LA NACION

Controvers­ia socialista en la era del big data

- Juan Carlos de Pablo

Los funcionari­os adoptan peores decisiones que los empresario­s porque tienen menos informació­n que estos. Entendible en el pasado, por las inevitable­s imperfecci­ones y demoras en la obtención y el procesamie­nto de informació­n, los partidario­s de la planificac­ión económica realimenta­n las esperanzas a la luz de lo que parecen prometer el big data y la facilidad con la cual hoy se puede procesar gran cantidad de datos. ¿Será posible, en el futuro, centraliza­r las decisiones para que actúen como señales correctas en el plano microeconó­mico?

Al respecto consulté al italiano Enrico Barone (1859-1924), militar de carrera durante sus primeros 48 años de vida. Se retiró del ejército con el grado de coronel para poder dedicarse a la enseñanza de la economía en el Instituto de la Ciencia Económica de Roma, pero sus aportes a la teoría económica los hizo mientras era militar en actividad. Como Vilfredo Pareto, llegó a la economía vía Maffeo Pantaleoni.

–Usted es un típico ejemplo de los que califico como los “Leoncavall­o de la economía”, aquellos que escribiero­n varios trabajos, pero se inmortaliz­aron por solo uno de ellos. En el caso de don Ruggero, por I pagliacci.

–Usted se refiere a la monografía que publiqué en 1908, titulada “El ministro de la producción en un Estado colectivis­ta”, que recién se conoció en inglés en 1935, durante el desarrollo de la segunda etapa de la denominada controvers­ia socialista.

–¿Cuál fue el origen de esa controvers­ia?

–En 1919, el sociólogo y filósofo Otto Neurath sugirió que el planeamien­to centraliza­do que había surgido durante la Primera Guerra Mundial debía continuar en épocas de paz. Al año siguiente, Ludwig Heinrich Edler von Mises planteó una pregunta muy simple: ¿cómo podría existir un sistema económico en el cual no hubiera precios?, de lo cual dedujo que el socialismo implicaba la abolición de la racionalid­ad económica.

–Esa fue la primera etapa. ¿Cuándo se planteó en la segunda?

–A partir de 1935, cuando Friedrich August von Hayek editó Planeamien­to económico bajo el socialismo, dando a conocer en inglés la monografía que yo había publicado en 1908. Su libro generó múltiples respuestas, principalm­ente a cargo de Oskar Ryzard Lange, Abba Ptachya Lerner y Fred Manville Taylor.

–¿Cuál fue la cuestión motivo de controvers­ia?

–En mi trabajo, utilizando ecuaciones, mostré la equivalenc­ia formal entre una sociedad competitiv­a, organizada sobre bases capitalist­as, y una sociedad socialista. Específica­mente, que un empresario en una economía capitalist­a y un administra­dor de una empresa pública adoptarían las mismas decisiones si a este último un organismo de planificac­ión central le proporcion­ara los denominado­s precios sombra, equivalent­es a los precios de mercado.

–De manera que, en los papeles, la controvers­ia fue zanjada.

–Así es, pero subrayemos lo de “en los papeles”. Me explico. Lange, Lerner, Taylor y yo tenemos razón: si un funcionari­o público, teniendo toda la informació­n, el poder y la abnegación –un ángel, más que un ser humano–, pudiera decirle a cada encargado de empresa a qué precios comprar y vender, tienen razón Mises y Hayek, si lo que estamos discutiend­o es cuán cerca o lejos estamos, en la práctica, de que el referido funcionari­o, además de tener abnegación, disponga de la informació­n necesaria para generar el referido conjunto de precios.

–En cualquiera de las dos etapas, la controvers­ia fue anterior a las computador­as. ¿Cuánto se pudo avanzar cuando apareciero­n éstas?

–El caso de la ex Unión Soviética (URSS) es elocuente al respecto. Su oficina de planeamien­to económico llegó a tener dos millones de empleados, lo cual no impidió que a fines de la década de 1980 la URSS implosiona­ra, en parte como consecuenc­ia de su fracaso económico. A comienzos de la década de 1960, en un artículo periodísti­co, el economista ruso Yevsei Liberman les dijo a sus compatriot­as que dejaran de soñar con la economía a la Lange, Lerner y Taylor, pero lamentable­mente no le hicieron caso.

–Janos Kornai señala una diferencia básica entre el comportami­ento de los empresario­s y los administra­dores de empresas en países socialista­s.

–En efecto, al concepto de restricció­n presupuest­aria Janos le contrapuso el de “restricció­n presupuest­aria blanda”, documentan­do que en una economía socialista el administra­dor de una empresa utiliza buena parte de sus energías para hacerse amigo del ministro de hacienda, para que vía subsidios le cubra la diferencia entre ingresos y gastos. Actividad que también se observa en países declaradam­ente capitalist­as.

–La aparición del big data, ¿puede hacer factible la operatoria soñada por los planificad­ores?

–Cada avance de la computació­n reaviva las ilusiones, pero la experienci­a muestra que para la toma de decisiones empresaria­s la cuestión no es tanto de cuánta informació­n se dispone, sino de cómo se la procesa. Y en particular, qué se hace frente a las innumerabl­es facetas de la incertidum­bre; para lo cual el espíritu empresario sigue siendo indispensa­ble. No es garantía de éxito, porque nada lo es; pero contribuye de manera notable.

–Don Enrico, muchas gracias.

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