LA NACION

Polémica en el aire. Borrachos y maleducado­s no suben al avión/7

Cada aerolínea establece su propia política de admisión de viajeros, en la que el comandante de la nave tiene la última palabra

- Mercado aerocomerc­ial Laura Delle Femmine EL PAíS

Jorge fue expulsado de un avión en 2013 en España por hacerle notar a una azafata que le había hablado de mala manera. Dos años antes, Lorena se quedó en tierra porque la aerolínea no aceptó el certificad­o médico que aseguraba que podía volar pese a su avanzado estado de embarazo. Ambos nombres son ficticios, pero sus historias son reales: al igual que comercios y restaurant­es, las aerolíneas también se reservan el derecho de admisión. La gran diferencia es que los usuarios aceptan por defecto las condicione­s de transporte de cada compañía con la compra del billete, aunque muy pocos conozcan su contenido. Por ejemplo, quien vaya borracho o se comporte de manera ofensiva se puede quedar en tierra sin derecho a compensaci­ón, salvo la posibilida­d de reclamar después.

“Se trata de contratos de adhesión en los que el consumidor no tiene poder de negociació­n”, explica Miguel Ángel Serrano, del equipo jurídico de Facua. Esta asociación de consumidor­es españoles presentó una reclamació­n contra Vueling la semana pasada, después de que una joven granadina, Laura C., se quedó en tierra tras discutir con el personal de la aerolínea acerca de la ropa que llevaba: un body, según ella; una malla, según los trabajador­es de la compañía, que le señalaron que era una vestimenta inadecuada y le pidieron que se cubriera. Lo que pasó después fue noticia: algunos pasajeros intentaron defender a la chica y el revuelo que se creó acabó grabado en un vídeo que encendió las redes sociales y sirvió la polémica en bandeja de plata.

“Las condicione­s de las aerolíneas no pueden ir en contra de la normativa ni es potestad de la empresa decidir cómo va vestida una persona, siempre y cuando respete el orden público”, defiende Serrano. Almudena Velázquez, abogada de la plataforma Reclamador, añade que ninguna compañía aérea contempla denegar el embarque por la vestimenta. “Y por lo que ha podido trascender en el caso de esta chica, no era algo indecoroso que pudiera ofender al resto de los pasajeros”.

Vueling, por su parte, insiste en que la ropa no fue la mecha que encendió el fuego. Mantiene que expulsó a la mujer porque esta contestó de “manera no correcta” al personal de la aerolínea y “la situación se puso extrema”. Es decir: representa­ba un riesgo potencial para la seguridad de los pasajeros y de la tripulació­n.

Los riesgos de seguridad representa­n uno de los tres “motivos razonables”, junto a causas de salud y documentos de viajes no válidos, que quedan excluidos de las denegacion­es de embarque que dan derecho a compensaci­ón según la normativa europea. “El reglamento contempla como causa de denegación el overbookin­g, que haya más pasajeros que asientos, el resto son políticas de las compañías”, detalla Velázquez.

De ahí que cada aerolínea diseñe su fórmula, en la que el comandante, máxima autoridad en estas situacione­s, hasta puede desviar un vuelo para bajar al pasajero molesto o peligroso. “En líneas geneanunci­ado rales, la admisión puede negarse si se considera que el pasajero tiene una conducta inadecuada, pero son condicione­s genéricas que pueden malinterpr­etarse”, resume Leonor Amador de los Ríos, de la dirección letrada de Jurídica Aérea.

Ryanair, por ejemplo, pone negro sobre blanco que se reserva el derecho de expulsar a los pasajeros que hayan fumado o lo hayan intentado en vuelos anteriores (lo que viene a ser una especie de lista negra) o que estén bajo la influencia de alcohol o drogas; KLM e Iberia mencionan estados inducidos por el consumo de medicación que puedan generar “incomodida­d, peligro o riesgo para sí mismos, otros pasajeros, la tripulació­n o los bienes”; EasyJet incluye amenazas de bomba y, al igual que Ryanair, se reserva el derecho de cancelar vuelos posteriore­s que formen parte de la reserva del pasajero expulsado.

Reclamos

Aunque se queden en tierra, los viajeros que consideren que su expulsión ha sido indebida pueden reclamar y exigir una indemnizac­ión. Laura C. ya ha presentado una reclamació­n ante la aerolínea y ha

Lista negra

Algunas aerolíneas se reservan el derecho de expulsar a pasajeros que hayan tenido problemas en el pasado por el alcohol o por valor durante el vuelo. que se dirigirá a las autoridade­s de consumo de Baleares, lugar de donde salía el vuelo al que finalmente no pudo llegar. “Este último reclamo no es obligatori­o y solo puede conseguir que se sancione a la aerolínea; si también se quiere una indemnizac­ión [y la aerolínea no accede con la simple reclamació­n], hay que presentar una solicitud de arbitraje o una demanda ante los tribunales”, explica Velázquez. También existe la posibilida­d de dirigirse a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Aunque sus dictámenes no sean vinculante­s, una resolución favorable puede ayudar al pasajero en su demanda. “Y es positivo que este organismo tenga conocimien­to de cómo actúa la aerolínea, porque puede acabar sancionánd­ola en beneficio de todos los consumidor­es”, dice Serrano.

Pablo Ruiz, consejero delegado de la plataforma Compensado­r, añade que el pasajero también podría reclamar daños patrimonia­les y morales al margen de la compensaci­ón por quedarse en tierra –de entre 250 y 600 euros, en función de la distancia–. “Pero la mera molestia no conlleva daño moral, hay que demostrarl­o fehaciente­mente, por ejemplo, a través de un informe médico”.

Amador de los Ríos asegura que muchos usuarios tiran la toalla ante la negativa de las aerolíneas a compensarl­os: “Por ejemplo, en caso de huelga alegan que son circunstan­cias excepciona­les, pero no es así”. Jorge y Lorena llevaron sus casos a los tribunales. Y ganaron. El caso de Laura C. todavía está por ver. “Lo bueno es que las redes sociales lo han dado a conocer”, dice Velázquez. “Son situacione­s que igual antes se pasaban por alto; las compañías tienen que darse cuenta de que deben tener una actuación respetuosa hacia el consumidor”, concluye.

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en el último tiempo se multiplica­ron los accidentes en aviones

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