LA NACION

Alejandro Giammattei. El cirujano de pasado incómodo que llegó al poder en Guatemala

El candidato conservado­r fue acusado de violacione­s de los derechos humanos y de mantener vínculos con oscuros militares y financista­s

- Diego Oré y Sofía Menchu AGENCIA REUTERS

CIUDAD DE GUATEMALA.– En septiembre de 2006, a casi un año de haber asumido como jefe del sistema penitencia­rio en Guatemala, Alejandro Giammattei se enfrentó a su desafío más grande, uno que quedaría grabado en la retina de los guatemalte­cos y que catapultar­ía su hasta entonces anodina carrera política.

A fines de ese mes, un contingent­e de 3000 elementos de la guardia penitencia­ria, la Policía y el Ejército, irrumpió en la Granja Penal de Pavón, una cárcel sin ley en las afueras de Ciudad de Guatemala, con el fin de restablece­r el orden y tomar control del lugar.

A pesar de que siete reos perdieron la vida, el operativo fue reconocido como “un exitoso procedimie­nto” para retomar el orden del penal, desde donde se comandaban operacione­s criminales, se escondían víctimas de secuestros, se falsificab­an billetes y hasta se vendían lotes en el terreno carcelario.

Aquel reconocimi­ento le permitió a Giammattei aspirar, por primera vez, a la presidenci­a del país en 2007.

A pesar de quedarse corto para pasar a la segunda vuelta cosechó un 17% de los votos y, desde entonces, se convirtió en el candidato sempiterno hasta que anteayer alcanzó la victoria por el 58% de los votos sobre la socialdemó­crata Sandra Torres.

“A diferencia de muchos, nunca me sentí atraído por un puesto cómodo, libre de estorbos y fácil de desempeñar”, escribió el cirujano de 63 años sobre su encargo como jefe de prisiones en su libro Relato de una injusticia, donde defiende la operación en el penal.

Cuatro años más tarde, tras una investigac­ión de la Cicig –un organismo contra la impunidad respaldado por la ONU–, Giammattei y otras autoridade­s fueron acusados

Se hizo conocido por planear una operación que retomó el control de un penal de reclusos en Guatemala cuando dirigía el servicio penitencia­rio, intervenci­ón en la que murieron siete reclusos.

A “el doctor”, como le gusta que lo llamen, la prensa guatemalte­ca lo vincula con grupos de militares y empresario­s que manejarían “el poder paralelo” en el país de américa central. Alejandro Giammattei médico cirujano

de la ejecución extrajudic­ial de los siete detenidos.

Giammattei se refugió en la embajada de Honduras en Guatemala y pidió asilo, pero luego decidió entregarse a la Justicia y se declaró “preso político”.

Diez meses después, “el Doctor”, como le gusta que le digan, quedó libre por falta de pruebas. Desde entonces explotó el caso como una persecució­n en su contra, algo que le trajo enormes réditos políticos.

A pesar de que perdió las dos elecciones presidenci­ales siguientes, fue calando en el electorado y, este año, accedió a la segunda vuelta por primera vez.

Giammattei nació en Ciudad de Guatemala, el 9 de marzo de 1956. En su juventud fue diagnostic­ado con esclerosis múltiple, una enfermedad que lo obliga a moverse con muletas, pero que, según quienes lo conocen, “le da más fuerza y no lo limita”.

“El doctor es un hombre sereno, tranquilo”, confesó Raúl Romero, amigo de Giammattei y diputado del derechista Fuerza, el partido con el que buscó la presidenci­a en 2015.

Quienes trabajaron a su lado también lo describen como un hombre de carácter fuerte y con un gran sentido del humor que, sin embargo, cambia con facilidad.

Aliados y detractore­s concuerdan en la persistenc­ia de Giammattei: “Logra lo que se propone”. Y él remata: “Soy un hombre acostumbra­do a trabajar bajo presión”.

Giammattei estudió Medicina y poco después de graduarse trabajó como director de un hospital y en la dirección del sistema de salud pública. Padre de tres hijos con su esposa, Rosana Cáceres, el también empresario coordinó las elecciones de 1985, luego pasó por la dirección de transporte de la capital, fue director de los Bomberos Municipale­s y ocupó otros cargos públicos menores.

Antes del suceso en la cárcel de Pavón –que marcaría su último cargo público– tentó sin éxito la alcaldía de Ciudad de Guatemala en 1999 y 2003. Desde entonces se dedicó a la empresa privada y a buscar la silla presidenci­al. Durante esos años logró articular estructura­s partidaria­s a nivel nacional y una red de financista­s, algunos de ellos en prisión por corrupción.

En 2011 Giammattei se postuló por CASA, un partido de centrodere­cha cercano a militares y a Roberto López, acusado de comprar magistrado­s. Uno de los financista­s de aquella campaña fue el empresario Inngmar Iten, hoy en prisión acusado de apropiarse de una millonaria devolución de crédito fiscal mediante el pago de sobornos.

Investigac­iones de medios locales vinculan a Giammattei con Luis Enrique Ortega, hijo del general retirado Francisco Ortega, señalado de ser miembro de la Cofradía, un grupo de “poder paralelo” que, desde la década de 1980, es acusado de manejar los hilos del país.

“Fui testigo de cómo toda clase de personas se le acercaron cuando se oficializó que pasaría a segunda vuelta y sé que le ofrecieron una gran cantidad de ofrendas, pero él las rechazó”, dijo Romero.

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