La Peque mira al futuro Pareto quedó fuera del podio, con una lesión y focalizada en llegar a Tokio 2020
Frustrada, la campeona en los Juegos de Río 2016 se marchó anticipadamente de Lima porque, tras caer en las semifinales, no se presentó en el repechaje por una molestia que le adormecía el brazo
LIMA.– A la campeona olímpica le ganó una joven madre de 20 años que tiene un hijo de apenas un año y medio. “Pareto es Pareto”, dice plena de admiración Vanesa Godinez. Es una morena que se reincorporó al judo en enero pasado, y que tuvo que dejar a su pequeño Angel Luis al cuidado de su familia durante muchas semanas. Esta cubana con un acento encantador, criada en la ciudad de Artemisa, derrumbó a uno de los grandes créditos que tenía nuestro país para alimentar la cosecha dorada en los Juegos Panamericanos.
Cayó Paula Pareto, sí, la dueña de la medalla dorada en los Juegos olímpicos de Río 2016. Una triste despedida para la Peque, que después de perder en las semifinales mostró un semblante y un ánimo desconocidos en ella: apesadumbrada, fastidiosa, frustrada. Fue el prólogo de su adiós anticipado de Lima 2019, porque tendría que haberse enfrentado con la mexicana Edna Carrillo en el primero de los dos repechajes para subirse al podio, pero que sin embargo no lo hizo por una molestia en las cervicales que le adormecía el brazo.
“Claramente, ahí hay algo medio suelto”, apuntaba ya más calma la Peque, de 33 años, con el conocimiento de traumatóloga recibida y en ejercicio. “Se ve que la hernia está obstruyendo la salida nerviosa y aprieta la médula; es muy probable que sea la parte arterial. El tema me da miedo porque conozco todo esto”, agregaba la judoca, que ya juega una cuenta regresiva en la recuperación física para llegar bien al Mundial de Tokio, que se disputará del 25 a 31 de este mes. “Llegar, llego. Ir voy a ir a ir. No va a ser la primera vez que compita así, pero esta vez se notó mucho el dolor; ése es el problema”.
No está en el deseo de la doble medallista olímpica someterse a una trituradora de certámenes, pero así viene dándose el año: con exigencias continuas. Su principal meta es asegurarse su clasificación para Tokio 2020, y el certamen mundialista que se disputará en la capital japonesa entrega muchos puntos para el ranking, que es la ecuación que realmente le interesa. La Peque vino a los Panamericanos más por lo que representa para la delegación argentina que por su propio trayecto olímpico. Nunca se le pasó por la cabeza darle la espalda a Lima 2019, que podía darle su cuarta medalla, tras haber obtenido una de cada color en los tres anteriores.
Ahora, dejó Perú con varias sensaciones raras sobre el tatami: “Me asusté cuando me maree, me sentí rara y no estaba convencida de seguir. Tenía miedo de mandarme un moco”, confiesa. En la primera lucha se le adormeció un brazo. En el segundo, los dos. Imaginó que el tercer combate se iba a prolongar, entonces dijo basta y se retiró al vestuario. “No es que estaba perdiendo la fuerza, sino la sensibilidad. La idea es intentar recuperarme en los próximos días”.
Paula tiene que tomar decisiones que exceden lo meramente deportivo. El tema médico, en cierto punto, se vuelve más importante que las cuestiones técnicas de los combates. Sabe que para restablecerse al ciento por ciento, directamente debería dejar de entrenarse por 20 días. “Esa es la realidad, tendría que parar”, asegura. La vorágine de compromisos le impide detenerse, aunque es lo suficientemente inteligente como para no cometer locuras. Más, siendo traumatóloga y conociendo a fondo los síntomas de su cuerpo. Por eso es que tomó esta difícil decisión de darle un cierre abrupto a su participación en estos Juegos Panamericanos.
“¿Qué me llevo de Lima? Es lo mismo de siempre: puedo ganar o perder con cualquiera, esto es judo, acá se dieron unos resultados muy sorpresivos que no se habían dado en la vida, como que una chilena le ganara a una brasileña”, describía Pareto. Una mujer que, más allá de este tropiezo en Lima desborda fortaleza –tanto física como mental– y lucidez para trazar un posible camino a la felicidad. Al final, siempre termina consumando retos, basada en el esfuerzo. Por eso es que llevó al judo y a la medicina de la mano desde muy chica. Deporte y estudio en paralelo.
La realidad es que Pareto proyectó Tokio 2020 desde el día en que obtuvo la medalla de oro en Río, cuando le ganó a la coreana Bokyeong Jeong en el Arena Carioca 2. Y este año hubo particulares señales de que podría rendir. En su primera competencia del año abrazó el oro en el Grand Slam de Ekaterinburgo, Rusia. Y a fines de abril conquistó el Panamericano de la especialidad aquí mismo en Lima, apenas en su segunda escala del año. Ahora, más allá de sus achaques físicos, buscará un nuevo envión.