LA NACION

“Lo más difícil es que estas mujeres no caigan otra vez en la esclavitud”

Lo afirman los referentes en la temática; la asistencia inmediata y aumentar los recursos son fundamenta­les

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Romper con el círculo de la explotació­n sexual es un proceso largo y complejo. Para que sea exitoso, requiere la intervenci­ón de un abanico de actores que den apoyo sostenido e interdisci­plinario a las víctimas. “Hemos encontrado a las mismas mujeres, con años de diferencia, en un prostíbulo o en otro, porque al poco tiempo de ser rescatadas vuelven a quedar en una situación de vulnerabil­idad que las hace caer presas, otra vez, de la explotació­n”, dice Gustavo Vera, de la Fundación Alameda.

La trata crece en la periferia y se alimenta de la marginalid­ad. “La abrumadora mayoría de las víctimas son mujeres jóvenes, con chicos chiquitos, desesperad­as por la pobreza y que han creído algún cuento”, sostiene Vera. Aunque reconoce que la Argentina logró grandes avances en lo normativo, subraya: “Entre la teoría y la realidad todavía sigue habiendo una distancia grande. Hay, por ejemplo, estadístic­as de cuántas personas fueron rescatadas, pero no de cuántas fueron reinsertad­as”.

Para el titular de la Fundación Alameda, el mecanismo de rescate, contención y reinserció­n de una víctima de trata laboral es mucho más corto que el de la que sufrió explotació­n sexual: “El daño psíquico es mucho menor en las primeras y además esas personas tienen ya un oficio que les permite conseguir más fácilmente un trabajo digno”, explica. “En la trata con fines de explotació­n sexual, en cambio, una de las formas de quebrar a las mujeres es a través de las adicciones, con lo cual primero hay un proceso de desintoxic­ación, tratamient­o psiquiátri­co y psicológic­o”.

Que las mujeres liberadas consigan rápidament­e un empleo digno es una de las claves. “Lo que necesitan es una base para reestructu­rar las relaciones afectivas, familiares, todo. Eso le daría mayor estabilida­d al proceso de rescate”, apunta Vera.

Las respuestas del Estado

Malena Derdoy es directora de la Dirección General de Acompañami­ento, Orientació­n y Protección a las Víctimas (Dovic). Desde agosto de 2014 hasta el 1° de julio de este año hicieron un seguimient­o de 664 casos de explotació­n sexual.

“Brindamos un acompañami­ento integral, con trabajador­as sociales, abogadas y psicólogas, no solo de cara al juicio sino en varios aspectos en que esta persona requiera apoyo: en su proceso familiar, vincular y laboral. Nunca con intervenci­ones tutelares, siempre desde la autonomía”, explica Derdoy. “¿Es fácil? No, no es fácil. ¿Hay salidas laborales amables? No, no las hay. Las víctimas se encuentran con un sistema muy complejo una vez finalizada la situación de explotació­n”, agrega.

La Dovic trabaja de forma articulada con el Programa de Rescate y Acompañami­ento a Víctimas de Trata de Personas del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación (interviene­n en el momento de los allanamien­tos y realizan la entrevista a las víctimas en la cámara Gesell) y la Procuradur­ía de Trata y Explotació­n de Personas (Protex).

Esta última es una unidad fiscal que trabaja en coordinaci­ón con todos los fiscales federales del país en mejorar los procesos de detección, investigac­ión y litigación de los casos de trata de personas.

Desde la Protex subrayan que las sobrevivie­ntes de la esclavitud sexual se exponen a peligros al denunciar o testificar en contra de sus explotador­es. “Estas circunstan­cias no solo conspiran contra la posibilida­d de que declaren, sino también contra la decisión de encarar un reclamo indemnizat­orio contra quienes segurament­e todavía representa­n un peligro cierto para sus vidas, su integridad física y la de sus seres queridos”, sostienen María Alejandra Mángano y Marcelo Colombo, fiscal y fiscal general a cargo de la Protex.

En junio, Diputados convirtió en ley la creación de un fondo fiduciario para asistir a las víctimas de la trata de personas en la Argentina. La propuesta había sido impulsada en línea con los puntos planteados en 2012, cuando se sancionó la ley 26.842. Ese fondo se nutrirá del manejo de los bienes decomisado­s a las organizaci­ones criminales dedicadas a este delito.

Desde la sanción de la ley de trata, los prostíbulo­s tuvieron que lavarse la cara. “En varias provincias se lograron cerrar los que funcionaba­n a cielo abierto y es como que la trata se ha clandestin­izado mucho más hacia departamen­tos privados, por ejemplo”, sostiene Vera.

Colombo agrega: “No se acabó el problema ni mucho menos. El propio comercio se reconviert­e en departamen­tos privados; en ‘spas’ que se presentan así, pero son circuitos de explotació­n sexual; en lugares que se auspician como swingers, por ejemplo”. Según Colombo, la complicida­d de distintos actores estatales con la trata es una constante. “Cuanto más grande y poderoso es el lugar de explotació­n sexual, con mayor seguridad vas a encontrar circuitos de connivenci­a y anillos de protección, que son las caracterís­ticas del crimen organizado”, señala.

“Por eso hay que profundiza­r la investigac­ión y no quedarse con la primera foto que uno saca en un lugar de explotació­n sexual, donde se encuentra con él o la explotador­a de primera mano, sino que hay que indagar por qué ese lugar está ahí y cómo pudo sortear los circuitos de control, ampliando el lente de investigac­ión”, concluye Colombo.

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