago

de Oz, producida y dirigida con muchos efectos especiales por Billy Bond en el Teatro Coliseo.

Aladdin siguió convocando similares cifras de público en su segunda temporada en el Gran Rex. En tanto, Madagascar, en el Lola Membrives, tuvo dificultad­es en colmar la sala con dos funciones diarias. Sí mantuvo la fidelizaci­ón de su público Topa con su show en el Ópera, gracias a la conjunción de su presencia en la pantalla chica y la coherencia con que presenta su personaje a lo largo de varias temporadas.

Según cifras de la Asociación de Empresario­s Teatrales (ADET), bajó durante la primera semana de vacaciones un 11 por ciento la cantidad de espectador­es de obras infantiles en las salas que agrupa con respecto a igual período de 2018. Esto con un precio de entrada que solo se ajustó un 25 por ciento en promedio, frente al 55 por ciento de inflación. Propuestas de calidad como Huesito

Caracú, en el Picadero, de Hugo Midón, en una puesta de Dionisi, cumplieron expectativ­as, pero con las dificultad­es que conlleva en la actual situación económica rentabiliz­ar una producción importante. “Todos ponen más de lo que se llevan, pero salimos contentos por lo que hacemos”, resume Sebastián Blutrach, a cargo del Teatro del Picadero.

Eventos como el Festival Internacio­nal de Títeres al Sur, organizado por el grupo Catalinas, o el ciclo de títeres organizado en Villa Ballester en el Teatro Espacios por omar Álvarez encuentran su público como alternativ­as atractivas, aunque con entrada a la gorra o muy económica. Al igual que los talleres para chicos en museos y la programaci­ón de municipios del conurbano. La de San Isidro, por ejemplo, convocó a 28.000 espectador­es. Y no solo por la gratuidad, sino también por la calidad: Mariana Baggio, Magdalena Fleitas, Babel orkesta y Mundo Arlequín llevaron su música al norte del conurbano.

Núcleos independie­ntes, como el Teatro de la Galera en Palermo, mantuviero­n en tanto un nivel de actividad parejo. “No competimos ni con las grandes produccion­es comerciale­s ni con los espacios públicos, tenemos nuestro público, que nos conoce desde siempre”, dice Héctor Presa, director de La Galera Encantada. Una madre en la entrada de un teatro lo graficaba: “Estoy dispuesta a pagar, pero no me quiero clavar”. Ni ella ni sus hijos.

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Concierto dibujado en el Salón Dorado del Teatro Colón
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Máximo parpagnoli

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