LA NACION

¿Johnson le mintió a la reina?

El primer ministro negó la imputación, esgrimida en un fallo de la Justicia escocesa; la UE espera una contraofer­ta

- Luisa Corradini CORRESPONS­AL EN fRANCIA

Negó haberlo hecho para suspender el Parlamento.

PARÍS.– ¿Acaso un primer ministro británico podría haberse atrevido a hacer lo impensable: mentirle a la reina Isabel II? A pesar del desmentido del acusado, esa es la pregunta que se formulan azorados los británicos, después de que, en un devastador veredicto, la Justicia escocesa acusó a Boris Johnson de engañar a la soberana sobre los verdaderos motivos de la suspensión del Parlamento.

“Absolutely not! (terminante­mente no)”, se escandaliz­ó ayer Johnson.

El miércoles, en una decisión que cayó como un rayo enuncie lo despejado,los jueces de Edimburg oh abían calificado esa decisión de “ilegal”: la razón principal de esa “prórroga”, que obligó al Parlamento a suspender sus sesiones durante cinco semanas –estimaron–, respondía a la voluntad de obstaculiz­ar el trabajo de los legislador­es y permitir así que el jefe de gobierno continuara con su estrategia de una salida sin acuerdo de la Unión Europea (no deal).

Al anunciar a fines de agosto su voluntad de suspender el Parlamento, Johnson argumentó que era habitual hacerlo antes de que un nuevo equipo gubernamen­tal presente su programa en el “discurso de la reina”, que tradiciona­lmente es escrito por el Ejecutivo. Como el premier tuvo que requerir la autorizaci­ón real para esa suspensión, los jueces escoceses considerar­on que Johnson también engañó a la soberana.

“Necesitamo­s el discurso de la reina. Necesitamo­s comenzar a movernos y hacer todo tipo de cosas a nivel nacional”, se defendió Johnson, que invocó un pronunciam­iento de la Alta Corte de Inglaterra, del 6 de septiembre, que “está de acuerdo con nosotros (el gobierno)”.

No obstante, el veredicto de la Corte de Londres no incluyó consideran­dos sobre la veracidad de las razones invocadas por el Ejecutivo para decidir la prórroga. Los jueces se limitaron a afirmar que la decisión era legal, pues la suspensión del Parlamento está dentro de las prerrogati­vas del primer ministro. Ahora, el gobierno se ha visto obligado a solicitar la intervenci­ón de la Corte Suprema, que debe dar su veredicto el martes próximo.

En todo caso, los partidos de oposición siguen presionand­o a Johnson para que reabra las Cámaras a fin de estudiar los posibles efectos de un Brexit sin acuerdo, develados en los documentos que Westminste­r obligó al gobierno a publicar anteayer y conocidos como Operación Yellowhamm­er.

Los Comunes obtuvieron esa publicació­n a comienzos de semana, pero no pueden hacer lo mismo con otros documentos porque el Parlamento no sesiona.

Johnson trató de minimizar la importanci­a de ese informe, afirmando que “representa el peor de los escenarios en caso de no deal” y que los ministros han estado “acelerando masivament­e” los preparativ­os para esa eventualid­ad desde que llegó al 10 de Downing Street, en julio.

Varios analista s piensan que, después de darse cuenta de los daños que podría provocar un no deal, ahora el premier está cada vez más convencido de que debe llegar a un acuerdo con la UE. El problema es que, en ese caso, Johnson terminaría por ponerse en contra a los ultra-Brexit de su propio Partido Conservado­r.

“Tengo grandes esperanzas de que obtendremo­s un acuerdo en la cumbre europea del 18 de octubre. Estamos trabajando duro. Estuve en las capitales europeas hablando con nuestros amigos. Será difícil, pero creo que lo lograremos”, persiste Johnson. Esa no parece ser la opinión del jefe de negociador­es de la UE, Michel Barnier, para quien el bloque “sigue esperando propuestas por parte de Gran Bretaña para resolver la cuestión de la frontera entre las dos Irlandas”.

“Seguimos dispuestos a examinar cualquier propuesta del Reino Unido”, declaró ayer en Bruselas.

Si Johnson no logra ese acuerdo de salida el 18 de octubre en Bruselas, estará obligado a solicitar una postergaci­ón del Brexit por tres meses. Así lo votó el Parlamento y lo ratificó la reina, dándole fuerza de ley.

El primer ministro insiste, sin embargo, en que “prefiere estar muerto en una zanja” antes que pedir esa postergaci­ón. Una actitud que el presidente de los Comunes, John Bercow, calificó ayer de “impensable”.

“No obedecer a una ley es absolutame­nte impensable. Punto. En 2019, en una Gran Bretaña contemporá­nea, en una democracia parlamenta­ria, ningún legislador puede consciente­mente debatir sobre la necesidad de adherir o no a la ley”, afirmó, aludiendo a los parlamenta­rios que intentan justificar al primer ministro.

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Daniel leal-olivas/afp Johnson insiste en que aún hay tiempo de un divorcio de la UE con acuerdo

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