LA NACION

la francesa Frappart: pionera en dirigir una final y vivir del arbitraje

Por primera vez una mujer controló una definición europea, que se adjudicó Liverpool; dentró de una correcta tarea sancionó un dudoso penal para Chelsea; cobra 6000 euros al mes y 3000 por partido

- Claudio Mauri

Una barrera de género que se mantuvo inalterabl­e durante años fue derribada en la final de la Supercopa de Europa: por primera vez, una definición masculina de un título en el Viejo Continente fue dirigida por una mujer. La pionera fue la francesa Stéphanie Frappart (35 años), que controló el triunfo 5-4 por penales de Liverpool (campeón de la Champions League) sobre Chelsea (campeón de la Europa League), tras el 2-2 en los 120 minutos disputados en el Vodafone Park de Estambul.

Frappart, que había tenido a cargo la final del Mundial Femenino que los Estados Unidos le ganó a Holanda, pasaba el desafío con un correcto desempeño hasta que en el primer tiempo del suplementa­rio cobró un penal a favor de Chelsea en el que no se advirtió falta del arquero Adrián sobre Abraham. EL VAR no intervino para rectificar lo que dio toda la sensación de ser una caída simulada del futbolista de Chelsea.

Luego, en la definición por penales, Adrián, con un posible adelantami­ento que no fue sancionado, se tomó revancha al atajar el remate de Abraham que le dio el título a Liverpool.

Previo a la final había manifestad­o su seguridad y confianza para estar a la altura de la responsabi­lidad que le encomendar­on: “No creo que haya diferencia­s con otros partidos, el fútbol es uno solo, no tenemos miedo”

Más allá de esa jugada puntual que favoreció al conjunto de Frank Lampard, Frappart nunca permitió que el desarrollo se le escapara de las manos y ejerció una autoridad que fue respetada por los jugadores. Se mostró firme en la toma de decisiones. También se vio beneficiad­a por la habitual disposició­n de los equipos ingleses a no intentar engañar ni complicar a los árbitros, con la excepción del joven Abraham (21 años), que se dejó caer cuando el arquero fue a taparlo abajo.

A lo largo de los 120 minutos, las protestas que recibió Frappart fueron mínimas y sin desbordes. El más exaltado fue el lateral Azpilicuet­a, que le cuestionó la amonestaci­ón –la primera del encuentro, a los 34 minutos del segundo tiempo– por un empujón a Mané cerca del área. Cinco minutos más tarde le mostró tarjeta amarilla a Henderson por tomar desde atrás a Mount. El tercero, en el suplementa­rio, fue Alexander Arnold por una infracción a Mount. Las tres amonestaci­ones están dentro del promedio de su trayectori­a: 365 tarjetas amarillas en 144 cotejos.

Cuando Frappart pudo incurrir en un error, el VAR la corrigió para indicarle que un gol del delantero Pulisic (Chelsea) no debía ser convalidad­o por posición adelantada, algo que tampoco había advertido su segunda asistente Michelle O’Neal (República de Irlanda). La terna femenina se completó con Manuela Nicoloisi (Francia) –muy precisa y atenta para determinar las jugadas que estaban o no en off-side– y como cuarta oficial estuvo la uruguaya Claudia Umpiérrez.

Otra acción muy de interpreta­ción se dio a los cuatro minutos: dentro del área, una chilena de Salah dio en los brazos despegados del cuerpo del zaguero Christense­n. Frappart no consideró que fuera penal y desde el VAR tampoco le sugirieron que chequeara la jugada en el monitor.

Nacida en Val D’Oise, Frappart integra el grupo de 23 jueces de elite del fútbol francés, una considerac­ión que la convierte en la única mujer que vive de la profesión. Cobra 6000 euros por mes más un plus de 3000 por encuentro dirigido. Su salario está a la altura de lo que perciben sus colegas hombres más destacados. Alcanzó esta retribució­n económica cuando la ubicaron en la categoría para dirigir Ligue 1 (la Liga de Francia). En su carrera en el fútbol de hombres fue designada para dos partidos de la Ligue 1, uno de la Copa de la Liga, seis de la Copa de Francia, 77 de la Ligue 2 (segunda división) y 57 de Championna­t National (tercera división). En abril de este año fue designada para el primer cotejo de la primera categoría: Amiens ante Racing. de Estrasbugo.

Jugadora cuando tenía 10 años, ante el escaso desarrollo que tenía el fútbol femenino se inclinó por el estudio de las reglas. El arbitraje fue una vocación familiar. Sus tres hermanos también incursiona­ron en la actividad, pero abandonaro­n mientras Stéphanie subía escalones en la carrera.

Es consciente de que una de las mayores exigencias es igualar el ritmo del fútbol masculino, bastante más alto que el femenino: “Seguir a Mbappé a 37 kilómetros por hora no es fácil. Hay que estar preparada porque los jugadores no van a esperar a una árbitra por ser mujer”.

Además del recuerdo inolvidabl­e, la final le dejó a Frappart un gran desgaste físico por la intensidad de los dos equipos y una definición que tuvo todo: 90 minutos, suplementa­rio de 30 y penales.

Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, se manifestó “encantado con la designació­n de Frappart porque el fútbol femenino no tiene límites”. Fue un examen completo que se vio reconocido con los aplausos de los dos equipos en el pasillo que le hicieron camino a la ceremonia de entrega de premios.

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Reuters Frappart conversa con los arqueros adrián y Kepa antes de que comience la definición por penales que ganará liverpool por 5-4, tras el 2-2 en 120 minutos

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