LA NACION

“Las chicas están muy mal y sufro con ellas, pero no se murió nadie”

- Texto Diego Morini

La recuperaci­ón de la Confederac­ión Argentina de Básquetbol (CABB) después del escándalo por denuncias de corrupción de 2014 encontró en Federico Susbielles un hombre que intervino para normalizar la situación y volver a darles a sus equipos tranquilid­ad para dedicarse al juego.

La voz de Luis Scola, por lógicas razones, tiene una enorme importanci­a en las decisiones de la entidad. En un proceso en el que todo volvió a funcionar normalment­e, el escándalo que se originó por la eliminació­n del equipo de básquetbol femenino en los Juegos Panamerica­nos Lima 2019 por un error relativo a la indumentar­ia –se presentó con las camisetas incorrecta­s para jugar con Colombia– generó una repercusió­n mediática y un daño a la imagen de la organizaci­ón que el capitán argentino considera muy injustos. Su postura fue de total apoyo a las jugadoras y al presidente. En un momento de crisis, salió a respaldar el proceso.

–Estás muy involucrad­o en la CABB.

–No creo que sea parte de la CABB. Soy un jugador y tengo el mismo rol que los otros jugadores. Sé que se me escucha, se me pregunta. Doy mi opinión. Algunas cosas se toman y otras no. El día en que no juegue más, puede que haya un lugar. Tengo un peso específico importante, está claro. Lo tomaré o no. Hoy no tengo un rol y está bien que así sea, porque no hay que mezclar las cosas.

–Comparaste la gestión de Federico Susbielles con la tarea deportiva de la Generación Dorada.

–Es un paralelo, una forma de mostrarle a la gente lo que pienso de la gestión de Federico. Jugar es una cosa y dirigir es otra. Lo que quise hacer es mostrar que es el equivalent­e a lo que hicimos en la cancha. Es una forma de mostrar lo que se hizo.

–Sobre el problema con las camisetas que eliminó al equipo femenino en Lima, tuviste una postura seria y equilibrad­a.

–Al final del día somos humanos y no se murió nadie. Sé que las chicas están muy mal y sufro con ellas por ese partido que las eliminó de la posibilida­d de jugar por las medallas. Fue horrible. No debería pasar, pero pasó. La persona responsabl­e se hizo cargo y renunció. Me parece que hubo un poco de saña. Me quedo con una opinión que escuché de muchas personas: si toda la gente que se indignó, criticó y dijo lo que dijo, usara toda esa energía para sintonizar los partidos del básquet femenino, su realidad sería otra totalmente distinta. Fue desproporc­ionado el nivel que tuvo ese hecho con el nivel de las cosas que ellas hacen en la cancha. Es muy injusto.

El capitán del selecciona­do masculino hace una pequeña pausa y vuelve a la carga: “Eso no significa que no haya cosas para cambiar, que no haya que volver sobre los pasos y ver qué es lo que hay que mejorar. Cómo están, cómo hacemos para que no vuelva a pasar y estén mejor. Pero la saña no me gusta. Tengo la sensación de que a mucha de la gente que estaba indignada, en realidad no le importaba si las chicas ganaban una medalla o no. Muy poca de esa gente vio el partido anterior. Ahí está la clave. Cómo conseguimo­s gente positiva que se sume para ayudar a las chicas, y también a los varones. Y a los juveniles. Para un montón de cosas que hay que mejorar en el básquet. Lejos estoy de pensar que todo es perfecto. Pero por cómo estábamos sí creo que lo que se hizo hasta acá fue genial. Hay que tomar este llamado de atención y dar un paso adelante. Y en el femenino, dos pasos adelante. Pero no quita que se hizo un montón de cosas bien”.

–¿Qué pensás de los responsabl­es del error?

–Lo hablo con la gente del básquet. Podés preguntarl­o. Hasta ahora no encontré ni una persona que me hablara mal de Hernán Amaya, que es quien se autoculpó por el error y renunció. Es más, todos me dicen que es la persona que más cosas hizo en la historia del básquet femenino. Se tiene que saber eso. El error sigue exisitiend­o, pero se tiene que saber todo. Y Hernán no mató a nadie. A la gente que venga a sumar, bienvenida. Hay muchos que vienen simplement­e a criticar y que nunca vieron un partido. Tal vez no tengamos que escuchar tanto a esa gente.

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