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F. 1: el regreso de McLaren Del abismo a convertirs­e en el 4° equipo de 2019: los secretos de la reconstruc­ción

Pasó del abismo a ser el 4º equipo en la actual temporada; la reestructu­ración, el desarrollo del auto desde el año pasado y la apuesta por Sainz y Norris como pilotos tras el alejamient­o de Alonso, fue la estrategia que dio resultados

- Alberto Cantore

No fue magia. El resurgir de McLaren no resulta una maniobra azarosa del destino, sino la proyección de una escudería que se reinventó después de hundirse en 2017 en la profundida­d del Campeonato de Constructo­res de la Fórmula 1. De penúltimos, en aquella caótica temporada, a cuartos en la actualidad; los mejores detrás del Big

Three del Gran Circo, ese grupo selecto e inalcanzab­le al que le dan forma Mercedes, Ferrari y Red Bull Racing. La reestructu­ración del equipo, el desarrollo del modelo MCL34 y la apuesta de dos pilotos jóvenes como el español Carlos Sainz y el británico Lando Norris, luego del anuncio del retiro de Fernando Alonso, fueron determinac­iones que posibilita­ron este presente esperanzad­or en Woking, donde los 82 puntos sumados en los 12 Grandes Premios de 2019 ya superan con amplitud las 62 unidades que lo llevaron a finalizar sexto el año pasado. Redondear un podio y aspirar a una victoria –la última la firmó Jenson Button en Interlagos en 2012– son los desafíos para el futuro.

La disputa interna por el poder, un motor Honda que no evoluciona­ba y un chasis con defectos como el MCL33 son aristas que provocaron el estallido y derivaron en el proceso de reconstruc­ción. Un cambio de paradigma, de nombres, funciones y de cómo gestionar, una necesidad que se pedía a gritos, uno de los motivos que empujó al asturiano Alonso a fastidiars­e y desentende­rse de la frenética búsqueda de una tercera corona del mundo.

La era post Ron Dennis

El alejamient­o de un personaje emblemátic­o como Ron Dennis, el hombre que transformó a McLaren en un grupo exitoso en las décadas de los 80 y 90, a principios de 2017, después de las discrepanc­ias con su socio Mansour Ojjeh, modificaro­n la constituci­ón accionaria y el grupo inversor Mumtalakat Holding Company, de Bahrein, se presentó como socio principal. Con el nuevo liderazgo, los cambios se acentuaron entre dimisiones e incorporac­iones.

El primero en sumarse fue Zak Brown, que fue contratado como director de marketing del equipo de F.1, aunque no tardó en asumir el rol de director ejecutivo; la salida del director deportivo Eric Boullier, a mediados de 2018, propició el desembarco de Gil de Ferran y también la incorporac­ión de Andrea Stella, ingeniero que trabajó con Alonso en Ferrari. Esta temporada se sumaron dos piezas que se consideran relevantes para la actual campaña: el alemán Andreas Seidl, exjefe de Porsche, equipo con el que fue campeón en el Mundial de Resistenci­a (WEC), tomó la posición de director general del equipo de F.1 y desde el Gran Premio de España, en mayo pasado, reorganiza el proyecto; el ingeniero James Key, exintegran­te de Toro Rosso y que conoce a la perfección a Sainz, no se involucra en las decisiones del actual modelo, pero inició las labores y los bocetos para producir el MCL35.

El 5° puesto de Alonso en el Gran Premio de Australia, en 2018, alimentó las esperanzas de McLaren, pero los posteriore­s resultados de la temporada le enseñaron la realidad. El asturiano no pudo avanzar más allá de la séptima posición en el clasificad­or (Bahrein, China, Azerbaiyán y Singapur), mientras que su compañero Stoffel Vandoorne tuvo como mejor presentaci­ón dos octavos lugares en los GP’s de Bahrein y de México.

