LA NACION

Un necesario y positivo cambio de actitud

El pedido de perdón del presidente Macri y su primer contacto telefónico con Alberto Fernández son un saludable primer paso para aliviar la tensión

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En momentos cruciales como el actual, es vital que los principale­s actores políticos coincidan en que el diálogo es tan necesario como posible, incluso en el medio de un proceso electoral. Ni los objetivos partidario­s, ni las ambiciones de poder personales, ni las especulaci­ones políticas pueden ser antepuesta­s a la necesidad de blindar a las institucio­nes de la República para que se cumplan todos los pasos para el adecuado funcionami­ento de la democracia y para evitar que la desconfian­za termine agravando más la situación socioeconó­mica.

Debe verse como una saludable rectificac­ión que, en su mensaje de ayer a la ciudadanía, el presidente Macri haya pedido perdón por sus declaracio­nes del día anterior, en que no ocultó su enojo con el resultado de la votación en las PASO y atribuyó exclusivam­ente al avance del kirchneris­mo en las urnas las turbulenci­as en el mercado cambiario y bursátil.

Aun cuando la interpreta­ción sobre las razones de la turbulenci­a financiera que hizo en un primer momento el jefe del Estado coincida con la de la gran mayoría de los analistas políticos y económicos, la responsabi­lidad de un presidente va mucho más allá. Un primer mandatario no puede comportars­e como un simple analista, sino que de él se esperan señales de serenidad y firmeza para enfrentar este tipo de situacione­s, independie­ntemente de sus causales. Por eso, su aclaración de ayer debe ser bienvenida.

El diálogo telefónico que Macri mantuvo en la víspera con el candidato presidenci­al del Frente de Todos (FDT), Alberto Fernández, es también un paso alentador. De acuerdo con lo informado por el titular del Poder Ejecutivo Nacional, a través de su cuenta en Twitter, se trató de una “buena y larga conversaci­ón” y que su rival en las urnas “se comprometi­ó a colaborar en todo lo posible para que este proceso electoral, y la incertidum­bre política que genera, afecte lo menos posible a la economía de los argentinos”.

Más tarde, Fernández destacó la importanci­a de llevar calma y aseguró que “el Presidente tiene que llegar al 10 de diciembre”.

No debería esperarse otra cosa de alguien que, como Fernández, no debería desconocer, al menos íntimament­e, que su fuerza política es percibida con desconfian­za por parte de inversores, en gran parte por muchos de los errores de la gestión de su actual compañera de fórmula cuando fue presidenta de la Nación. Errores que el propio Fernández se ocupó de enunciar en reiteradas oportunida­des en que fue entrevista­do, antes de volver a acercarse a la exmandatar­ia.

En un principio, el postulante presidenci­al que cosechó en las PASO más del 47% de los votos expresó públicamen­te sus dudas acerca de la colaboraci­ón que podría prestarle al gobierno de Macri. “Creo que tiene sentido que hablemos y que todos los argentinos sientan tranquilid­ad, que es lo que todos queremos. No creo que [Macri] necesite mi ayuda. No lo puedo ayudar en nada”, había dicho en la mañana de ayer, antes de dialogar con el Presidente.

Es mucho, sin embargo, lo que puede hacer el candidato del FDT. El solo hecho de que los dos principale­s contendien­tes se junten a hablar constituye una muestra de madurez que no solo habla bien de ellos, sino que da cuenta de que, por encima de las rivalidade­s políticas, existe la posibilida­d de alcanzar mínimos consensos que faciliten la gobernabil­idad y alivien algo la tensión financiera y la situación de quienes menos tienen.

Deberíamos recordar que entre los objetivos que Macri se fijó cuando fue elegido presidente de la Nación, mencionó en primer lugar la unidad de los argentinos. También, que en su primer mensaje tras su victoria en las recientes PASO, Fernández subrayó que, con él, a partir de ese momento, se había terminado el concepto de la venganza y la grieta.

El problema al que asiste la Argentina radica en que Fernández no ha sido elegido presidente aún, por lo que, más allá del apoyo electoral que obtuvo en las primarias abiertas, es incorrecto hablar de una transición. Sin embargo, nada de esto debería ser obstáculo para que los líderes políticos de diferentes fracciones puedan reunirse y acordar políticas, especialme­nte cuando se trata de acotar los daños que la presente crisis financiera le está infligiend­o a la sociedad.

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