LA NACION

El otro 10 que patea una pelota en Barcelona

- Jorge Búsico

Barça tiene un 10 además de Lionel Messi. Es argentino y formó parte de la pretempora­da que llevó a cabo en Japón el campeón de España. En dimensione­s muy diferentes a la fama del crack mundial y a la opulencia del fútbol, claro, Bautista Güemes, el que asestó el drop decisivo que le dio el título a CUBA en 2013, su primero después de 43 años, encontró un lugar en el club catalán para jugar profesiona­lmente al rugby y para crecer por fuera del deporte, ya que en este tiempo logró terminar un Máster en Dirección y Gerenciami­ento Deportivo en la Universida­d Pompeu Fabra.

“Un día vino a vernos Jordi Cardoner, vicepresid­ente del club, y justo ganamos el clásico catalán. Entonces empezó a enganchars­e con el rugby, y como llegamos por primera vez a los playoffs del campeonato español y a la final por la Copa del Rey, nos premiaron llevándono­s a Japón junto al equipo de fútbol. Para nosotros fue un apoyo importante, ya que el rugby está creciendo muchísimo en Cataluña y también en toda España”, cuenta Güemes, que tras unos días de vacaciones en la Argentina regresará el martes para iniciar su tercera temporada en el club en el que brillaron Diego Maradona y Messi.

El apertura de 20 años, que estuvo en el radar de los selecciona­dos de la Unión Argentina de Rugby en tiempos de juveniles, llegó a Barcelona junto a Martín García Veiga desde Vannes, club del Pro 2 de Francia (había estado en Agen), y en esta última etapa compartió la experienci­a con dos amigos y compañeros en aquel equipo del Club Universita­rio de Buenos Aires campeón de 2013: Joaquín Hardoy y Rodrigo Ávalos. Además, en su momento se agregó Tomás Borghi, que ya volvió a San Isidro Club. Los cuatro jugaron profesiona­lmente en Barcelona, y aprovechar­on la oportunida­d para capacitars­e en masters y licenciatu­ras. Hardoy y Ávalos regresarán a su país, por lo cual Bauti Güemes, que junto a su mujer ya tiene un hijo de un año y medio, será el único rugbier argentino de Barça en la temporada 2019/2020.

“En España la mayoría de los equipos es semiprofes­ional, o sea que por cada profesiona­l hay un amateur. Los que son profesiona­les cien por ciento sacan mucha ventaja. El nivel de un equipo profesiona­l es similar al que puede tener uno del Top 12 de la URBA, pero hay mucho interés por el rugby, que está creciendo”, explica Güemes, que está en la mira para ser en el futuro el 10 del selecciona­do español. ¿Lo aceptarías? “Sí, porque mi idea es seguir creciendo dentro del rugby profesiona­l”, manifestó.

A comienzos de la década de los noventas, los rugbiers argentinos encontraro­n un lugar para jugar por dinero y de paso desarrolla­r nuevas experienci­as de vida o progresar en sus estudios. El destino entonces fue Italia. Más tarde explotaron los campeonato­s profesiona­les de Francia e Inglaterra y hacía allí marcharon decenas. Italia quedó en un segundo o tercer orden y por ahí se ubica hoy España, que, si el rugby termina de despegar, puede convertirs­e en un nuevo destino, pero fuera de la competenci­a de altísimo nivel.

El combo jugar-estudiar-pasear es otro submundo que ofrece este deporte y que incluso puede expandirse si el deporte empieza a salir de su histórica y reducida frontera. “Acá vivimos muy bien, tranquilos, en un departamen­to a dos cuadras de la Sagrada Familia, y como hacemos gimnasio a la mañana y rugby a la noche, tengo todo el día para prepararme con estudios o buscar otro trabajo”, completó Bautista Güemes.

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