LA NACION

UN JOVEN JULIO LE PARC EXPONE EN EL BELLAS ARTES

El artista inaugurará el miércoles una muestra que complement­a la del CCK; reúne un centenar de sus primeras obras, realizadas hace seis décadas en Buenos Aires y París

- Celina Chatruc

“Fue como un respiro”, dice Julio Le Parc rodeado por sus obras en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), al recordar el momento en que entró a esta misma institució­n, hace poco más de seis décadas, para ver una muestra que marcaría un antes y un después en su carrera.

Allí se encontró por primera vez frente a las obras de Victor Vasarely, considerad­o “el abuelo del op art”, que impulsaron su búsqueda de transforma­r de manera radical el vínculo del espectador con las obras de arte.

Tras haber encontrand­o inspiració­n en las obras de artistas concretos y en textos de Piet Mondrian, traducidos en la Escuela Nacional de Bellas Artes, se encontró por primera vez frente a frente con aquellas pinturas abstractas, en blanco y negro, de gran formato. Sintió así el aire fresco que llegaba de Europa, donde entraban en crisis la noción de autoría, el rol protagónic­o de la pintura de caballete y la concepción ilusionist­a de la representa­ción. Y comenzó a reflexiona­r sobre el valor de la interacció­n entre las obras y un público que completara su sentido... medio siglo antes del boom de las redes sociales.

Ese interés por vivir experienci­as en forma directa lo motivó a viajar a París, adonde llegó a fines de 1958 gracias a una beca. “Estábamos invadidos de informacio­nes contradict­orias de artistas que iban y venían”, recuerda el artista mendocino, radicado desde entonces en la capital francesa. Desde allí viajó a Buenos Aires en las últimas semanas para presenciar un megahomena­je por sus noventa años, iniciado días atrás en el Centro Cultural Kirchner con la muestra más ambiciosa de su vida.

El festejo continuará el miércoles próximo, a las 19, cuando inaugure en el MNBA otra titulada Transición. Buenos Aires-París 1955-1959, dedicada a los orígenes de su producción artística. El 22 de este mes se extenderá al Centro de Experiment­ación del Teatro Colón, donde se montará un móvil azul fluorescen­te de cuatro metros de diámetro, y culminará en octubre con una intervenci­ón lumínica sobre el Obelisco.

A todo esto podría sumarse otro

móvil monumental amarillo de diez metros, similar al que se expuso en 2014 en el Malba, en las nuevas instalacio­nes del Aeropuerto de Ezeiza. “La idea es que cuelgue delante de un ventanal, con el cielo de fondo, para crear la sensación de una bandera argentina en 3D”, adelantó a Yamil Le Parc, uno de sus la nacion tres hijos y director artístico de este homenaje que viene impulsando desde hace años. La tenacidad de Yamil hizo posible que la muestra del MNBA incluya tres pinturas figurativa­s y bocetos realizados por su padre durante sus estudios iniciales, en la década de 1940, que nunca se habían exhibido.

“Esta exposición intenta rastrear la génesis de una producción estética que resulta de una contempora­neidad plena. Porque, ¿cómo es posible que sus trabajos concebidos hace más de medio siglo con técnicas tradiciona­les como la xilografía y la acuarela tengan absoluta sincronici­dad con el tiempo presente?”, observa Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes, en referencia a los trabajos que Le Parc realizó justo antes y después de mudarse a Francia.

“En París se produce el vuelco a la abstracció­n pura, y la promoción de una función más activa del espectador”, señala Mariana Marchesi, curadora de la muestra que reunirá más de un centenar de obras. Incluida la más importante de las cinco de Le Parc que posee el MNBA: Inestabili­dad. Proposició­n arquitectu­ral (1963-64), donada al museo por Torcuato Di Tella. Esta pieza cinética y lumínica, así como las primeras cajas de luz realizadas por el artista, anticipan la experienci­a espectacul­ar de las posteriore­s exhibidas en el CCK.

Lo que propone el museo es el contacto íntimo con aquellos gouaches –la única técnica que le permitían sus escasos recursos– que Le Parc realizaba hasta la madrugada en su habitación de París. “Le tomé el gusto a algo que nunca me había sucedido: tener las 24 horas para mí”, señaló el artista, que en Buenos Aires trabajaba en fábricas durante el día y estudiaba por la noche.

Varios de sus compañeros de estudio siguieron sus pasos e integraron con Le Parc desde 1960 el Grupo de Investigac­ión de Artes Visuales (GRAV), que ganaría en 1966 el Gran Premio Internacio­nal de Pintura de la Bienal de Venecia. Pero ese es otro capítulo de esta gran historia.

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Fernando massobrio Le Parc con la obra Inestabili­dad, del MNBA
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Gentileza atelier le parc El artista, en París, en 1960
 ?? Gza. biblioteca nacional ?? La caligrafía de Camus, en primer plano
Gza. biblioteca nacional La caligrafía de Camus, en primer plano

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