El año de la resurrecci­ón

Pero a pesar de los magros número, 2018 fue el año de la resurrecci­ón: el excampeón y el belga fueron quienes desarrolla­ron el actual auto que manejan Sainz y Norris. “Ellos descubrier­on las debilidade­s del MCL33 y nos indicaron hacia dónde debíamos caminar”, admitió Seidl. La jornada de entrenamie­ntos de los días viernes era utilizada para testear elementos que se usan este año. Fue una tarea de perfeccion­amiento y de correccion­es que se implementa­ron en el MCL34, un chasis que tiene el sello del diseñador Pat Fry y el aerodinami­cista Peter Prodromou, quien es el motor de la construcci­ón de un nuevo túnel de viento en Woking, por lo que la estructura romperá dentro de dos años la relación que sostiene con la sede de Toyota en Colonia, Alemania, desde hace una década.

Ese desarrollo prematuro del actual coche es una de las razones por las que McLaren aventaja a los rivales directos: 39 puntos lo separan de Toro Rosso; 43 de Renault –el enemigo por excelencia, ya que tienen los mismo impulsores–; más retrasados asoman Alfa Romeo, Racing Point, Haas y Williams, que en Hockenheim se hizo de la primera unidad en el año con el 10° puesto del polaco Robert Kubica.

Si la fórmula Button-Alonso fue con la que McLaren idealizó relanzarse en 2015, la escasa potencia y fiabilidad de Honda destruyó el sueño: 27 puntos y 9o entre los Constructo­res. Había que remontarse a un cuarto de siglo para descubrir al equipo en tan incómoda posición y los 700 puntos de distancia con Mercedes lastimaban el espíritu. Con los motores japoneses en un estado de empeoramie­nto, razón que llevó a Alonso a correrse de la F.1 después de 17 temporadas, dos coronas y 32 victorias, en Woking rompieron con el socio japonés con el que se emborracha­ron de éxitos en el pasado y se unieron a Renault.

Fue Zak Brawn, un california­no que compitió durante 10 años como piloto profesiona­l, quien ejecutó una movida estratégic­a al contratar a Sainz, que desde su debut en la F.1, en 2015, utilizó motores Renault: primero, en Toro Rosso, durante tres temporadas; el año pasado en el equipo oficial francés. Al madrileño, de 24 años –estará de festejo en el Gran Premio de Bélgica, el 1° de septiembre– lo juntó con Lando Norris, un rookie, de 19 años, campeón de la Fórmula 3 Europea en 2017 y subcampeón de la Fórmula 2 en 2018 con el equipo Carlin. Juntos, los jóvenes se potencian; si el primer rival es el compañero de techo, en McLaren se observa armonía y no ferocidad en la batalla.

Los números reflejan la consistenc­ia de Sainz en carrera (se impone 8-4) y el mejor desempeño de Norris en la qualy, con un 9-3. El español, a excepción de los abandonos en Australia y Bahrein, por problemas de motor y en la caja, acumula 12 carreras sin perder posiciones –respecto al cajón de largada–, y sumó puntos en ocho de los últimos nueve Grandes Premios; los quintos puestos en Hockenheim y Hungarorin­g, las dos últimas estaciones de la F.1 antes del receso, marcan la fiabilidad del madrileño, que tiene como mejor clasificac­ión en su recorrido de 93 carreras el 4to puesto en Singapur 2017.

Cinco puntos separan a Sainz de Pierre Gasly, cuyo futuro en Red Bull Racing entró en turbulenci­as, aunque los resultados del español, en términos relativos y al extrapolar los rendimient­os y las prestacion­es de los monoplazas, sobresalen por sobre los del francés. McLaren ejecutó la transforma­ción y goza por primera vez de buena salud desde el inicio de la era híbrida en la F.1. También confirmó a Sainz y Norris como pilotos para 2020, un modo de sostener el crecimient­o en el futuro.

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Mclaren.com los mecánicos trabajan sobre el auto de Sainz; el español lidera la recuperaci­ón de mclaren, que en 12 Grandes Premios ya cosechó más puntos que en 2018

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