LA NACION

Los Pumas: motivos de alarma y de ilusión

- Jorge Búsico

después de la floja actuación del sábado en Salta frente a los Springboks, y antes del partido de pasado mañana en Pretoria ante idéntico rival, los Pumas quedaron envueltos en una incertidum­bre que los aleja de aquellos momentos de euforia que este mismo grupo de jugadores vivió hace apenas un mes y monedas cuando, con la camiseta de Jaguares, entusiasmó a propios y extraños aterrizand­o en la final del Súper Rugby.

En un primer y rápido análisis hay que destacar que más que nunca quedó evidenciad­o que no es igual un encuentro representa­ndo a una franquicia que un test con un selecciona­do. Es totalmente distinta la exigencia, fundamenta­lmente por la calidad de los rivales. Y también está claro que la Argentina todavía no terminó de desarrolla­r un modelo –quizá sí esté listo para Francia 2023, cuando haya tomado vuelo Jaguares XV, el tercer equipo– que permita una base de jugadores cercana a los 100 rentados.

Pero ahora acucia la Copa del Mundo en Japón, con un debut-final ante Francia que será el cercano 21 de septiembre, en Tokio. ¿Es la foto que cuenta la del partido en Salta? ¿O es la de Vélez, cuando se estuvo a un maul de vencer por primera vez a los All Blacks? Se está mucho más cerca de esta última, pero lo ocurrido primero con los Wallabies y luego en la goleada en contra con los Boks trajeron síntomas no deseados, de los que abundaron en el post cuarto puesto en Inglaterra 2015. Y, otro dato preocupant­e, más derrotas. Ya van ocho consecutiv­as.

Hay que pegarle una ojeada a lo que pasa por otros lados. Desde antes de Francia 2007 que no había un panorama tan abierto con vistas a la contienda en Japón. En 2011 y 2015, los All Blacks eran claros favoritos y se cumplió ese pronóstico. Ahora lo siguen siendo más allá del paso errático por el reciente Rugby Championsh­ip, pero también se anotan en la carrera los otros dos gigantes del Sur (Wallabies y Springboks) y vuelve el Norte a tener esperanzas de la mano de Inglaterra (enorme candidato), Gales e Irlanda. Será una lucha cerrada, en la cual los Pumas pueden arrimar.

En el año del Mundial los partidos previos suelen no decir mucho. Nueva Zelanda, por ejemplo, no ganó el Tri Nations de 2011 ni el Rugby Championsh­ip de 2015. Volvamos a 2007: tampoco los Pumas ofrecían garantías si se tenían en cuenta las actuacione­s. Perdieron grueso con Gales (27-20 después de un primer tiempo de 24-7) 21 días antes del debut con Francia y le ganaron jugando mal a Bélgica en el último amistoso. Después pasó lo ya conocido. Si bien estos Pumas no tienen tantos jugadores desequilib­rantes como los del Bronce, poseen la misma preparació­n, mayor bagaje de competenci­a internacio­nal y un conocimien­to grupal al dedillo. No quiere decir esto que se espere una actuación igual, pero sí que hay esperanzas de al menos un buen torneo.

Hay un problema claro que es el desgaste mental que acarrean estos jugadores. Estará en Mario Ledesma ver cómo administra ese oxigen-amiento que necesita el grupo. Impera que llegue el momento de descansar y olvidarse un poco del rugby. Pero además hay que ajustar varias tuercas. El scrum, por más que Ledesma tenga razón con la visión parcial de algunos árbitros, es un tema preocupant­e. Con los Boks se empezó a perder desde esa formación. También la dinámica. El equipo perdió sorpresa y penetració­n en estos partidos últimos. Fue muy previsible y los wines casi que no tocaron la pelota. Tampoco fue contundent­e el tackle, como lo había sido en el Súper Rugby. Son detalles corregible­s y hay tiempo para ello.

Y, por último, hay otra explicació­n lógica a lo que pasó en el Rugby Championsh­ip y que no sólo le ocurre a los Pumas: los jugadores tienen la mente en la Copa del Mundo. Por eso, el selecciona­do argentino, aún con las alarmas que se encendiero­n en Salta, posee el crédito abierto. Tiene con qué sostener esa ilusión.

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