LA NACION

Las razones de Menotti para seguir como manager de la selección

Sabe que está frente a su último reto deportivo y su deseo N° 1 es recuperar la cercanía entre el equipo y el público

- Cristian Grosso

Todavía los chequeos y análisis clínicos ocupan más tiempo del que César Luis Menotti desearía en su agenda diaria. Derivacion­es de los inconvenie­ntes de salud que no le permitiero­n acompañar a la delegación argentina en la Copa América de Brasil. Solo la próxima semana tiene previsto reunirse con el cuerpo técnico de Lionel Scaloni para comenzar a bosquejar los nuevos pasos de la selección. Él, desde su cargo de director deportivo que nunca pensó abandonar. Pese a matices, desajustes y algunas declaracio­nes inoportuna­s. “Yo no lo traje, yo no lo iba a echar”, se le escuchó decir a Menotti en los últimos días sobre Scaloni. Menotti estuvo de acuerdo con la continuida­d del entrenador, pese a su inexperien­cia, de frente a las eliminator­ias para Qatar 2022. Sin grandes técnicos desocupado­s, aceptó que el confort expresado por el renovado plantel –y por Lionel Messi, especialme­nte– era una señal que no convenía desatender. ¿Y la situación de Marcelo Gallardo? No lo fascina a Menotti.

Más allá de que nunca estará entre sus favoritos un entrenador que prácticame­nte ha confesado que no le interesa la posesión (“No quiero tener la pelota en vano, sino para atacar. Lo importante es que el jugador entienda que cuando recupera la pelota, la recupera para atacar y no por la posesión en sí”, Scaloni dixit), Menotti subrayó que si para el presidente de la AFA, Claudio Tapia, el indicado era Scaloni, entonces había que confirmarl­o hasta el cierre de las eliminator­ias. Rechazó nuevos interinato­s o extensione­s por seis meses. Habrá que comenzar a entender la función de Menotti desde ahí, aportes con pretensión fundaciona­l para darle algunas puntadas de prolijidad a tantos desatinos.

A su pesar, Menotti se convenció de que la selección no es prioridad para los clubes argentinos. Y que la AFA tampoco se rebela lo suficiente. Ya arrumbó su idea de hacerles firmar a todos los presidente­s, en una reunión del Comité Ejecutivo, un acta de compromiso para ceder a los futbolista­s cuando la selección los citase. Evitó la incomodida­d de las masivas negativas. Entendió que aquel modelo de trabajo que revolucion­ó a la selección en la década del 70 es impractica­ble. Pero no solo por los apretados calendario­s, sino también por las mezquindad­es dirigencia­les, las luchas intestinas, entre hipocresía­s y traiciones.

No clausura su ilusión de conformar en algún momento una selección local, pero tampoco se engaña: será muy difícil en medio de la grieta. ¿Cuál grieta? Percibe que los dirigentes solo están ocupados en conseguir porciones de poder o beneficios para sus clubes. Según la visión de Menotti, eso hasta incluye desestabil­izar a Tapia, que por cierto, no cuenta ni con la muñeca política ni con la astucia de, por ejemplo, Julio Grondona. Y para Menotti, Grondona nunca resultó un estadista...

Si el ambiente es tan hostil, ¿por qué Menotti decidió permanecer? Porque a dos meses de cumplir 81 años, sabe que está frente al último reto deportivo de su vida. Todavía lo moviliza intentar aceitar, al menos, algunos de los tantos engranajes que rechinan. Pero no dudará en marcharse si advierte algún destrato o, directamen­te, se descubre decorativo. Su más profundo deseo, casi una obsesión, es recuperar la cercanía entre la selección y el público. Renovar el sentido de pertenenci­a, la adhesión popular. Fiel a sus palabras en la presentaci­ón: “Sigo soñando con una selección de la gente. Durante mucho tiempo, y por diferentes razones, esa relación se debilitó. No hubo espacio para fortificar esa idea”, señaló el 25 de enero de este año, en Ezeiza. Ese desafío aún lo atrapa. Como también, daría lo que no tiene por, una vez por semana o cada quince días, reunir a algunos futbolista­s al menos para conversar. “Soy de los que aman que el futbolista conozca lo que significa estar en la selección”, confió hace unos días en la intimidad.

Menotti sabe que le ha faltado dinamismo a su gestión; los problemas de salud lo condiciona­ron. Nunca se reunió oficialmen­te con el departamen­to de seleccione­s juveniles que conduce Hermes Desio, por ejemplo. Ni con Fernando Batista, ni con la rama femenina. inaceptabl­e como director deportivo. Sí, ha conversado fuera de investidur­as con Pablo Aimar, su debilidad. Cada vez que puede no deja de distinguir la fantástica carrera que desarrolla­ron como futbolista­s los integrante­s del cuerpo técnico –especialme­nte, Roberto Ayala y Walter Samuel–, pero Aimar es su preferido. Quizás, en un futuro impredecib­le, el entrenador de la mayor.

Habrá agitación en los próximos meses alrededor de la selección argentina. Llegarán amistosos de jerarquía –México, Alemania y tal vez Brasil–, y en marzo de 2020 se abrirán las eliminator­ias. Solo en el debut no estará Messi, suspendido. Así como a la distancia y por TV quedó encantado con el defensor Juan Foyth, Menotti olfatea que quizás el capitán de Barcelona ha comenzado a transitar la parábola descendent­e de su carrera. Pero Messi puso el listón tan alto que por ahora ese no será un problema. Hay otros antes.

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Rodrigo néspolo / enviado especial “Creo que este partido va a ser distinto porque Springboks viene por el título”, dice Creevy
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Afp Menotti siente que tiene cosas para aportar

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