LA NACION

Lula quedó en el centro de una nueva pulseada judicial

La Corte anuló el traslado del expresiden­te de la sede policial de Curitiba a una cárcel de San Pablo

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RÍO DE JANEIRO (De nuestro correspons­al).– Preso desde hace casi un año y medio, el expresiden­te Luiz Inacio Lula da Silva quedó ayer en medio de una nueva disputa judicial luego de que una jueza federal ordenó por la mañana su traslado de la Superinten­dencia de la Policía Federal en Curitiba a una cárcel común en el estado de San Pablo, pero al final de la tarde la decisión fue anulada por la Corte Suprema.

Por 10 votos a favor y uno en contra, los jueces del Supremo Tribunal Federal (STF) decidieron mantener al máximo líder del izquierdis­ta Partido de los Trabajador­es (PT) alojado en su celda especial de la Superinten­dencia de la Policía Federal de Curitiba, donde desde el 7 de abril del año pasado cumple una pena de ocho años y 10 meses por corrupción y lavado de dinero en el marco de la operación Lava Jato.

La mayoría de los magistrado­s del STF aceptó el pedido de la defensa de Lula para que no haya ninguna alteración hasta que la propia Corte no juzgue un recurso de habeas corpus presentado por sus abogados para concederle la libertad en razón de las sospechas de parcialida­d del exjuez Sergio Moro, actual ministro de Justicia del gobierno del ultraderec­hista Jair Bolsonaro.

Fue Moro quien en julio de 2017 condenó a Lula en primera instancia a nueve años y seis meses de prisión por corrupción y lavado de dinero, por haber recibido de la constructo­ra OAS un departamen­to tríplex en el balneario de Guarujá como soborno en especie a cambio de garantizar a la empresa contratos con Petrobras durante su gobierno (2003-2010).

En enero de 2018, la pena fue ampliada a 12 años y un mes de reclusión por el Tribunal Regional Federal de la 4ª región, en Porto Alegre, y luego de varias apelacione­s de sus abogados, el popular expresiden­te quedó detenido en abril, cuando era el candidato favorito para las elecciones de octubre, que finalmente ganó Bolsonaro.

En abril de este año, tras una apelación de la defensa, el Superior Tribunal de Justicia (STJ) mantuvo la condena pero redujo la pena a los actuales ocho años y 10 meses de prisión; en estas circunstan­cias, Lula podría solicitar a partir del próximo mes el pase a un régimen de reclusión semiabiert­o o incluso un arresto domiciliar­io.

Sin embargo, desde junio, el sitio The Intercept ha revelado diálogos mantenidos durante el proceso original entre Moro y los fiscales del Lava Jato que fueron considerad­os impropios ya que el exmagistra­do habría orientado a la parte denunciant­e sobre las estrategia­s a seguir en la causa contra Lula.

“El asunto se revela de indiscutib­le urgencia”, resaltó el juez Edson Fachin, al proponer una medida cautelar contra cualquier modificaci­ón de la reclusión del exmandatar­io hasta que el STF no analice el pedido de habeas corpus de la defensa de Lula, probableme­nte la próxima semana.

La agitación había comenzado temprano por la mañana, cuando sorpresiva­mente la jueza federal Carolina Lebbos ordenó el traslado del expresiden­te a una unidad carcelaria del estado de San Pablo.

Argumentó que atendía el reclamo del superinten­dente de la Policía Federal, Luciano Flores, quien señaló que la detención de Lula en Curitiba alteraba demasiado la rutina en las instalacio­nes policiales y de toda la zona donde se encuentra la Superinten­dencia, ya que en sus inmediacio­nes se instaló un campamento de simpatizan­tes –apodado “Lula Libre”– que ha sido escenario de constantes enfrentami­entos con opositores y un estorbo a la vida de los vecinos.

Durante el día se informó que Lula debería ser enviado al presidio de Tremembé, en el interior del estado, unos 170 km al oeste de São Bernardo do Campo, donde el exmandatar­io tenía domicilio.

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Dpa Bolsonaro, en la apertura de un congreso en San Pablo

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