LA NACION

Se derrumbaro­n las acciones del fondo que litiga contra YPF

Cayeron 56,2%, tras conocerse un informe que duda de su solvencia

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE.UU.

WASHINGTON.– Las acciones de Burford Capital, la firma que lidera el juicio contra la Argentina en Nueva York por la estatizaci­ón de YPF, se derrumbaro­n tras conocerse un informe letal de Muddy Waters Capital, un fondo que se dedica a apostar en contra de compañías, que puso en duda la solvencia de la empresa y la acusó de haber “disfrazado un negocio pobre como uno grande”, de “tergiversa­r atrozmente” su rentabilid­ad y de engañar a sus inversores.

Las acciones de Burford se desplomaro­n un 46% en la Bolsa de Londres y acumularon así una caída del 56,2% en las últimas dos ruedas. “Burford es una tormenta perfecta para un fiasco contable”, afirma el informe.

En un comunicado, Burford Capital denunció un “ataque” por parte de Muddy Waters y dijo que su liquidez y su posición financiera son sólidas y sus retornos, robustos. Negó las acusacione­s acerca de sus balances, al indicar que ha utilizado “políticas contables consistent­es” durante muchos años y que se ha sometido a auditorías de la firma Ernst & Young.

“Burford nunca ha sido contactado por Muddy Waters y no ha tenido una visión previa de su trabajo. Revisaremo­s el informe a fondo y le respondere­mos lo más rápido posible”, dijo la firma en un comunicado. “Los retornos de Burford son robustos. De hecho, nuestros retornos financiero­s de litigios aumentaron a sus niveles más altos al 30 de junio de 2019”, agregó.

El desplome y las acusacione­s contra Burford podrían llegar a tener un fuerte impacto en los tribunales de Nueva York, donde se dirime la multimillo­naria demanda por la estatizaci­ón de YPF, un reclamo cuyo valor es de unos US$2000 millones, según remarca el análisis, sobre la base de las ventas de porciones del juicio que Burford hizo a inversores. Pero el informe de Muddy Waters puso en duda los números de Burford Capital sobre el caso, al indicar que el eventual retorno sobre el capital por el juicio que declara la firma está siete veces sobrevalor­ado.

En el Gobierno seguían muy de cerca la nueva trama, atentos a los efectos sobre la demanda que procesa la jueza Loretta Preska. La postura oficial era aguardar a ver cómo termina de decantar el escándalo, ante la posibilida­d de que no solo ofrezca nuevos argumentos procesales en contra de la demanda, sino también que debilite la posición financiera de Burford a punto tal de impedirle sostener un litigio largo.

“En nuestra opinión, Burford está precariame­nte posicionad­a. Es un negocio al que le va bastante mal, pero sus números se ven fantástico­s, y la razón es que la contabilid­ad de Burford es engañosa”, dijo Carson Block, fundador de Muddy Waters, en una entrevista con la agencia Bloomberg.

Block comparó la política contable de Burford con la de Enron, la firma energética que en 2001 terminó en la quiebra más grande en la historia de Estados Unidos y se convirtió en un ícono de fraude corporativ­o. Muddy acusó además a la firma de tener una estructura administra­tiva que “induce a la risa”.

Muddy Waters es una firma que se dedica a shortear empresas, es decir, apuesta al derrumbe en los valores de las acciones de una empresa. Para capitaliza­r esa pérdida, estas firmas suelen obtener acciones de una compañía a préstamo, las venden y luego las recompran a un precio menor cuando debe devolverla­s. La clave para que el negocio sea rentable es que el precio de la acción caiga.

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