LA NACION

El héroe de las manos mágicas que les ganó al dolor y a los millones

Christian Limousin comenzó su segunda etapa en Almagro con una noche inolvidabl­e: lesionado, atajó dos penales y fue la gran figura en la eliminació­n de la Copa Argentina de Boca, el club en el que se formó y le enseñaron a ganar

- Carlos Delfino

El sol acompaña en pleno en José Ingenieros, en una tarde que para Almagro, que este domingo debutará en la primera Nacional, podría ser de fiesta después de eliminar, horas antes, a Boca de la Copa Argentina, por penales. El viento helado cruza el estadio y hasta llega a escucharse por momentos, convertido en zumbido, en medio de los gritos de los jugadores e indicacion­es del cuerpo técnico que lidera Carlos Mayor. El plantel trabaja en dos grupos, en calma, como si la proeza de sacar del torneo al poderoso no hubiese ocurrido. Un hombre y dos chicas, apenas ellos, fijan la vista en el campo sentados sobre los escalones de cemento de la tribuna detrás del arco en el que la pintura en la pared recuerda la fundación de los Tricolores el 6 de enero de 1911. Son los testigos del primer entrenamie­nto del equipo tras la hazaña. Se suma otro hombre, paseando un perro junto al alambrado. La inolvidabl­e noche anterior en La Plata parece lejana.

El preparador físico Heraldo Rodríguez les da indicacion­es a quienes no jugaron frente al xeneize. Para ellos hay planes más intensos, con pelota. Los que fueron titulares aguardan a un costado del campo. Hacia allí se dirige el puñado de miradas, incluso las de las chicas de patín que se asoman para ver a los futbolista­s. Todos buscan a Christian Limousin, el arquero que se puso el traje de héroe al atajar dos penales, lesionado. Esta vez no aparece, ni asoma. La contractur­a en el isquiotibi­al de la pierna derecha, que le impidió terminar en buenas condicione­s físicas el partido ante Boca, lo obligó a modificar el rumbo respecto de sus compañeros tras pasar por el vestuario. Para él hay prevista una intensa sesión kinésica. Más de una hora. “Todavía no sé si es un desgarro. Mañana (por hoy) me van a hacer una ecografía”, es lo primero que dice Limu cuando deja los masajes por unos minutos para hablar con la nacion y aceptar a unas fotos antes de bañarse. Va por el pasillo a paso lento, con las manos en los bolsillos. Es casi el mismo andar que ofreció incluso después de controlar los disparos de Alexis Mac Allister y Jan Hurtado o al ver desviarse el derechazo de Eduardo Salvio que definió la serie. “Así lo van a ver siempre. Es muy tranquilo, se toma tiempo para todo. Y siempre es el último en irse”, aseguran empleados del club.

“Me había molestado en una jugada que le tapé a (Mauro) Zárate. El dolor era intenso, pero había que seguir. Estaba convencido de que íbamos a empatar el partido y pasar en la tanda de penales”, sostiene Christian, quien no fue reemplazad­o porque Almagro perdía 1-0 y ya había hecho los tres cambios permitidos. La intuición se convirtió en realidad. Con un condimento extra: la definición se demoró porque él se fue al vestuario cuando el árbitro Silvio Trucco marcó el final, con el juego igualado 1-1, tras el gol de Juan Manuel Martínez. “Me fui a hacer unos masajes y el doctor me puso una faja en el muslo para aliviar el dolor”, reconoce. Tras el partido dijo que había ido a orinar. Ahora sonríe con picardía cuando se le recuerda esa declaració­n.

Se tenía mucha fe para el cara a cara con los jugadores de Boca. “Tengo varios penales atajados. Es un poco de intuición y otro tanto de tratar de llevar al pateador a donde uno quiere”, asegura. El entrenador Mayor lo describe como “un atajador, con condicione­s especiales para los penales”. Habían estado practicand­o en los días previos.

Limousin cumplirá 28 años el 29 de noviembre próximo. Es fanático de la lectura, especialme­nte de libros de coaching deportivo, y le gusta ver fútbol y cine, además. Una década de su vida la pasó justamente en Boca, adonde llegó en infantiles en 2000 y permaneció hasta 2010, a las puertas de sumarse a la reserva. “Pasé muy buenas experienci­as, aprendí muchas cosas y me educaron futbolísti­camente. Te enseñan que no existe otro resultado que no sea ganar”, subraya. No obstante, sentía que no iba a tener su lugar y optó por cambiar de club. Se fue a Ferro. “Ahí debuté como profesiona­l a los 19 y cuatro años después agarré continuida­d. A los 25 vine a Almagro, el año pasado hice un semestre en Jujuy (en Gimnasia), este año empecé en Ecuador (en Técnico Universita­rio) y ahora volví, con el pase en mi poder, hasta junio de 2020”, describe. Aquellos meses en el equipo de la ciudad volcánica de Ambato, en el centro ecuatorian­o, fueron los únicos en un conjunto de primera división. Eso es lo que más lo sedujo cuando le ofrecieron ir. Atajó en cinco partidos. La nueva temporada comenzó de manera inmejorabl­e.

Papá Eduardo y mamá Nancy no caben en sí de la emoción por la repercusió­n que en estas horas alcanzó el mayor de los Limousin, que tiene dos hermanos, Vanesa y Leandro. Este también es futbolista, aunque amateur. Juega en Lacar, un club de San Martín de los Andes que participa del torneo Regional, y está en las antípodas de su puesto: es centrodela­ntero. Christian creció atajando los pelotazos de su hermano por distintos clubes de barrio de la ciudad de Buenos Aires. “No me gustaba jugar en la calle, prefería cuidarme”, recuerda el 1 de Almagro.

Hoy también debe hacerlo, pero para sanar esa lesión que pone en duda su inclusión en el equipo que el domingo próximo debutará en el torneo de segunda división argentino, por el Grupo B, frente a San Martín de Tucumán. “Estamos todos contentos por ganarle a Boca, lo disfrutamo­s, hay un humor muy bueno, pero se viene un rival duro, que llega de la Superliga. Ahí ya tenemos que enfocarnos”, asegura el arquero.

Christian utilizó sus manos mágicas para ganarles al dolor y a los millones en la noche platense. Humilde, en sus palabras y en sus actos no se ubica en el centro de la escena. El muchacho que se toma tiempo para todo aun seguía en el club al atardecer cuando casi todos se habían ido.

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Santiago filipuzzi limousin atajó 66 partidos en almagro, a donde volvió tras un año; “está comprometi­do e identifica­do con el club”, dice su Dt

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