Vuelve a sonar el disco maldito de Piazzolla
Pablo Aslan reversiona el LP que Astor grabó en 1959, en los Estados Unidos
Era 1959 y astor Piazzolla había partido a los Estados Unidos a probar suerte con la música. Con “su” música. Ya no era el purrete que vivía con sus padres en Nueva York y trepaba por las escaleras de incendio de los edificios para darle un regalo a Carlos Gardel que pasaba por allí, para filmar películas. En 1959, astor ya era grande, tenía esposa e hijos y, como artista, varias muestras de su talento, como el genial Octeto Buenos aires, que luego de dos discos había dejado en la argentina, en modo stand-by o de silencio definitivo.
Según algunas teorías, quería insertarse como músico en el mundo del cine; sin embargo, lo que consiguió para grabar fue un disco de composiciones propias, pero aggiornadas con güiro (a cargo de Willy rodríguez) y bongó (en las manos de Johnny Pacheco, quien luego sería una figura del sello Fania), que le daba un toque centroamericano. Take Me Dancing! se llamó el LP. Nombre muy llamativo para la obra de un hombre que nunca pretendió hacer música para bailar. Debajo aparecía la leyenda “The Latin rhythms of astor Piazola & his Quintet” (sic). Su apellido estaba escrito con una sola “l” y una sola “z”. Fines de los cincuenta fue la época en la que la bossa nova era un fenómeno incipiente fuera de Brasil y en los Estados Unidos aparecía el latin jazz como una alternativa para el género de improvisación por excelencia. No era la especialidad de Piazzolla, pero sí un gesto hacia el mercado comercial. apenas terminada la grabación, Piazzolla se mostró conforme con el resultado; tiempo después, puesto en perspectiva dentro de su obra, pensó todo lo contrario. De hecho, para los especialistas es una especie de disco maldito dentro de su obra.
Hace poco menos de diez años, el contrabajista Pablo aslan decidió recoger el guante y dar una versión de ese disco que no es reivindicatoria, pero rescata lo mejor que tiene, que son las notas de los temas, sin los decorados rítmicos, para reconfigurarlo en la mixtura de tango-jazz. Si bien hizo algunas actuaciones informales en el circuito porteño (en una de sus frecuentes visitas desde los Estados Unidos, donde vive hace más de tres décadas), hoy, a las 20, en el marco del festival y mundial Tango Buenos aires hará una presentación formal de su trabajo. Se trata de una producción que el ciclo Jazzología realiza para el festival, en el Centro Cultural San Martín.
“En 2011 se recordaron los noventa años de su nacimiento. Justo para esa época leí el libro de Diego Fischerman sobre Piazzolla y me llamó la atención que él tiene una versión distinta de aquel álbum. Volví a escucharlo –recuerda aslan–. Sin dudas fue una bisagra. Piazzolla venía del Octeto e iba hacia el quinteto. Ese proceso le ayudó a limpiar las líneas. Estaba buscando más swing en aquellos años y sin esta experiencia no hubiera llegado de la misma manera al primer quinteto. Cuando regresó a la argentina hizo discos definitorios”.
El álbum de aslan fue grabado en Buenos aires con músicos argentinos ligados al jazz y al tango. Su nombre es Piazzolla in Brooklyn, lugar donde, además, Pablo está instalado desde principios de la década del 90. “Creo que me vi en el rol de productor con un repertorio poco conocido, grabado en un disco considerado maldito. Escuché muchas veces el disco de Piazzolla en el auto. Pensé que lo escrito estaba bien; el problema era el tratamiento. Le faltaba la soltura que uno tiene que tener en el jazz. En el exterior no le funcionaba a Piazzolla porque no iba a conseguir violinistas como antonio agri o Fernando Suárez Paz. El proceso fue escucharlo repetidamente y descubrir las zonas que se podían aprovechar. No hice arreglos, solo abrí las puertas para los solistas. Y trabajé con gente con la que quería trabajar. Si este disco lo grababa en Nueva York no iba a funcionar”.
En el álbum participaron Gustavo Bergalli (trompeta), Nicolás Enrich (bandoneón), abel rogantini (piano), Pablo aslan (contrabajo) y Pipi Piazzolla (batería). “Y lo trabajamos como un grupo de jazz. Ensayamos en el estudio y grabamos. Queríamos capturar la espontaneidad”.