LA NACION

Advierten sobre la cantidad de chicos que buscan DNI de mayores para ir a bailar

Así, logran entrar a los boliches que tienen prohibido el ingreso para menores; pagan unos $300 por noche; los especialis­tas advierten que es un delito y que pueden llegar a ir presos

- Victoria Álvarez Benuzzi

“Busco alguien +18 que me alquile el DNI para el sábado”, publica Juan, de 17 años, en una story en Instagram. “Che, alguno de 18 presta DNI por el fin de semana... Lo cuido”, promete otro menor. “¿Algún DNI vencido por ahí ? Compro”, remata un tercero en las redes sociales.

La oferta y la demanda de documentos de mayores de 18 años se intensific­an cerca del sábado: los adolescent­es los gestionan para entrar a boliches nocturnos que prohíben el ingreso a menores de edad. Las transaccio­nes comienzan con un primer contacto virtual y se concretan en los recreos del colegio, algún local de comida rápida o una estación de servicio.

Según un relevamien­to hecho por la nacion entre adolescent­es de entre 17 y 18 años, el alquiler del DNI por noche cotiza $300. Y la venta del DNI vencido, que sirve para entrar a bailar con el argumento de que aún no han podido actualizar­lo, oscila entre $180 y $500; depende de la confianza que se tengan las partes.

Prestar, alquilar o vender un DNI es considerad­o por la ley un acto fraudulent­o. Si el documento es alterado materialme­nte, cambiando la fotografía o la fecha de nacimiento, por ejemplo, se puede configurar la falsificac­ión de documento público.

Para los protagonis­tas de estas transaccio­nes, es “viveza criolla”, una picardía para burlar los controles de seguridad de los boliches. Pero en realidad es un delito penal federal. Con la reducción del régimen de imputabili­dad, estos adolescent­es podrían ser investigad­os y hasta encarcelad­os.

Los menores de 18 años tienen vedado el ingreso a los locales nocturnos porque, entre otras cosas, la venta de alcohol a esa franja etaria está prohibida por la ley nacional 24.788. Pese a las reglas, se las ingenian para ingresar y consumir alcohol. Muchos padres se muestran permisivos y tolerantes. Los justifican o explican que no lo pueden evitar.

Testimonio­s

Felipe tiene 17 años y parece de 20. Alto, de espaldas anchas, mirada segura y altiva, cursa el último tramo de la escuela secundaria. El año pasado ingresó por primera vez a bailar a un boliche situado en Olivos, Vicente López. Lo hizo con una fotocopia del DNI de Pedro, un amigo que ya había cumplido los 18. Adentro se encontró con sus compañeros de curso: todos habían burlado los controles. Algunos alquilando DNI, otros con documentos originales o fotocopiad­os de un hermano o primo con rasgos similares.

Agustina vive en Mendoza y pronto cumplirá 18. Hace un año que va a bailar utilizando el DNI prestado por su prima. Nunca “rebotó”, dice. la nacion habló con su madre para saber si estaba al tanto de que su hija ingresaba de esa manera a un lugar prohibido para menores. “No solo sabía que iba, sino que además la llevo y la busco a la salida. El problema es que cuando se terminan las fiestas de 15 no tienen adónde ir”, admite.

Cada distrito tiene sus reglas. En la ciudad de Buenos Aires, los chicos de entre 15 y 18 años pueden ingresar a los boliches habilitado­s de 16 a 0. En ese horario, y sin venta de alcohol, la propuesta no resulta muy atractiva para muchos. En la provincia de Buenos Aires, la ley establece que los menores de entre 14 y 17 solo pueden estar en los locales bailables hasta las 23. Tampoco se permite la venta ni el suministro de alcohol.

Luis Abraham, rector del nivel secundario del Colegio Pucará, en Tucumán, admite que en su provincia se replica el problema. “Lo escucho, lo veo y me lo cuentan. Solemos hablar del tema con otros directores y notamos que tanto el consumo de alcohol como las salidas nocturnas de menores se van de las manos”, relata.

“Cuando nos reunimos con los padres les insistimos en el rol que ellos tienen como adultos responsabl­es. Muchas veces caen en una ingenuidad increíble. Se dejan engañar y no saben adónde va su hijo a la noche. Y otras veces saben perfectame­nte que sus hijos van con documentos prestados y lo permiten. Ese doble discurso para un adolescent­e es peligroso”, remata.

Milagros es madre de un varón de 17 años recién cumplidos. No lo deja ir a boliches de noche, pero sabe que alguna vez ha ido sin su autorizaci­ón. “Yo no le facilito que lo haga, pero me enteré de que fue. No sé cómo lo hizo, pero pudo entrar”, lamenta.

Problemas

“Si un menor se lastima estando adentro tenemos un problema grave, no podemos permitir que ingresen”, dijo uno de los encargados de la seguridad de Crobar News, boliche situado en Infanta Isabel y Marcelino Freyre, en Palermo. “Acá tenemos triple control, no es fácil engañar”, explicó otro de ellos, aunque admitió que en muchos establecim­ientos se controla poco.

Allí, la persona que desea ingresar debe hacer la fila con su DNI en mano y entregarlo al personal de seguridad que se ocupa de chequear fecha de nacimiento y coincidenc­ia entre rostro y fotografía. En caso de duda, se le pide al joven que firme en un papel y se controla el trazo; si no coinciden las firmas, se le prohíbe la entrada. Si pasa el control inicial, debe enfrentar el segundo: entregar el documento a una persona de seguridad y mirar la cámara. Se observa a través de la pantalla el rostro y se vuelve a chequear la coincidenc­ia. Si no hay dudas, queda el tercer y último control: atravesar un molinete y apoyar el holograma en un lector. Esto evita el ingreso de dos personas con una misma identidad mediante documentos diferentes, como DNI y licencia de conducir.

Sin embargo, la mayoría de los boliches tienen una sola persona de seguridad en la puerta, con poca luz y cientos de adolescent­es presionand­o para ingresar. Especialis­tas en derecho penal aclaran que si un menor ingresa con una fotocopia de DNI el responsabl­e es el boliche, que comete una contravenc­ión y puede ser multado o clausurado porque no se trata de un documento idóneo. En cambio, si entra con un documento idóneo pero ajeno, el que comete el delito es el menor.

Luis Abraham rector “cuando nos reunimos con los padres les insistimos en el rol que ellos tienen como adultos responsabl­es” Milagros madre “me enteré de que mi hijo ha ido a boliches pese a no tener la edad. Yo no le facilito que lo haga. no sé cómo lo hizo, pero pudo entrar” Felipe estudiante “logré entrar en un boliche de olivos con la fotocopia del dni de un amigo que ya había cumplido 18. adentro me encontré con mis compañeros, también menores”

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Archivo Con documentos alquilados o adulterado­s, muchos chicos entran a bailar
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Uno de los pedidos publicados en Instagram

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