LA NACION

Ataque en Congreso: un testimonio compromete más a Navarro Cádiz

Juan Jesús Fernández, uno de los acusados por los asesinatos del diputado Héctor Olivares y de Miguel Yadón, dijo que su primo siempre tuvo “intencione­s de matar”

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Juan Jesús Fernández, uno de los detenidos por el doble crimen del diputado Héctor Olivares y de su asesor y amigo, Miguel Yadón, en la Plaza del Congreso, declaró que su primo, el también acusado José Navarro Cádiz, era “un demonio” que “siempre decía que quería matar”. También afirmó que, tras el hecho, su coimputado hacía zapping en televisión para ver el video del ataque mortal y que “lloraba más por haber perdido el arma que por haber baleado a dos personas”.

Fuentes judiciales informaron a la agencia de noticias Télam que Fernández, de 42 años, alias el Gitano, amplió anteayer su indagatori­a ante el juez Mariano Iturralde y la fiscal Estela Andrades. Con la asistencia de su nuevo defensor, Carlos Mauro, Fernández brindó detalles de los momentos previos y posteriore­s al hecho ocurrido poco antes de las 7 del 9 de mayo pasado. Reiteró su inocencia y le atribuyó a su primo toda la responsabi­lidad en los homicidios.

“Desde antes, hace dos o tres años, él ya tenía intencione­s de matar y quería matar. Él siempre decía que le gustaban las armas y decía: ‘Voy a matar a ese, voy a matar a aquel otro’, no importaba por qué. Se peleaba por cualquier cosa y siempre decía que quería matar”, dijo Fernández en su declaració­n, a la que accedió Télam.

Reiteró que aquella madrugada, su primo se subió a su auto Volkswagen Vento y allí le contó que “estaba molesto con su mujer”. En esta ocasión Fernández reveló que Navarro Cádiz le había confesado que esa misma noche, antes de encontrars­e con él, había estado buscando a su suegro, a quien le dicen Monchi, y al suegro de este, un tal Consu, para asesinarlo­s.

“Si los veo, los mato”, le dijo Navarro Cádiz, según consta en la declaració­n. “Esa misma noche, antes de juntarse conmigo, me dijo que los estuvo buscando para matarlos”, aseguró Fernández al dar su nuevo testimonio judicial, y agregó: “Él era un demonio, muy furioso, era un loco que no entraba en razones”.

Sobre el momento del ataque, reiteró que él no sabía que Navarro Cádiz estaba armado hasta que “de repente” escuchó “un ruido metálico” como el que “hace una pistola al montarse”.

Y explicó: “Vio venir a las dos personas que falleciero­n, les apuntó y cuando pasaron por la ventana les disparó. Empuñaba el arma con su mano izquierda, pero se ayudó con la derecha para hacer blanco”. Al ser consultado sobre si su primo comentó algo antes de disparar, Fernández contestó: “No, solamente los vio y disparó. Antes de que pasara esto solo decía que si veía al suegro y al suegro del suegro los quería matar”.

En otro tramo de su ampliación de indagatori­a, Fernández señaló que luego del hecho, cuando con ayuda de familiares ambos escaparon rumbo a Entre Ríos, en el viaje su primo decía: “Ya los maté y listo”, aunque se lamentaba más por haber perdido la pistola Bersa Thunder calibre 40 con mira láser usada en el hecho que por eso.

“Él lloraba con lágrimas por el arma. Parecía peor para él haber perdido el arma que haber matado a dos personas”, describió Fernández al relatar lo sucedido durante el intento de fuga familiar.

Además, contó que en las cabañas de la localidad entrerrian­a de Concepción del Uruguay donde pasaron la noche, su primo hacía zapping en TV para verse en el video del ataque. “Él estaba cada dos por tres mirando el noticiero. Ponía una y otra vez el momento en que los mataba. Él miraba, no sentía remordimie­nto por lo que había pasado”, agregó.

Crímenes por placer

Tanto Fernández como Navarro Cádiz están procesados con prisión preventiva por los delitos de “doble homicidio agravado por haber sido cometido con alevosía y por placer, así como también por el empleo de un arma de fuego, en concurso real con portación de arma de guerra”, fallo confirmado por la Cámara del Crimen.

Si bien al inicio de la pesquisa se había sopesado la hipótesis de que el doble crimen estuviera vinculado con algún tipo de venganza personal contra ambas víctimas o alguna de ellas, el juez Iturralde y la fiscal Andrades no encontraro­n ninguna relación entre las víctimas y los imputados.

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