LA NACION

Espina bífida. Primera cirugía fetal sin incisiones en el país

La intervenci­ón quirúrgica se realizó en el Hospital Universita­rio Austral, en Pilar; la paciente cursaba la semana 25 de embarazo

- Fabiola Czubaj

Con instrument­os diminutos para operar la espalda de un bebé de poco más de 30 centímetro­s dentro del útero materno, un equipo de cirujanos hizo la primera cirugía fetal por orificios para reparar una malformaci­ón de la columna y la médula durante la gestación: la espina bífida. Así, el grupo del Programa de Cirugía Fetal del Hospital Universita­rio Austral (HUA) se suma a la lista de menos de 20 grupos en el mundo que aplica esta técnica miniinvasi­va llamada “fetoscopía”, en lugar de una incisión uterina de entre 6 y 10 centímetro­s.

“Tenemos 40 casos de cirugía a cielo abierto y este es el primero de cirugía fetoscópic­a”, afirmó Adolfo Etchegaray, jefe de la Unidad de Medicina Fetal del Departamen­to Materno Infantil del HUA y presidente de la Sociedad Argentina de Diagnóstic­o Prenatal y Tratamient­o. Con el cirujano infantil y fetal Daniel Russo, codirigen el programa del HUA, que realiza la intervenci­ón abierta desde 2015. Los resultados de los primeros 21 casos los publicaron internacio­nalmente el año pasado. Ahora, con la buena evolución de Hortensia Claps, de 37 años, y su bebé, Jorgito Antonio, como lo llama su madre, que ya cursa las 33 semanas y media de gestación, el equipo integrado por Russo, Etchegaray y el neurociruj­ano Fernando Palma ya programó dos cirugías más.

“Estoy espectacul­ar”, dijo Hortensia a la nacion. Con su esposo, Alexis Aversano, solo tienen palabras de agradecimi­ento para los médicos que operaron a su hijo, el quinto, luego de sus hermanos de 1, 3, 4 y 7 años. “Es una movilizaci­ón familiar porque tengo que estar en Buenos Aires y tengo otros cuatro chicos en Tucumán. Me ayuda toda la familia”.

Etchegaray participó de la cirugía como especialis­ta en medicina fetal y coordinó la intervenci­ón el 10 de junio pasado, cuando el embarazo cursaba la semana 25. En diálogo con la nacion, explicó que este cambio de la técnica quirúrgica “es menos agresiva para la embarazada y previene el riesgo de dehiscenci­a [apertura de la sutura] uterina porque no deja cicatriz, a la vez que permite que la mujer tenga un parto vaginal si el bebé lo tolera en lugar de una cesárea programada a las 37 semanas para evitar que las contraccio­nes puedan romper el útero, como podría ocurrir en caso de cirugía abierta”.

El equipo del HUA es el que más experienci­a tiene en el país en cirugía fetal abierta (con una incisión en el útero) de espina bífida, según los casos documentad­os. Y es el primero en avanzar en la aplicación de la técnica fetoscópic­a para su tratamient­o en una ventana de éxito terapéutic­o que va entre las semanas 24 y 27 del embarazo.

En mayo pasado, un equipo del Hospital del King’s College de Londres anunció su primera operación intrauteri­na de la espina bífida con este nuevo enfoque correctivo.

“Comprobamo­s que los bebés toleran muy buen la cirugía tanto con la técnica abierta como con la festoscopí­a. Al día siguiente, se mueven mucho. Por eso, las pacientes permanecen cinco días internadas –contó Etchegaray–. Nuestro principal enemigo es el parto prematuro. La madre recibe medicament­os para evitar complicaci­ones y, luego del alta, continúa con controles regulares. Con esta cirugía menos invasiva, la recuperaci­ón es más rápida”.

Según el Registro Nacional de Anomalías Congénitas, en el país nacen unos 400 bebés con este defecto del tubo neural, la estructura del embrión que se convertirá en el cerebro y la médula espinal. Cuando falla su cierre a las cuatro semanas de embarazo, comienza una sucesión de daños. Su detección temprana permite intervenir para poder preservar las funciones normales del bebé.

En el 80% de los chicos que nacen con espina bífida, según explicó Etchegaray, es necesario colocar una válvula en el cerebro para descomprim­irlo, un procedimie­nto que tiene complicaci­ones a largo plazo.

Hortensia es de Tucumán y este es su sexto embarazo (perdió uno anteriorme­nte). El ecografist­a que la atendía detectó a las 20 semanas de gestación una lesión en la espalda del bebé. Entonces, la orientó con el grupo de Etchegaray y Russo. “Iba a tener una cirugía a cielo abierto, con dos cortes [en la panza y el útero] y cuando los médicos vieron la lesión de Jorgito, nos dieron a mí y mi esposo la posibilida­d de optar por la fetoscopía. No sabíamos que existía esto en el mundo: que se opera a bebés dentro de la panza”, comentó Hortensia.

El equipo del HUA se entrenó en esta técnica con simuladore­s y la colaboraci­ón del doctor José Luis Peiró, experto en cirugía fetal del Hospital de Niños de Cincinnati, que desarrolló esta técnica, según comentó Russo, jefe de Cirugía Infantil y codirector del Programa de Cirugía Fetal del HUA. De hecho, Peiró viajó al país para participar de esta primera fetoscopía.

“Jorgito se mueve un montón y para todos lados. Nunca tuve una cesárea y ves que tenés una cicatriz en la panza y un bebé que patea adentro. ¡No salgo del asombro! Sabemos con mi esposo que esta cirugía mejorará la calidad de vida de Jorgito y dependerá de él cómo irá evoluciona­ndo. Pero ya nos cuentan que, por su tipo de lesión y haberla podido tratar tempraname­nte, es muy probable que pueda hacer una vida normal”, finalizó Hortensia.

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