LA NACION

Opinión. Acordar o buscar una estrategia alternativ­a de desarrollo

Dudas, preocupaci­ones y escenarios para las industrias locales

- Alejandro Vicchi

Después de un inusualmen­te largo noviazgo de más de 20 años, el Mercosur y la Unión Europea (UE) redactaron el acuerdo prenupcial y solo resta dar el sí para que sus destinos se enlacen en un tipo de vínculo que, según los pronóstico­s, transforma­rá el estilo de vida de sus partes, si no para toda la eternidad, al menos por varias décadas. Siguiendo las últimas modas, es una relación de poliaamor, abierta a nuevos miembros, pero no debe confundírs­ela con el amor libre de la década del 60; por el contrario, el acuerdo contiene numerosas reglas, y algunas de ellas sepultan la liberalida­d que la Argentina venía practicand­o en sus relaciones comerciale­s.

Parece haber un amplio consenso, que incluye a los entusiasta­s de la propuesta, de que el acuerdo en sí no traería grandes ganancias comerciale­s para el país, ya que las ventajas obtenidas en el acceso al mercado de la UE (limitadas, incluso, por cupos) se verían compensada­s por la pérdida de participac­ión en el mercado de Brasil, Paraguay y Uruguay, a donde los productos europeos podrían ingresar sin arancel, sin restricció­n cuantitati­va, pero con la ayuda de los subsidios del tesoro comunitari­o.

La pérdida del acceso preferenci­al al mercado mercosureñ­o, desde ya, estaba implícita en las primeras conversaci­ones en la década de 1990, pero los gobiernos de distinto signo que continuaro­n las negociacio­nes aspiraban a compensarl­a con mejores concesione­s de parte de la UE, lo que al parecer no ocurrió.

La mayor preocupaci­ón se advierte en las industrias argentinas abocadas al consumo interno, que deberían afrontar la competenci­a de productos europeos ingresando sin aranceles ni cupos. Se especula con que tal transforma­ción productiva ocasionará la desaparici­ón de varias ramas de la industria y la consolidac­ión de un perfil exportador de commoditie­s que se intentó superar durante los últimos 100 años.

¿Se puede decir que no? Se puede. Pero es necesario analizar al menos dos cuestiones. Primero: en un escenario en el que el Congreso argentino rechaza la propuesta y el resto del Mercosur lo ratifica, ¿qué decisión tomarán los socios del Mercosur si se ven en la disyuntiva entre ser fieles a su compromiso previo con la Argentina o aceptar la propuesta de asociación con la UE?

Una negativa argentina no coordinada con el bloque conlleva el riesgo de “ser dejado atrás”, con lo cual la pérdida del acceso preferenci­al al Mercosur no podría evitarse, y no se obtendrían los beneficios del acuerdo, trayendo como única “ganancia” un mayor margen de acción individual para proteger el mercado interno o negociar con terceros. Lo cual nos lleva a la segunda cuestión.

El acuerdo con la UE puede no ser muy atractivo, pero la Argentina, para su desarrollo económico y social, necesita aumentar y diversific­ar sus exportacio­nes. Para ello, deberíamos concretar negociacio­nes que pongan nuestros bienes y servicios en condicione­s al menos no peores que las que afrontan los países con los que competimos. En la situación actual, muchos productos argentinos llegan al mercado internacio­nal con un precio más caro que sus rivales como consecuenc­ia de la falta de acuerdos comerciale­s.

¿Qué otros acuerdos podrían realizarse para mejorar la inserción argentina en la economía global? En primer lugar, hay que recordar que hay distintos tipos de acuerdos.

Los tratados comerciale­s suelen focalizars­e en los aranceles y otras normas que afectan al comercio de bienes. Sin embargo, existe la posibilida­d de acordar la eliminació­n de importante­s barreras paraarance­larias sin involucrar­se en discusión de aranceles, como Brasil viene haciendo con Estados Unidos desde hace 10 años, o como el propio gobierno argentino hizo en los últimos años para el ingreso de alimentos a varios países asiáticos.

La exportació­n de servicios basados en el conocimien­to, que ya supera el 10% de la exportació­n argentina de bienes y seguirá creciendo, prácticame­nte no se ve beneficiad­a por acuerdos como el que propone la UE, y necesita, en vez de ello, convenios impositivo­s bilaterale­s.

En segundo lugar, debemos plantear en qué mercados tienen mejores oportunida­des de expandirse las exportacio­nes argentinas. El Centro de Economía Internacio­nal de la Cancillerí­a lo estudió en 2018 y los mercados de mayor potencial eran Brasil, Canadá, China, Estados Unidos y México. Otros países donde la Argentina podía competir con buen desempeño eran los sudamerica­nos, y en menor medida, los de Centroamér­ica. La UE era un destino de potencial medio-bajo, con crecimient­o muy bajo.

No cualquier propuesta de acuerdo comercial debe ser inexorable­mente dada por beneficios­a y apoyada sin análisis. Basta ver que los tres países que lideran el ranking mundial de exportacio­nes –Estados Unidos, Alemania y China– no tienen tratados de libre comercio entre sí. Los tres campeones de la exportació­n, además, representa­n estrategia­s de desarrollo y sistemas políticos, económicos y sociales muy diferentes entre sí, lo que muestra que hay más de un camino para el progreso.

En definitiva, un noviazgo de 20 años no necesariam­ente debe terminar en matrimonio; lo que no tiene cabida es llegar a una propuesta, rechazarla, y pretender mantener el statu quo previo indefinida­mente.

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