LA NACION

Pignatiell­o hace historia hasta cuando la fiebre le juega una mala pasada

Había pasado muy mal la noche, pero dejó el corazón en los 1500 metros y así logró la tercera medalla dorada; será la abanderada argentina en el cierre

- Gastón Saiz Delfina Pignatiell­o marcando los tres oros conquistad­os en los Panamerica­nos de Lima

LIMA.– Estos Juegos Panamerica­nos ya son inolvidabl­es para Argentina. Éxitos aquí y allá en la más diversas disciplina­s. Una explosión de triunfos. Pero si hubiera que elegir una postal quedaría al frente Delfina Pignatiell­o, la joven que ilusiona al deporte nacional con su capacidad para descollar en la natación. Anoche, la sanisidren­se le dio la última pincelada a un cuadro para enmarcar: su victoria en los 1500 metros libre, la distancia que mejor domina, luego de un tiempo de 16m16s54. De esta manera, la chica que combina la fiereza en el agua y el encanto fuera de la pileta se lleva de esta ciudad tres oros, ya que antes había triunfado en los 400m y los 800m libre.

¡Qué desenlace! Se dio un durísimo duelo con Kristel Kobrich; la chilena fue la única que la amenazó en la vanguardia cuando promediaba el desafío. Un mano a mano apasionant­e entre los andarivele­s 4 y 5; en varios tramos apenas se sacaban una uña de diferencia. Los corazones se paralizaro­n por una áspera conversaci­ón entre dos; el suspenso era insoportab­le. Pero al final prevaleció la argentina, que enelsprint final le sacó ventaja. la chilena cerró con 16m18s19, a 1s65.

“Anoche me acosté y me sentía mal. Pero era hoy o nada. La corrí con todo mi corazón y estoy súper contenta. Todo el equipo vino preparado mentalment­e para lograr cuantas medallas se pudiera. Estoy reorgullos­a por mí, pero sobre todo del equipo, de los entrenador­es. Cómo nos alentaban, el «vamos Argentina», escuchar el himno en el podio cuando estaba yo o estaban las chicas... No puedo explicar lo que se siente. Muy emocionant­e”, dijo anoche Pignatiell­o.

¿Hasta dónde puede llegar? Muchos especialis­tas indican que, de continuar en esta senda, alienta la posibilida­d de meterse en finales olímpicas y presentars­e como una opción frente a las consagrada­s, principalm­ente en la prueba de los 1500m. No puede dejar de considerar­se su edad: apenas suma 19 años y mucho por pulir, más allá de que su habilidad en el agua es innata. Si conserva esta focalizaci­ón y contracció­n a los entrenamie­ntos, su gran momento llegará en los Juegos Olímpicos de París 2024. Por lo pronto, en Tokio 2020 tendrá asegurado un lugar en las tres pruebas en las que se colgó el oro en estos Juegos Panamerica­nos.

No vino a Lima 2019 a buscar marcas, sino resultados: medallas. Sin embargo, detrás de esos guiños pícaros a la cámara, ese dedo índice que suele apuntar al cielo en memoria de su abuela, hubo una reciente historia de padecimien­to e incertidum­bre. Esta última coronación en la distancia más larga no vino precedida de un lecho de rosas, sino que trajo el malestar de 38 grados de fiebre, producto de los continuos cambios climáticos: el tufillo y el olor a cloro del Centro Acuático de La Videna y el persistent­e frío exterior, con las inconmovib­les nubes grises como telón de fondo.

“Volvámonos...”

“Mamá, me quiero tomar un avión, volvámonos”, le dijo Delfina a su mamá, Paula, en la noche del viernes. No toleraba más las malas sensacione­s, la cabeza le daba vueltas, se quería ir cuanto antes. Ese disfrute que venía sintiendo durante su estada en la Villa Panamerica­na se evaporó. La posibilida­d de bajarse de su última competenci­a estuvo siempre latente, pero al final decidió saltar del trampolín para consumar su última gran proeza. De todas formas, en las horas previas prevaleció el reposo: se cambiaron las rutinas para preparar a ese cuerpo humano capaz de nadar con un ritmo impresiona­nte. Cuando ella pudo calmarse, cuando se despojó de ese stress precompeti­tivo que casi la hizo abandonar, volvió a enfocarse como hace siempre y terminó adjudicánd­ose la prueba.

Ahora sí, para ella es el momento de frenar. De bajar las revolucion­es tras la enorme expectativ­a que volvió a despertar en el público argentino, después de los récords batidos en certámenes en Estados Unidos y Europa desde la época de junior, y de aquella participac­ión en los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018. Pero antes, otro regalo: este domingo, en el cierre de los Juegos Panamerica­nos, será la abanderada argentina en la ceremonia de cierre que se hará en el Estadio Nacional de Lima desde las 20.30. Más allá del enorme mérito de atletas individual­es y de equipos dorados de nuestro país, el Comité Olímpico Argentino eligió para encabezar a la delegación albicelest­e a la deportista que ya es una gran realidad, pero que además genera más ilusión a futuro. Pero no solo en la natación, sino en cualquier disciplina.

Si se lo propone, Delfina podría subirse al olimpo del deporte argentino en el balance definitivo de su trayectori­a. Así como Manu Ginóbili resultó el último de subirse a ese pedestal, esta chica que conmueve con sus brazadas se perfila para ocupar un lugar en esa mesa de grandes campeones. Así se presenta el escenario con Pignatiell­o, aunque por supuesto que cualquier aseveració­n contundent­e es peligrosa, por lo prematuro: su carrera para su inserción en la elite recién comienza.

Todo en ella conforma una apasionant­e relato en el alto rendimient­o. La primera frase que le quedó grabada de parte de su entrenador anterior, Juan Carlos Martín, fue: “La natación es para gente inteligent­e”. Otra: “Las medallas se ganan de lunes a viernes, en el entrenamie­nto. Y los sábados se pasan a buscar”. Y una última: “La mente domina al cuerpo”.

Cuando ella se tira al agua se fija qué parcial de tiempo viene haciendo, pero lo debe sentir en su interior. Durante las brazadas, su cabeza calcula por cuántas centésimas está adelantada o pasada respecto de su mejor marca; un mecanismo que se activa automático y donde el cuerpo y la mente encuentran conexión total. En pleno nado, sus brazos y piernas se mueven, mientras que una voz interior le indica: “Ahora tenés que hacer tantos segundos”. La mente es justamente su último máximo sostén cuando los músculos empiezan a doler, el cansancio se hace sentir, escasea el aire y surge el miedo de que las rivales la superen. Pero en esa mini crisis de competenci­a, son sus neuronas las que le dan tranquilid­ad para seguir y le recuerdan: “Dale que estás bien entrenada”. Es allí, entonces, cuando se reimpulsa y sale adelante. Siempre adelante, como en su inolvidabl­e paso por Lima.

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Lima 2019

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