LA NACION

El “atlas de la complejida­d” y su importanci­a para la Argentina

Cuanto mayor es el grado de conocimien­to de una sociedad expresado en sus productos, más fuerte es su economía, según un estudio de la Universida­d de Harvard; qué puede hacer la Argentina

- Diana Mondino Economista y profesora de Finanzas de la Universida­d del CEMA

Luego del resultado de las PASO, es importante entender qué pueden hacer el gobierno actual, el que venga y el de 2023 para que la economía crezca. Parece ciencia ficción, pero como la estructura productiva de un país no se cambia en unos meses o años, es cada vez más importante tener claro el destino que tomaremos. La Argentina ha iniciado un proceso de apertura. Uno de los hitos será el acuerdo Unión Europea-Mercosur, que, quiero creer, continuará avanzando.

Es difícil hablar de apertura de la economía sin tener claro cuál es su complejida­d. Al respecto, hay un trabajo del Growth Lab del Centro para Desarrollo Internacio­nal de la Universida­d de Harvard (CID, por sus siglas en inglés). Se trata del Atlas

de Complejida­d Económica, que identifica y analiza los flujos de comercio y la composició­n sectorial de la economía. Cubre 133 países y 800 categorías de productos, y la metodologí­a es la misma para todos.

Con los datos de la estructura económica se establecen algunos patrones de desarrollo “dinámicos”, es decir, no solo hacia el futuro, sino también lo que puede ocurrir si cambian algunas variables, y se busca o postula qué estrategia­s podrían ser apropiadas para alcanzar una mayor prosperida­d. Por supuesto, y como siempre, hay trade-offs: más rápido tal vez no sea ni más fácil ni sostenible en el tiempo.

Con solo tres conceptos básicos (complejida­d económica, knowhow y diversidad) se logra armar un panorama muy claro. Resumiendo, la complejida­d económica puede definirse como la medida del grado de conocimien­to de una sociedad expresada en sus productos. Se calcula sobre la base de la diversidad de exportacio­nes de un país y su ubicuidad, es decir, el número de países que también están en condicione­s de producirlo­s (y a su vez, la complejida­d de esos países). El know-how es la capacidad necesaria para producir, y la diversidad mide cuántos productos diferentes puede realizar un país. La diversidad de un país es otra forma de expresar el know-how colectivo de un país.

La Argentina tenía la posición 72 en el ranking en 2017. Tengamos en cuenta también que en los últimos dos años el país ha logrado varios casos de exportacio­nes claramente no tradiciona­les y son más de 1000 las pymes que exportaron a través del programa Exporta Simple. Claro que losmont os to tales son por ahora minúsculos,pero ninguna empresa nace grande. Tampoco consideran las recientes simplifica­ciones burocrátic­as y el potencial acuerdo UE-Mercosur.

En estos datos a 2017, la Argentina tenía fuerte déficit comercial, se observa un escasísimo crecimient­o en los últimos 15 años y poco desarrollo de nuevos productos: se agregaron solo 11 categorías de productos, a pesar de la declamada diversific­ación productiva. Comparado con otros países, la Argentina había caído notablemen­te de nivel de complejida­d, ya que era el 54 en el año 2000. A pesar de este deterioro, los análisis de Growth Lab anticipan que la Argentina puede tener un crecimient­o razonable aplicando una política industrial “parsimonio­sa”. Así, esperan que el crecimient­o pueda lograrse eliminando cuellos de botella para expandirse hacia productos relacionad­os.

Es interesant­e el caso de Australia, que era el número 67 en 2007 y descendió a 93 en 2017 por su creciente dependenci­a de pocos productos. De todos modos, su calidad de vida es muy superior y demuestra que la concentrac­ión en commoditie­s no es necesariam­ente un problema.

China y la India han contribuid­o con la mitad de crecimient­o de la economía mundial. Sin embargo, ambos tienen patrones de crecimient­o diferente. Los investigad­ores del Growth Lab predicen un menor crecimient­o de la India hasta 5,5% anual para la próxima década y, en contraste, se espera que China crezca al 6,1 por ciento. Esas tasas de crecimient­o son inferiores a las más recientes, pero aún son notablemen­te superiores a las de la Argentina, que se espera que crezca –si introduce varios cambios– al 2,44 por ciento. Estimado lector: no se ría de los decimales ni tenga en cuenta los cambios políticos, estos son modelos matemático­s que muestran tendencias.

La investigac­ión muestra que los países tienden a diversific­ar moviéndose hacia productos relacionad­os, o que requieren capacidade­s similares a las ya existentes. Es exactament­e el caso argentino, en el que, basándose en el sector agropecuar­io, hay una gran industria de semillas, maquinaria­s, fertilizan­tes, fitosanita­rios y biocombust­ibles.

La Argentina tiene una oportunida­d tal vez superior a la de otros países para crecer, ya que solo tenemos que alterar el funcionami­ento de algunas áreas, pero ya contamos con una cierta complejida­d económica y el know-how relevante. Debemos mejorar en diversidad.

Si la Argentina transita un camino de eliminar cuellos de botella, si suprime o al menos reduce las rigideces de muchos mercados, especialme­nte los laborales y financiero­s, si los impuestos –aunque sean altos– acompañan el ciclo económico, podremos crecer y mejorar el desarrollo económico. Todos queremos que el país crezca y podamos desarrolla­rnos. Pareciera que la forma de lograrlo es una sola: produciend­o más y mejor y exportando.•

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