LA NACION

estamos en shock, todo nos pegó bastante fuerte

- Texto Gastón Saiz enviado especial | Foto César Fajardo / lima 2019

LIMA.– La impotencia por una macana que nada tuvo que ver con ellas y el orgullo deportivo para seguir adelante. Atravesada por las dos sensacione­s, Débora González se calzó una musculosa blanca y salió a jugar con sus compañeras, las Gigantes, un partido ante Islas Vírgenes que no les iba a reportar nada en su aspiración a medallas en el básquetbol. Así, después del papelón que les tocó vivir en el suspendido encuentro de anteayer frente a Colombia,la Argentina terminó imponiéndo­se a las caribeñas con el alma partida y la certeza de que sólo restará seguir hasta el desenlace del certamen, por el 5º puesto. Pero ¿cómo se vivió toda esta situación? “Preservamo­s la intimidad del equipo con una declaració­n que se subió en las redes sociales. El día de mañana, quien sea responsabl­e de algo, creo que se va a dar cuenta y dará las explicacio­nes, nosotras no tenemos que darlas.

Por eso salimos a la cancha y jugamos”, comentó la capitana González, consciente de que este problema no terminará acá, sino que tendrá derivacion­es en la Confederac­ión Argentina de Básquetbol y servirá como advertenci­a en el desarrollo del básquetbol femenino en general.

–¿Conversaro­n con algún dirigente de la CABB por lo sucedido?

–Sí. Prefiero no hablar sobre ese tema. Cada cual sabrá lo que hizo y nosotras hacemos esto: jugar al básquetbol.

–Fue muy elocuente ese mix de emociones en la arenga previa a este último partido, entre el entusiasmo de encarar un nuevo encuentro con la selección y la tristeza por lo que ocurrió.

–Es que haber quedado afuera por algo ex trabas qu et bolís tic o fue algo que nos dolió muchísimo. Estar ahí escuchando el Himno Nacional y decir: ‘Che, ¡pero yo quiero estar acá jugando por algo!’ fue duro. Todavía como que no caemos, estamos en shock, pero al mismo tiempo sacamos fuerzas de donde no tenemos, paradas ante toda esa gente en las tribunas.

–¿Y qué otras cosas te pasaron por dentro?

–Me dio vergüenza entrar en la Villa y que la gente te pregunte cosas y diga: ‘Ahí van las de básquet’. Fue algo heavy, porque enfrentart­e con todos los deportista­s, mientras que escuchás aplausos para algunos de nuestros atletas que entraban con medallas ganadas, la verdad que me resultó muy difícil.

–A Hernán Amaya, el jefe de equipo, le tocó cumplir múltiples funciones. ¿Creés que el error tuvo que ver con un desborde de responsabi­lidades?

–(Sonríe) No voy a hablar de Hernán. Lo conozco desde los 18 años, es como un papá para mí. Cada cual sabe lo que hizo y lo que tiene que hacer para que el básquetbol femenino siga cambiando, nada más.

–Por un lado, el básquetbol femenino viene teniendo mucho apoyo. Por otro, esta mancha que parece derrumbar todo. ¿Cómo se maneja esta disyuntiva?

–¿La mancha para quién?

–Para el básquetbol en general.

–Nosotras no lo sentimos como una mancha; el que se sienta culpable y que es una mancha o el que la creó, que se haga cargo. Las jugadoras lo tomamos como lo que nos toca y mañana nos vamos a levantar y salir más fuertes que nunca. Porque es así, porque esto sigue y hay más objetivos para adelante. Esto ya no se puede volver para atrás.

–FInalmente, no dudaron en salir a jugar.

–Sí, nos encanta ponernos la camiseta celeste y blanca por más que hubo mil cosas que nos hayan pasado y lo vamos a seguir haciendo y dejando todo. No sólo por nosotras, sino también para enseñarles a las jugadoras que vienen desde abajo lo que realmente pasa arriba y cómo se siente estar acá, en un torneo.

–¿Fue el partido más difícil que te tocó disputar?

–Sí, fue difícil desde la parte mental, todo nos pegó bastante fuerte. Pero nada: todas juntas, abrazadas, fue lo que nos llevó hacia adelante. Así como tuvimos momentos muy, muy buenos, donde llorábamos de felicidad, hoy nos toca pasar del otro lado. Estamos muy tranquilas con el trabajo que hizo cada una, cada cual respeta su espacio. Y en la cancha nos esforzamos todas juntas.

–¿Qué hubiese pasado si se daba la situación al revés y Colombia no tenía la indumentar­ia?

–Hablamos con las jugadoras de Colombia y ellas nos dijeron que no tenían nada que ver con la decisión de no jugar. Nosotras, jugadoras, nos metemos en la cancha porque es como se debe hacer. Pasó en el masculino este año, con un equipo Sub 16 ante República Dominicana. Y acá salgo a defender a la Confederac­ión, porque ellos, con esa selección masculina, lo hicieron. Esperaron al rival, terminaron perdiendo el partido y no pidieron los puntos. Somos argentinos y las cosas nos gusta ganarlas como se deben ganar. No desde el escritorio. Pero al mismo tiempo, las reglas están hechas para algo: Colombia lo quiso así y nosotras listo, ya está, a cambiar la página.

–¿Sintieron el apoyo del básquetbol argentino?

–Sí, y no sólo del argentino, sino también de todo el que practica básquet. Vimos que el episodio salió hasta en España. El respaldo estuvo de parte de todos. Si bien Colombia decidió no jugar, los partidos se ganan dentro de la cancha. Ellos están en su derecho de hacer respetar las reglas y no nos parece mal.

–Ahora viene la Americup, del 22 al 29 de septiembre.

–Tenemos mil objetivos, obviamente que éste quedó en el pasado porque no podemos aspirar a medalla. Vamos a tratar de seguir adelante, como hicimos siempre, para continuar creciendo Este es un nuevo cuerpo técnico, con el que estamos aprendiend­o cosas nuevas.

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