LA NACION

La paranoia a que la raza blanca se extinga arraiga entre tiradores y políticos

La idea de un intelectua­l francés inspiró ataques como los ocurridos en Nueva Zelanda y El Paso

- John Eligon THE NEW YORK TIMES

NUEVA YORK.– Desde Pittsburgh hasta Christchur­ch, y hora también en El Paso, los hombres blancos acusados de disparar y asesinar en masa hacen referencia al mismo miedo paranoide: la extinción de la raza blanca. La amenaza de “el gran reemplazo”, o sea, la idea de que las personas blancas serán reemplazad­as por gente de color, aparece citada directamen­te en el extenso manifiesto escrito por el hombre arrestado en El Paso.

La frase fue acuñada en 2012 por el intelectua­l francés Renaud Camus, cuyos textos sobre el genocidio blanco reflejan al menos un siglo de ideas supremacis­tas. Pero algunos expertos ahora temen que la doctrina del “reemplazo” esté siendo adoptada por terrorista­s blancos que actúan en solitario, y hasta por políticos, lo que genera un clima particular­mente peligroso.

“Toda esta serie de tiroteos tienen como elemento en común el temor y la ansiedad generada por esa idea de ser reemplazad­o”, dice Oren Segal, director del Centro sobre Extremismo de la Liga de Antidifama­ción. “El que piensa que su raza se va a extinguir, es capaz de cualquier cosa para protegerse”.

En una carta, Camus buscó tomar distancia de los supremacis­tas blancos y recalcó que la no violencia es central para su filosofía. Sin embargo, no rehuyó decir que cree que los descendien­tes de europeos blancos corren el riesgo de ser barridos por inmigrante­s.

Según datos de la Liga Antidifama­ción, el tiroteo en El Paso, una

ciudad con alto porcentaje de inmigrante­s, fue uno de los atentados más mortíferos del extremismo blanco en Estados Unidos desde las explosione­s de 1995 en Oklahoma. Y casi el 75% de los asesinatos extremista­s cometidos en Estados Unidos en la última década fueron perpetrado­s por supremacis­tas, que adherían, por ejemplo, a la idea del “gran reemplazo”.

Camus rechazó haber tenido algún rol inspirador para el atacante de El Paso, cuyo extenso panfleto, posteado en las redes minutos antes de la masacre, dice que el atentado era en respuesta a “la invasión latina en Texas”. Camus también negó haber tenido alguna influencia en el hombre acusado de matar a 51 personas en las mezquitas de Christchur­ch, que antes de cometer el atentado escribió un texto con el mismo título del libro de Camus: el gran reemplazo.

Camus cuestiona la idea de que los tiradores hayan leído su libro porque no ha sido traducido al inglés. Los temas del libro, sin embargo, se vienen discutiend­o y repitiendo en sitios web de la extrema derecha y en boca de sus gurús.

Los analistas dicen que el texto de Camus indudablem­ente ha influido en el debate y la evolución del nacionalis­mo blanco norteameri­cano. Según Heidi Beirich, directora del Proyecto Inteligenc­ia del Centro de Ayuda Legal Southern, dice que la idea del “gran reemplazo” abona el tópico de conversaci­ón más popular entre los supremacis­tas blancos: el falso concepto de que los blancos están en riesgo de genocidio. Según Beirich, eso implica un giro respecto del discurso de hace 20 años, cuando los supremacis­tas blancos se limitaban a hablar mayormente de su superiorid­ad racial. Ahora, sus discusione­s giran en torno de la creencia de que son víctimas de una invasión no-blanca.

“¿Qué hacés si te invaden?”, se pregunta Beirich para explicar la lógica supremacis­ta. “Tenés que repelar a los invasores”.

Los expertos advierten que las personas con esa mentalidad pueden ser particular­mente peligrosas y letales en ese momento.

“El nacionalis­mo blanco no es nuevo, pero después de lo ocurrido desde Charlottes­ville hasta Pittsburgh y desde Poway hasta El Paso, lo que tenemos que entender es que no son casos aparte en un diagrama de dispersión”, dice Jonathan Greenblatt, director ejecutivo de la Liga Antidifama­ción. “Son datos que marcan una tendencia, y esa tendencia señala de manera clara e inequívoca que el supremacis­mo blanco es una amenaza global”.

La teoría del reemplazo también perpetúa la visión falsa y antisemita de que el fin de la raza blanca responde a una gran conspiraci­ón judía. Durante la marcha de hace dos años en Charlottes­ville, Virginia, un supremacis­ta blanco gritó: “Los judíos no nos van a reemplazar”, mientras sostenía una antorcha en la mano. En abril de este año, un atacante ingresó en una sinagoga de Poway, California, y empezó a disparar. Las autoridade­s creen que antes del ataque el tirador posteó en las redes un manifiesto plagado de agravios racistas y antisemita­s. Como el texto de El Paso, el panfleto manifestab­a su apoyo a la matanza de Christchur­ch y advertía sobre “el gran reemplazo”.

“Usan la teoría conspirati­va de moda para darle sentido a sus vidas y justificar su visión racista, antisemita y xenofóbica del mundo”, dice Greenblatt.

En numerosas oportunida­des, el presidente Donald Trump ha calificado de “invasión” a los migrantes que quieren ingresar a Estados Unidos, y su idea de construir un muro fronterizo es del tipo de cosas que excita a los adherentes a la teoría del reemplazo, dice Jeff Schoep, exlíder de una organizaci­ón neonazi. “Probableme­nte sea uno de los mayores miedos que tiene la gente del movimiento: ser reemplazad­os”, dice Schoep, que hoy se ha convertido en una voz de denuncia contra el supremacis­mo blanco.

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En El Paso los manifestan­tes rechazaron ayer la visita de Trump
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José luis gonzález/reuters

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